Como si las cimas de estos rascacielos pidieran auxilio sobre los techos de nubes, en paisajes clásicos como es Dubai y Londres, donde la niebla y neblina deja escenarios realmente fantasmales, pero con una realidad meteorológica impecable, como si se tratara de verdaderas “ciudades flotantes”.
¿Cómo se forma la niebla?
La niebla es otro de los fenómenos producidos por la condensación del vapor de agua atmosférico. En realidad, es una nube tan baja que toca el suelo. Tanto la niebla como la nube consisten, en esencia, como ya hemos detallado en el apartado correspondiente, en un conjunto de gotitas dispersas en el aire.
Las diferencias existentes entre ambas formaciones son la altitud a la que cada una se origina, y que las nubes contienen cristalitos de hielo.
La niebla, pues, está constituida por gotitas de agua tan microscópicas que flotan en el aire, reduciendo la visibilidad tanto cuanto más juntas están, o sea, cuanto más espesa es la misma.
La niebla se forma al enfriarse el aire que está en contacto con la tierra o el mar. Al igual que las nubes, así que una masa de aire cálido y húmedo se enfría, alcanzando el punto de rocío, o sea la temperatura en que queda saturado, el exceso de vapor se condensa en gotitas de agua gracias a los núcleos de condensación.
Existen dos maneras de que se enfríen esas masas de aire, lo cual origina dos tipos distintos de niebla: la niebla por convección o advección y la niebla por radiación.
Fotografía: Khalid Al Hammadi, Lluis Sánchez de Haro, Tascha Helena, Syed Ali Adeel Bujari, Dany Eid