Los científicos coinciden en que los fenómenos combinados de sequías y olas de calor extremo constituyen uno de los peores factores de estrés climático para el desarrollo global. El panorama actual no es alentador: la falta de agua y las altas temperaturas no darán tregua si no se mitiga la alta emisión de gases de efecto invernadero.
El calentamiento global intensificará diez veces estos peligros (sequía más calor extremo) a nivel mundial para fines de siglo si no se revierte este escenario, según advirtió un reciente estudio de los investigadores de la Facultad de Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Oxford, Reino Unido.
Con el correr de los años, se proyecta un aumento continuo de las temperaturas en todo el mundo. Cuando se evalúan juntas, las amenazas vinculadas de olas de calor y sequía representan un riesgo significativamente mayor para la sociedad y los ecosistemas que cuando cualquiera de estas amenazas emerge de forma independiente.
La mortalidad provocada por el calor ha aumentado en el continente desde comienzos del siglo XXI, sobre todo en el sur, y en un escenario en el que la temperatura global aumentase tres grados centígrados y sin que se hayan adoptado medidas de adaptación, 90.000 europeos podrían morir al año por las temperaturas extremas hacia 2100, señala la agencia europea en el informe, que lleva por título Climate change as a threat to health and well-being in Europe: focus on heat and infectious diseases.
La advertencia de la AEMA se conoce después de que, en una estimación todavía provisional, la oficina europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) haya calculado que al menos 15.000 personas han muerto por el calor en lo que va de año, de ellos 4.500 en Alemania, 4.000 en España y 3.200 en Reino Unido.

Los datos de la oficina europea de la OMS fueron difundidos antes del comienzo de la Cumbre del Clima COP27, que se celebra en Egipto desde este lunes.
«Las olas de calor provocan el mayor número de muertes en eventos vinculados con el clima. En las próximas décadas habrá más olas de calor extremas y la creciente vulnerabilidad de la población a estas llevará a un aumento sustancial de la enfermedad y la mortalidad a menos que se tomen medidas de adaptación«, avisa la AEMA.
La AEMA apunta a que la población europea es especialmente vulnerable al calor por el envejecimiento de la población y la prevalencia de enfermedades crónicas, así como por otros factores como la urbanización, el efecto isla de calor en las ciudades y prácticas laborales obsoletas.
En ese sentido, el informe afirma que la ubicación de muchas escuelas y hospitales en áreas que experimentan el efecto isla de calor urbano exacerba todavía más las altas temperaturas y exige una adaptación urgente de esas instalaciones.
El aumento de las temperaturas también afecta a la seguridad y salud en el trabajo, provocando una pérdida media anual de 16 horas por trabajador en sectores de alta exposición, con las mayores pérdidas en el sur de Europa.

Enfermedades infecciosas
El informe advierte no obstante que casi todas las muertes asociadas a las altas temperaturas son evitables en el contexto europeo con medidas de prevención y una mejor preparación para posibles brotes de infecciones sensibles al clima.
«La monitorización y vigilancia de amenazas vinculadas al clima es una medida efectiva y la más frecuente mencionada en las estrategias de salud nacional o adaptación climática. Es esencial desarrollar avisos tempranos», explica el estudio.
Aumentar la solidez de los sistemas de salud es clave, también porque las instalaciones sanitarias pueden verse más afectadas debido a su localización en ambientes urbanos densamente poblados.
Otro factor importante es la diferente exposición de distintos grupos demográficos y socioeconómicos, entre los que destacan ancianos, niños, personas con problemas de salud y trabajadores sanitarios.
Las condiciones climáticas en Europa son cada vez más adecuadas para la aparición y transmisión de enfermedades infecciosas sensibles al clima y podrían afectar sobre todo a quienes trabajan en la agricultura, silvicultura y servicios de emergencia, además de a niños y mayores.
La AEMA menciona por ejemplo que se ha aumentado el riesgo de brotes locales de enfermedades como la malaria y el dengue por la extensión de la temporada de transmisión, la mayor distribución de especies de mosquitos que funcionan como vectores y el aumento de casos de males importados por viajes.

Reducir los impactos del calor en la salud requiere implementar una amplia gama de soluciones, incluidos planes de acción efectivos para la salud relacionados con el calor, la creación de más áreas verdes y sombreadas en las ciudades, el diseño y la construcción de edificios apropiados y el ajuste de los horarios y las condiciones laborales para que las personas estén menos expuestas, afirma la AEMA.
Con información de: https://www.elagoradiario.com/