El deshielo y la biodiversidad terrestre antártica: una relación ignorada

El cambio climático impulsará la expansión de un hábitat libre de hielo en la Antártida al que, hasta el momento, no se le había prestado la debida atención. La guerra entre especies está asegurada.

El cambio climático impulsará la expansión de un hábitat libre de hielo en la Antártida al que, hasta el momento, no se le había prestado la debida atención. La guerra entre especies está asegurada.

No es relevante que nos encontremos a principios de julio y que en el hemisferio sur de nuestro planeta sea pleno invierno. El calentamiento global no da tregua. La temperatura de nuestra atmósfera y océanos se eleva. Y hace tan solo un par de semanas los científicos daban un nuevo aviso: la Antártida se derrite y resquebraja lenta pero inexorablemente, y la plataforma de hielo Larsen C que se separará del continente helado será el próximo espectáculo que dé cuenta de ello.

Ante tal acontecimiento caben diversas actitudes por parte personas, gobiernos u otras entidades. Hay quien contempla horrorizado el devenir de los hechos; hay quienes asisten con la mayor indiferencia al calentamiento global y el deshielo de los casquetes polares. Luego, están incluso los que esperan sacar beneficio de ello. Sin embargo más allá de las actitudes están los hechos y los datos científicos.

La Antártida tal y como la conocemos se desvanece; comenzó a desaparecer entre hace unos 30 y 40 años. Y aunque los científicos no pueden pronosticar la fecha exacta de un deshielo total, conviene tener presente la posibilidad de que esto ocurra. Eric J. Rignot de la Universidad de California y científico la NASA, hacía referencia al deshielo antártico afirmando que: “es tan solo una cuestión de tiempo. Lo importante es saber si esto ocurrirá en un periodo de 500 años, o en menos de 100”. Es posible que generaciones futuras solo puedan saber de la existencia de lo que fue este continente helado a través de lo que, posiblemente, considerarán unas rudimentarias y primitivas fotos de satélite.

Sin embargo, dejando a un lado lo dramático de la situación, subyace un hecho que hasta el momento no se le había prestado la suficiente atención. En la Antártida, al contrario que bajo el hielo del Ártico, subyace un contiene terrestre que tarde o temprano, con la retirada del hielo, emergerá a la superficie. Una vez que el indlandsis –el casquete glaciar que cubre una superficie continental- de la Antártida sucumba al aumento de la temperatura, se presume que nuevos e incluso desconocidos ecosistemas se asentarán sobre el territorio emergente.

De hecho, a día de hoy sabemos que bajo el hielo existe todo un sistema de ríos y lagos subterráneos. Es precisamente la Antártida donde se almacena hasta el 80% del agua dulce de la Tierra, además de ser el continente con mayor humedad subterránea de promedio. Es por ello que científicos se han referido a la Antártida y a los microorganismos que en ella se desarrollan como el mayor ecosistema de humedal del mundo, y por lo que, en la actualidad, vuelven a dirigir su mirada hacia ella con nuevos ojos: esta vez no prestando tanta atención al hielo que desaparece, como al mundo nuevo que en la actualidad yace oculto bajo este, quizá, esperando paciente su turno.

Del blanco al verde

Hace tan solo unos días se informaba por primera vez en la revista Nature de la primera evaluación cuantitativa del impacto del cambio climático en las zonas libres de hielo de la Antártida durante el siglo XXI.

El área libre de hielo cubre en la actualidad tan sólo un 1% del continente, sin embargo alberga el total la biodiversidad terrestre Antártica. Así, en el artículo publicado: Climate change drives expansion of Antarctic ice-free hábitat se defiende que en el estudio de las dinámicas del continente esta biodiversidad ha sido indebidamente considerada y pasada por alto en gran parte de las investigaciones.

Durante años, el principal foco de atención en el estudio del cambio climático en el continente antártico se ha centrado en la dinámica del hielo y sus efectos sobre el nivel o la salinidad del mar. Esto ha dado lugar a una carencia significativa en nuestra comprensión su impacto en las especies antárticas, los potenciales ecosistemas emergentes, así como su futura conservación.

 

Vía: nationalgeographic

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