Paleontólogos argentinos hallaron un bloque de huesos fosilizados de 220 millones de años. Podría haber restos de una decena de ejemplares.
En septiembre del año pasado, Ricardo Martínez caminaba por una zona no transitada del parque provincial Ischigualasto, en San Juan, escudriñando atentamente el suelo. “De pronto vi un área con lo que coloquialmente llamamos ‘pan rallado’, que es polvillo de huesos pulverizado”, le contó a PERFIL este paleontólogo. “Empecé a limpiar con el pincel y a excavar con cuidado y enseguida afloraron huesos robustos e intactos.

Como era casi de noche regresé al campamento y le conté al resto del equipo”. Lo que el jefe del área de Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de la universidad sanjuanina no sabía todavía es que acababa de descubrir la punta de un extraordinario cementerio de fósiles de más de diez animales diferentes, con una antigüedad por ahora estimada en unos 220 millones de años.
Esos huesos conforman una acumulación de fósiles extremadamente rica y concentrada en información, algo muy pocas veces encontrado por los expertos en palentología en todo el planeta.

“Esas camas de huesos o bonebeds son hallazgos muy poco comunes en nuestra especialidad. Sabemos de alguno llevado a la Universidad de Harvard (EE.UU.) y hay algunos otros en China. Pero los que conocemos se pueden contar con los dedos de una mano. Este, además, es especialmente abundante tanto en la cantidad de restos fósiles diversos y de gran tamaño como en el excelente estado de preservación que tienen”.
Aunque limitados por la temporada de lluvias, en los últimos meses los expertos lograron descubrir un área relativamente grande: “Hasta ahora trabajamos una zona de cuatro metros cuadrados por unos 80 centímetros de profundidad. Y ya identificamos restos de –al menos– una decena de ejemplares diferentes”, detalló Martínez. Y agregó que, según las primeras observaciones, algunos de los huesos fosilizados parecen provenir de herbívoros, posiblemente de algún dicynodonte, un antecesor de los mamíferos que tenían el tamaño de un buey actual.
Pero entremezclados también parece haber varios huesos de carnívoros a los que todavía no lograron identificar. “Pueden provenir de algún dinosaurio o pertenecer a algún antecesor de los cocodrilos”.
Lo interesante es que en los próximos años el análisis integral de este conjunto de huesos podrá servir para llenar amplias lagunas de desconocimiento paleontológico. “Fuimos a esa zona del parque buscando, específicamente, restos de fauna de una época de la que hasta ahora sabemos muy poco”, explicó el experto. Y agregó: “Ya habíamos recuperado restos de grandes dinosaurios de hace 231 millones de años.
Y tenemos evidencias de animales de 213 millones de años de antigüedad. Pero hasta ahora casi nada de datos sobre la fauna intermedia. Por eso salimos en campaña, junto con un equipo de nueve personas, a buscar fósiles en formaciones geológicas identificadas como de ese período”.
Apaldetti también resaltó que encontrar una acumulación anormal de fósiles “nos llevó a hacernos preguntas diferentes. ¿Cómo es que hay restos de al menos una decena de especies diferentes tan juntos y, tal vez, muertos en un muy corto período de tiempo? ¿Qué pasaba en ese ambiente?, ¿qué clima tenían?, ¿cómo era la geografía y la flora del lugar? Para poder contestarlas estamos trabajando con geólogos y biólogos para interpretar los sedimentos y entender qué atrapó así a los animales que formaron ese “cementerio”.

Fuente: perfil
1 Comment
Jorge quinteros
Estudien la vida de William Sill y veran porque es importante esa zona.