El evento solar que podría ser una amenaza para la Tierra en los próximos meses

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La tormenta solar más fuerte de la historia ocurrió en 1859. Hoy en día expertos advierten que una “súper erupción” tal podría paralizar en cuestión de minutos la infraestructura en grandes regiones de la Tierra.

El sol tiene un diámetro de 800.000 kilómetros. La temperatura reinante en su interior es de varios millones de grados centígrados. Este calor surge por fusiones nucleares, en las cuales por segundo se funden millones de toneladas de hidrógeno, que se convierten así en helio. Estas reacciones nucleares causan explosiones visibles desde la Tierra en forma de tormentas solares, que además podrían afectar a satélites y proveedores energéticos.

En Internet, por ejemplo, cursan ya teorías apocalípticas que pronostican para este año el fin del mundo, causado precisamente por erupciones solares. Pero, ¿qué peligro real puede partir de un fenómeno tal?

Científicos de todo el mundo se han unido por la consternación. El sol ha tenido una actividad sumamente intensa durante los últimos meses. Varios fenómenos solares pueden tener graves consecuencias en la Tierra.

Se estima que la actividad más intensa legará a finales del 2023 y traer con ello un impacto en nuestro planeta. Esto acompaña el cambio de ciclo solar que ocurre cada 11 años, pero esta vez es diferente. Los astrónomos han predicho que este pico solar será más intenso de lo que el promedio.

La termósfera es el hogar de las auroras boreales y de la estación espacial internacional. Esta región de la atmósfera se caracteriza por tener altas temperaturas de hasta 2000°C. Debido a su susceptibilidad frente a distintos fenómenos solares, el reciente aumento de la actividad ha causado que la temperatura de la termosfera no pueda pasar por su proceso de enfriamiento, como suele ocurrir frente a tormentas solares. Este fenómeno podría tener consecuencias en los satélites que se encuentran en esta capa de la atmósfera terrestre.

Infraestructura sensible

Las tormentas solares representan un peligro para la infraestructura en general porque ésta depende cada vez más de los satélites y estos son muy sensibles a cambios en los campos electromagnéticos que los rodean. En especial en la aeronáutica o la navegación ya no se puede prescindir de los sistemas satelitales GPS. Pero éstos son también muy susceptibles a la actividad solar. Y es que los satélites envían sus señales hacia la Tierra desde unos 20.000 km de altura. Pero entre 1.000 y 50 km de distancia a nuestro planeta, las señales atraviesan la ionosfera, explica Börger: “Cuando las señales GPS atraviesan la ionosfera ocurre una refracción ionosférica. Es decir, se afecta la dirección de la señal y sobre todo su velocidad”.

En marzo de este año, la tormenta geomagnética más poderosa de los últimos 6 años azotó la Tierra. Sin aviso previo, tomó a los científicos completamente desprevenidos. A pesar de que sus consecuencias fueron simplemente auroras boreales en lugares inusuales, este fenómeno se ve relacionado con la intensa actividad solar y no sería una sorpresa que pasara de nuevo. 

Con información de: https://www.ngenespanol.com/ https://corporate.dw.com/

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