El día más difícil en la historia de la Humanidad tuvo lugar hace unos 75 mil años. De la noche a la mañana, la erupción del volcán Toba, en Sumatra, provocó la desaparición de centenares de especies y redujo drásticamente a la población humana a menos de diez mil personas, cantidad apenas suficiente para asegurar la supervivencia genética de la especie. Los durísimos eventos climáticos posteriores a la erupción pusieron a prueba a los escasos representantes de la raza humana que habían sobrevivido al cataclismo y estuvieron a punto de detener un proceso evolutivo de cinco millones de años.
La erupción del volcán Toba fue de una potencia inimaginable. Por ejemplo, fue tres mil veces superior a la erupción del volcán Santa Elena de 1980, y se estima que liberó una cantidad de energía equivalente a un gigatón. Ninguna otra erupción volcánica superó la violencia de Toba en los últimos dos millones de años. En el lugar del cráter ahora se ha formado un lago (ver foto inferior); sin embargo, el volcán Toba está dormido, no apagado, y es probable que se produzca una nueva erupción dentro de unos 400 mil años.
No sólo la erupción provocó daños considerables en la región, sino que sus consecuencias afectaron a todo el planeta. La nube de cenizas volcánicas cubrió por completo los cielos impidiendo la llegada de la luz del sol durante seis años enteros, provocando una era de hielo que cambió por completo la vida de las especies que poblaban la Tierra. La temperatura promedio descendió alrededor de cinco grados y muchas especies animales y vegetales no fueron capaces de resistir el cambio. Otras se vieron forzadas a adaptarse; por ejemplo, se cree que los osos polares evolucionaron debido a la catástrofe del volcán Toba.
Las evidencias geológicas y genéticas demuestran que todos los humanos que viven en la actualidad, a pesar de su aparente variedad, son descendientes de una población muy pequeña, de entre mil y diez mil individuos. De acuerdo a las tasas promedio de mutaciones genéticas, los científicos estiman que esta población vivió en una época coincidente con el evento de Toba.
Por desgracia, la Humanidad se encontraba casi en su totalidad en la región en donde los efectos fueron más críticos. Mediante análisis del ADN mitocondrial se comprobó que la cantidad de diversidad genética de los sobrevivientes fue tan baja, que los riesgos de extinción de la especie debido a virus y otros factores reductores de población crecieron hasta llegar a límites alarmantes.
El cambio climático masivo producido luego de la erupción creó «cuellos de botella» en las poblaciones de numerosas especies de entonces. Esto pudo haber provocado la diferenciación acelerada entre las comunidades humanas aisladas entre sí, llevando eventualmente a la extinción a las otras ramas de la especie, salvo al hombre de Neanderthal y los seres humanos modernos.
Una vez que los efectos climáticos del volcán Toba se disiparon por completo, los seres humanos comenzaron la migración desde Africa, dispersándose por Asia y los demás continentes, adaptándose y evolucionando en el trayecto y dando forma a la semilla de la actual especie humana.
56 Comments
cristian
Perdón. Aprovecho la presencia de tanta gente ducha en catástrofes bíblicas para preguntar, porque unas dudas me carcomen hace mucho tiempo:
¿El Diluvio Universal fue en todo el Universo a acá nomás, en la Tierra?
En el Universo ¿también llueve?
¿El arca de Noé flotaba en el agua de la Tierra o en la del Universo entero y vino a encayar justo acá?
Gracias
adrian
la humanidad acabara por extinguirse o destruiremos el planeta con nosotros dentro,es posible que nos ataquen los aliens (que por cierto existen),que el sol se condense y el planeta tierra con el o quien sabe que pero una cosa es segura…nos extinguiremos.
DANIEL X
ME PARECE SORPRENDENTE KE EXISTA GENTE QUE CREA KE SU FE CATOLICA ETC SEA REALMENTE VERDAD, COMO SI LA SUPERSTICION FUERA UNA CREENCIA SERIA, PORKE ESO ES SU ILUSA CREENCIA, UNA SIMPLE Y VULGAR SUPERSTICION KE PRETENDE HACERSE PASAR POR VERDAD, EL MITO DEL ARCA DE NOE NI SIKIERA ES UN MITO NETAMENTE BIBLICO SINO UNA ABERRACION DE LEYENDAS BABILONICAS, UN ACTO DE PIRATERIA E IMITACION DE LA MITOLOGIA BABILONICA POR PARTE DE LOS JUDIOS, Y AUNKE KISIERAN KREER EN ESA LEYENDA ES IMPOSIBLE KE PRUEBEN KE LA TIERRA SE LLENO DE AGUA, YA QUE NO EXISTE SUFICIENTE AGUA PARA KE ESO SUCEDA, LA UNICA RIDICULA » PRUEBA » KE TIENEN ES SU PROPIO LIBRO SAGRADO KE KOMO ES LOGICO NUNCA SE CONTRADECIRA EN TODAS SUS BOBERIAS,NADA MAS, EN CAMBIO LO DEL VOLCAN TOBA EXPONE PRUEBAS CRONOLOGIAS, ANALISIS, Y NO EN CREER POR CREER TORPEMENTE COMO LA GENTE DE » FE «
DANIEL X
LA LEYENDA DE LA ATLANTIDA SE REFIERE A CRETA, CUANDO UN VOLCAN LA SEPULTO, Y NO UN DILUVIO UNIVERSAL.
Alberto
Daniel X: Entiendo tu enojo con la superstición, pero no confundas, no todas las personas con fe son ingorantes o credulos, mucho investigamos y buscamos pruebas que fundamenten nuestras creencias.
Meter a todos «en la misma bolsa» es tan ignorante como la supertición o la credulidad ciega. Lo mismo hizo Hitler.
Comparto con vos algo que de investigación, espero que por lo menos aumente tu saber. saludos
(toda la información fue extraida de publicaciones de la sitio oficial: Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania http://www.watchtower.org/s/index.html)
DILUVIO
Recibe este nombre la destrucción catastrófica de hombres y animales producida por una inundación total en los días de Noé (2370 a. E.C.). Jehová envió este cataclismo, el mayor en toda la historia humana, debido a que los hombres inicuos habían llenado la Tierra de violencia. El justo Noé y su familia, ocho almas en total, junto con una selección de animales, sobrevivieron gracias a una enorme arca o caja. (Gé 6:9–9:19; 1Pe 3:20; véanse ARCA núm. 1; NOÉ.)
Alcance del Diluvio. El Diluvio no fue una inundación repentina o un aguacero de alcance local. De hecho, la palabra griega que usa la Biblia para referirse al Diluvio es ka·ta·kly·smós, cataclismo. (Lu 17:27, nota.) Las inundaciones locales no duran más que unos días, mientras que esta duró más de un año, la mayor parte del cual se requirió para que se retirasen las aguas. Sería irrazonable creer que Noé pasó tal vez cincuenta o sesenta años construyendo un enorme navío de unos 40.000 m.3 de volumen para la supervivencia de su familia y algunos animales, por una simple inundación local. Si solo fue afectada una zona relativamente pequeña, ¿por qué era necesario introducir en el arca especímenes de “toda criatura viviente de toda clase de carne” con el fin de “conservar viva prole sobre la superficie de toda la tierra”? (Gé 6:19; 7:3.) Sin lugar a dudas se trató de un diluvio universal, como el que no había ocurrido ninguno antes ni ha vuelto a ocurrir después. “Y a grado tan grande anegaron la tierra las aguas que todas las altas montañas que estaban debajo de todos los cielos quedaron cubiertas. Hasta quince codos por encima [c. 6,5 m.] las anegaron las aguas, y las montañas quedaron cubiertas.” (Gé 7:19, 20.) “El fin de toda carne ha llegado delante de mí”, dijo Jehová, por consiguiente, “borraré de sobre la superficie del suelo toda cosa existente que he hecho”. Y fue justo así. “Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento de la fuerza de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió. […] Solo Noé y los que con él estaban en el arca siguieron sobreviviendo.” (Gé 6:13; 7:4, 22, 23.)
La crónica del Diluvio. El Diluvio no se produjo de repente, sin previa advertencia. Se emplearon años en la construcción del arca, un tiempo que Noé, el “predicador de justicia”, dedicó a advertir a aquella generación inicua. (2Pe 2:5.) Finalmente llegó el tiempo fijado para el Diluvio en “el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, en el día diecisiete del mes”. Noé y su familia, los animales —“macho y hembra de toda clase de carne”— y un abastecimiento de víveres en cantidad suficiente para todos, ya estaban en el arca cuando “Jehová cerró tras él la puerta”. A continuación, “las compuertas de los cielos fueron abiertas” (Gé 7:11, 16) y “por cuarenta días y cuarenta noches” cayó sobre la Tierra una fuerte lluvia torrencial, de modo que “las aguas continuaron anegando la tierra por ciento cincuenta días”. (Gé 7:4, 12, 24.) Cinco meses después del inicio del Diluvio, el arca ‘descansó sobre las montañas de Ararat’. (Gé 8:4.) Pasaron casi dos meses y medio antes de que ‘aparecieran las cimas de las montañas’ (Gé 8:5), otros tres meses antes de que Noé quitara la cubierta del arca y comprobara que la superficie del suelo estaba prácticamente seca (Gé 8:13) y, por último, casi dos meses hasta que la puerta se abrió y los sobrevivientes pudieron volver a pisar sobre suelo seco. (Gé 8:14-18.)
Noé y su familia entraron en el arca en el año seiscientos de la vida de Noé, en el día 17 del segundo mes (octubre-noviembre). (Gé 7:11.) Un año después (de 360 días) nos llevaría al día 17 del segundo mes de su año seiscientos uno. Diez días después, el 27 del segundo mes, salieron a tierra firme. Habían pasado en el arca un total de 370 días y parte del 371. (Gé 8:13, 14.) El registro que Noé llevó se basó en meses de 30 días, pues dice que 150 días equivalen a cinco meses (Gé 7:11, 24; 8:3, 4); doce meses equivaldrían entonces a 360 días. De esta manera evitó las complicadas fracciones que se hubieran producido de haber usado estrictamente meses lunares, que duraban un poco más de 29 1/2 días.
Las aguas del Diluvio. Se ha dicho que si toda la humedad de la atmósfera de repente se liberase en forma de lluvia y se esparciese sobre la superficie terrestre, no alcanzaría ni siquiera una profundidad de cinco centímetros. Por lo tanto, ¿de dónde vino el inmenso Diluvio del día de Noé? Según el libro de Génesis, Dios le dijo a Noé: “En cuanto a mí, aquí voy a traer el diluvio [o: “el océano celestial”; heb. mab·búl] de aguas sobre la tierra”. (Gé 6:17, nota.) El siguiente capítulo narra así lo que ocurrió: “En este día fueron rotos todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa, y las compuertas de los cielos fueron abiertas”. (Gé 7:11.) Fue tan intensa la precipitación de aguas, “que todas las altas montañas que estaban debajo de todos los cielos quedaron cubiertas”. (Gé 7:19.)
¿Cómo se explica la existencia de este “océano celestial”? En el relato de Génesis sobre la creación se menciona que en el segundo “día” Jehová hizo que hubiese una expansión (llamada “Cielo”) en torno a la Tierra, que separara las aguas que estaban debajo, es decir, los océanos que había sobre la superficie terrestre, de las que estaban sobre la expansión. (Gé 1:6-8.) Las aguas que quedaron suspendidas sobre la expansión debieron quedar retenidas allí desde el segundo “día” creativo hasta el Diluvio. A estas aguas debió referirse el apóstol Pedro cuando dijo que “hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios”. Dios empleó las aguas que estaban sobre y debajo de esos “cielos” y “por aquellos medios el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua”. (2Pe 3:5, 6.) Se han dado varias explicaciones en cuanto a cómo se contuvieron las aguas sobre la expansión y lo que ocasionó su precipitación, pero son solo especulaciones. La Biblia dice sencillamente que Dios hizo la expansión y retuvo las aguas que quedaron sobre ella y que después trajo el Diluvio. Su ilimitado poder podía realizar algo así sin dificultad alguna.
Si, como dice Génesis, “todas las altas montañas” quedaron cubiertas, ¿dónde está toda esa agua hoy? Debe estar aquí, sobre la superficie de la Tierra. Se cree que hubo un tiempo en el que los océanos eran más pequeños y el suelo continental más extenso de lo que es hoy día, lo que parece estar demostrado por la existencia de vías fluviales de gran extensión en el lecho submarino. También ha de tenerse presente que, según han afirmado los científicos, en tiempos remotos las montañas eran mucho más bajas que en la actualidad y que hay montañas que han emergido del mar. Además, se ha dicho que hoy “hay diez veces más volumen de agua en los océanos que de tierra sobre el nivel del mar. Si se echara toda esa tierra al mar de manera uniforme, el agua cubriría el planeta hasta una altura de dos kilómetros.” (National Geographic, enero de 1945, pág. 105.) Por consiguiente, después que las aguas del Diluvio cayeron, pero antes de que aumentara la altura de las montañas y el lecho submarino bajara de nivel, aún antes de la formación de la capa de hielo polar, había agua más que suficiente para cubrir “todas las altas montañas”, tal como dice la Biblia. (Gé 7:19.)
Efecto en la Tierra. El Diluvio ocasionó grandes cambios. Por ejemplo, la expectativa de vida del hombre se acortó rápidamente. Se ha llegado a pensar que las aguas que se hallaban sobre la expansión antes del Diluvio protegían de los efectos dañinos de la radiación, pero que con la desaparición de ese dosel de agua, aumentó la radiación cósmica perjudicial para la composición genética del hombre. Sin embargo, la Biblia no se pronuncia a este respecto. Y, dicho sea de paso, cualquier cambio en el nivel de radiación hubiese incidido de tal modo en el porcentaje de formación del carbono-14 radiactivo, que podría invalidar todas las dataciones basadas en radiocarbono de objetos antediluvianos.
Al romperse de repente “los manantiales de la vasta profundidad acuosa” y abrirse “las compuertas de los cielos”, miles de millones de toneladas de agua inundaron la Tierra. (Gé 7:11.) Este suceso provocó enormes cambios en la superficie del planeta. La corteza terrestre es muy delgada (se estima que tiene entre 30 y 160 Km. de grosor) y se extiende sobre una masa blanda de miles de kilómetros de diámetro. Por lo tanto, es probable que bajo el peso del agua caída se produjeran grandes cambios en la corteza terrestre. Con el tiempo se formaron nuevas montañas, montañas ya existentes se elevaron a nuevas alturas, cuencas marítimas poco profundas se ahondaron y cambió la configuración de las costas, de manera que en la actualidad alrededor de un 70% de la superficie del planeta está cubierto de agua. Este cambio en la corteza de la Tierra explica muchos fenómenos geológicos, como la elevación a nuevas alturas de los antiguos litorales. Algunos han calculado que solo las presiones de las aguas equivalían a 310 Kg. por cada centímetro cuadrado, suficiente para fosilizar con rapidez la fauna y la flora. (Véase The Biblical Flood and the Ice Epoch, de D. Patten, 1966, pág. 62.)
¿Hay pruebas de que realmente hubo un diluvio universal?
Hay otro posible indicio de un cambio drástico: se han encontrado en diferentes partes de la Tierra restos de mamutes y rinocerontes. Algunos se hallaron en las rocas de Siberia y otros se conservaron en los hielos de Siberia y Alaska. (GRABADO, vol. 1, pág. 328.) A algunos se les halló con alimento sin digerir en el estómago o todavía sin masticar entre los dientes, lo que parece indicar que murieron de repente. El comercio de colmillos de marfil permite suponer que se han encontrado decenas de miles de mamutes de aquella época. También se han hallado restos fósiles de otros muchos animales —leones, tigres, osos y alces— en un estrato común, lo que indicaría que todas esas criaturas fueron destruidas al mismo tiempo. Se ha querido ver en esos hallazgos una prueba tangible y categórica del rápido cambio climatológico y de la repentina destrucción que ocasionó el diluvio universal. Sin embargo, hay quienes están a favor de explicar la muerte de dichos animales como una consecuencia de condiciones que no implican una catástrofe mundial. No obstante, la prueba de que hubo un Diluvio no depende de la existencia de restos fósiles ni de animales congelados.
Leyendas de un diluvio. Un cataclismo como el Diluvio, que eliminó de la existencia a todo el mundo de aquel tiempo, sería algo que jamás olvidarían los sobrevivientes. Hablarían de ello a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Sem, que después del Diluvio vivió quinientos años, pudo relatar el acontecimiento a muchas generaciones. Murió tan solo diez años antes del nacimiento de Jacob. Moisés conservó el relato verdadero en Génesis. Algún tiempo después del Diluvio, cuando la gente que desafiaba a Dios construyó la Torre de Babel, Jehová confundió su lenguaje y los dispersó “sobre toda la superficie de la tierra”. (Gé 11:9.) Lo más lógico era que estas personas llevasen consigo historias del Diluvio y las pasasen de padres a hijos. El hecho de que no solo haya algunos, sino tal vez cientos de relatos diferentes sobre aquel gran Diluvio y que tales relatos se hallen entre las tradiciones de muchas razas primitivas por todo el mundo, es una fuerte prueba de que todas estas personas tuvieron un origen común y de que sus antepasados primitivos compartieron la experiencia de aquel Diluvio. (GRABADO, vol. 1, pág. 328.)
Estos relatos populares del Diluvio están en armonía con algunos rasgos importantes del registro bíblico: 1) un lugar de refugio para unos pocos sobrevivientes, 2) una destrucción universal por agua para el resto de los seres vivos y 3) la conservación de personas humanas. Los egipcios, los griegos, los chinos, los druidas de Bretaña, los polinesios, los esquimales y groenlandeses, los africanos, los hindúes y los indios americanos, todos ellos tienen sus propias leyendas sobre el Diluvio. La obra The International Standard Bible Encyclopedia (edición de G. Bromiley, 1982, vol. 2, pág. 319) dice a este respecto: “Se han hallado relatos de un Diluvio en casi todas las naciones y tribus del mundo. Aunque más comunes en el continente asiático y sus islas meridionales, así como también en América del Norte, estos relatos se han hallado en todos los continentes. La cantidad de relatos conocidos se cifra en unos doscientos setenta […]. En conjunto, se toman como prueba de que la humanidad sufrió una destrucción mundial en un gran diluvio, y que luego la raza humana se multiplicó a partir de una sola familia y desde un mismo lugar. Aunque puede que no todas las tradiciones se refieran a un mismo diluvio, parece que una gran parte de ellas coincide. Si bien se ha dicho que muchos de estos relatos se deben a la influencia de los misioneros, la afirmación no se sostiene, pues han sido los antropólogos quienes, sin un particular interés en la vindicación del testimonio bíblico, han recogido la mayoría de estas narraciones, que tienen un alto componente de fantasía y paganismo, resultado obvio de la transmisión oral por largos períodos de tiempo en una sociedad pagana. Además, algunos de esos relatos antiguos los escribieron personas que estaban manifiestamente en contra de la tradición hebreo-cristiana”.
En épocas pasadas hubo pueblos primitivos (en Australia, Egipto, Fiji, islas de la Sociedad, Perú, México y otros lugares) que conservaron un posible vestigio de la tradición diluviana en la celebración de una ‘fiesta en honor a los antepasados’ o ‘festividad de los muertos’, celebrada en noviembre. Estas costumbres eran una especie de evocación de la destrucción ocasionada por el Diluvio. Según el libro Life and Work at the Great Pyramid, en México la fiesta se celebraba el 17 de noviembre debido a que “la tradición decía que en esa fecha el mundo había sido destruido con anterioridad, y ellos temían que al fin de un ciclo una catástrofe similar aniquilase a toda la raza humana” (del profesor C. Piazzi Smyth, Edimburgo, 1867, vol. 2, págs. 390, 391). Por otra parte, el libro The Worship of the Dead dice: “Esta festividad [de los muertos] se […] celebraba en o en torno a la misma fecha en la que, según el relato de Moisés, tuvo lugar el Diluvio, es decir, el día 17 del segundo mes, mes que corresponde más o menos con noviembre” (de J. Garnier, Londres, 1904, pág. 4). Merece mencionarse que la Biblia dice que el Diluvio dio comienzo “el segundo mes, en el día diecisiete del mes”. (Gé 7:11.) Ese “segundo mes” corresponde en nuestro calendario a la última parte de octubre y la primera de noviembre.
Confirmación de las Escrituras. El testimonio que registraron bajo inspiración otros escritores de la Biblia es una prueba de la historicidad del Diluvio aún más fuerte que las tradiciones paganas de pueblos primitivos. Tan solo hay otro lugar donde aparece la palabra hebrea mab·búl (diluvio) aparte del relato de Génesis: en la melodía de David que dice que Jehová está sentado “sobre el diluvio”. (Sl 29:10.) Sin embargo, otros escritores hacen referencia al relato de Génesis y lo confirman, como por ejemplo Isaías. (Isa 54:9.) Además, el profeta Ezequiel respalda la historicidad de Noé. (Eze 14:14, 18, 20.) En sus cartas Pedro hace muchas referencias al relato del Diluvio. (1Pe 3:20; 2Pe 2:5; 3:5, 6.) Pablo, por su parte, testifica de la gran fe que mostró Noé al construir el arca para la supervivencia de su familia (Heb 11:7), y Lucas incluye a Noé en el linaje de los antepasados del Mesías. (Lu 3:36.)
Es aún más significativo lo que, según los registros de Lucas y Mateo, dijo el propio Jesús respecto a los días del Diluvio. Sus palabras no solo respaldan la veracidad de aquel cataclismo, sino que muestran el significado pictórico y profético de aquellos acontecimientos del pasado. En respuesta a la pregunta de los discípulos: “¿Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”, Jesús dijo entre otras cosas: “Porque así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. Porque como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre”. (Mt 24:3, 37-39; Lu 17:26, 27.) Por consiguiente, las Santas Escrituras, inspiradas por Dios, proporcionan numerosas pruebas que apoyan la autenticidad del relato del Diluvio. No depende de meras tradiciones de hombres, del folclor de pueblos primitivos o de hallazgos geológicos y arqueológicos.
El punto de vista bíblico
El Diluvio: ¿histórico o mítico?
‘Y todos los animales entraron a donde estaba Noé, en el arca, de dos en dos.’ (Génesis 7:8, 9.)
¿QUIÉN no ha oído hablar del Diluvio que ocurrió en tiempo de Noé? Seguramente usted conoce el relato desde niño. Lo cierto es que si va a la biblioteca más cercana es probable que el tema aparezca más en el apartado infantil que en las lecturas de adultos. Por ello, quizás opte por considerar el relato del Diluvio como un cuento más. Muchos opinan que la narración diluviana es uno de tantos pasajes bíblicos con carácter de fábula: a lo sumo una lección moralizante fruto del ingenio humano.
Por extraño que parezca, hasta personas que afirman fundar sus creencias en la Biblia dudan que el Diluvio haya sucedido. Edward J. McLean, sacerdote católico, dijo que no debía interpretarse el relato de Noé como historia, sino como “alegoría o pieza de la literatura”.
Ahora bien, ¿será la narración bíblica del Diluvio una mera alegoría, que nunca se escribió para que se tomara en sentido literal? ¿Permite la Biblia esta postura?
Detalles creíbles
Examinemos en primer lugar lo que consignó Moisés en el libro de Génesis. Allí se hace mención específica del año, el mes y el día en que dieron comienzo las precipitaciones, así como de cuándo se detuvo el arca y cuándo se secó el terreno. (Génesis 7:11; 8:4, 13, 14.) Dado que Génesis no siempre aporta las fechas de los sucesos, las que da del Diluvio destacan que Moisés lo consideraba un hecho histórico. Solo hay que comparar el tono verídico que emplea la Biblia con la introducción tradicional de los cuentos: “Érase una vez…”.
Hallamos otro ejemplo en la propia arca. La Biblia describe una embarcación de unos 133 metros de eslora, con una relación de 10 a 1 entre la longitud y la altura, y de 6 a 1 entre la longitud y la anchura. (Génesis 6:15.) Noé, sin embargo, no era constructor naval. Y recuerde que los sucesos tuvieron lugar hace más de cuatro milenios. Aun así, el arca tenía las proporciones idóneas para su cometido: servir de contenedor flotante. En efecto, los ingenieros navales contemporáneos han descubierto que las proporciones similares a las del arca favorecen la integridad estructural y la estabilidad de las embarcaciones cuando están en alta mar. Aunque la Biblia no detalla cuánto tiempo dedicó Noé a construir el arca, la narración permite un lapso de unos cincuenta o sesenta años. (Génesis 5:32; 7:6.) Todo un contraste con la famosa epopeya babilónica de Gilgamés, en la que se describe un enorme y burdo cubo de unos 60 metros de arista que se construyó en solo siete días. A diferencia de esta leyenda babilónica, el relato diluviano de la Biblia persuade al lector a confiar en que expone fielmente los hechos.
Además del relato de Génesis, las Escrituras contienen otras diez referencias a Noé o al Diluvio universal. Según dichas referencias, ¿cómo consideraban los redactores inspirados el Diluvio? ¿Como historia, o como fábula?
Confirmación de su autenticidad
En las Escrituras se incluye a Noé en dos genealogías de la nación de Israel, la segunda de las cuales se remonta hasta Jesucristo. (1 Crónicas 1:4; Lucas 3:36.) Tanto Esdras como Lucas, los compiladores de dichas genealogías, eran historiadores competentes que debieron de creer que Noé era un hombre de la vida real.
En los demás pasajes bíblicos se enumera a Noé junto a otros personajes históricos y se le cita como varón justo y lleno de fe. (Ezequiel 14:14, 20; Hebreos 11:7.) ¿Tendría sentido que los escritores bíblicos presentaran a una figura mítica como ejemplo a imitar? No, pues fácilmente se induciría al lector de la Biblia a pensar que la fe no está al alcance del hombre y que solo pueden demostrarla personajes novelescos. Se mencionó a Noé y a los demás hombres y mujeres de fe porque eran seres humanos con debilidades y sentimientos como los nuestros. (Hebreos 12:1; compárese con Santiago 5:17.)
En las restantes referencias bíblicas se habla de Noé y del Diluvio en el contexto de la destrucción que Dios infligió a los incrédulos contemporáneos de Noé. Observe la referencia que hizo Jesús al Diluvio, según consta en Lucas 17:26, 27: “Así como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, los hombres se casaban, las mujeres se daban en matrimonio, hasta aquel día en que Noé entró en el arca, y llegó el diluvio y los destruyó a todos”.
Jesucristo fue testigo ocular de los acontecimientos que mencionó, pues existía en el cielo antes de vivir en la Tierra. (Juan 8:58.) Si el Diluvio no fuera más que una fábula, habría que deducir que Jesús insinuaba que su futura presencia era pura fantasía o que sencillamente estaba contando una mentira, pero ninguna de estas conclusiones concuerda con el resto de las Escrituras. (1 Pedro 2:22; 2 Pedro 3:3-7.) Así pues, Jesucristo, fundándose en la observación directa, aceptaba el relato bíblico del Diluvio universal como historia auténtica. Sin duda, para el cristiano verdadero esta es la prueba más determinante de que el Diluvio de la época de Noé no es de carácter mítico, sino histórico.
Locomotoro
El hombre vivía en el paraiso terrenal y fué expulsado de el por la erupción del volcan Toba, así se acabó la buena vida con caza y comida abundante , temperaturas agradables ….
La serpiente en el arbol de la ciencia existió, pero de LAVA