Los espectáculos que nos ofrece la naturaleza, y la atmósfera en particular, son a veces únicos y llamativos. Cuando amanece o atardece las nubes, el sol y la atmósfera parecen conjurarse para ofrecernos maravillas visuales de luces y sombras entremezcladas con formas fantasmagóricas. Nuestra capacidad de percepción puede jugarnos malas pasadas y hacernos ver “cosas” aparentemente difícil de explicar, en este caso un arcoirís y hermosos rayos crepusculares.
Hablemos de los arcoiris de niebla
Al mencionar al arcoiris nos vienen a la cabeza un arco formado por multitud de colores (de hecho, todos los del espectro del visible) adornando el cielo y al que no podemos alcanzar. Pero, en este caso hablamos de otro tipo de arcoiris, el de niebla.