El océano Atlántico se cubre con la arena de Namibia

Cuando el invierno llega al hemisferio sur, concretamente al sur de África, ocurre un fenómeno que los científicos denominan como “vientos de Berg”, un tipo de viento cálido y seco que emana desde la meseta interior de Sudáfrica a raíz de un anticiclón y que barre todo a su paso hasta llegar a mar abierto.

Durante su trayectoria, este viento tiene la capacidad de incrementar las temperaturas entre 10 y 15 grados centígrados y, sobre todo, arrastrar enormes nubes de polvo que reducen la humedad relativa casi hasta el 100%.

“Los vientos de Berg se suelen observar durante 48 días en todo el año, principalmente durante los meses de junio y julio, aunque también se registran durante los meses cálidos del hemisferio”, declara la Sociedad Meteorológica Americana

Una de esas ultimas nubes de polvo se observó a mediados del mes pasado por el satélite Landsat 8, que orbita la Tierra a una altitud de 705 kilómetros, gracias a su herramienta Operational Land Imager (OLI).

Según explican desde la NASA, este sensor tiene la capacidad de captar regiones visibles, infrarrojas e infrarrojas, lo que lo convierte en una herramienta ideal para cubrir y observar lugares y acontecimientos de gran importancia. De hecho, sus imágenes poseen resoluciones espaciales pancromáticas de 15 metros y multiespectrales de 30 metros a lo largo de una franja de 185 kilómetros.

“Los instrumentos de los satélites Landsat anteriores empleaban espejos de exploración para barrer los campos de visión de los instrumentos a través del ancho de la franja de superficie y transmitir luz a unos pocos detectores”, comentan desde la NASA.

“En cambio, el OLI utiliza conjuntos de detectores largos, con más de 7.000 detectores por banda espectral, alineados a través de su plano focal para ver a través de la franja. Este diseño de  da como resultado un instrumento más sensible que proporciona información mejorada de la superficie del terreno con menos partes móviles”, añaden.

La importancia del polvo

Detectar este tipo de nubes es una tarea vital para los científicos debido a que juegan un papel significativo dentro del ciclo climático de la Tierra, tal y como explica Natalia Prats, experta del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

“Las partículas del polvo son el núcleo de condensación de las nubes. Si no existiera un soporte sólido para que se adhiera esa humedad, no habría nubes y todas las consecuencias posteriores de su inexistencia. Por lo tanto, solo con eso tienes un motivo más que suficiente para que se produzcan este tipo de fenómenos”, señala a El Ágora.

Además, las nubes de polvo africano también funcionan como un gran fertilizador de la selva amazónica. Esto es porque, sobre todo en verano, las nubes que salen del centro del continente lo hacen a gran altura, hecho que les permiten atravesar todo el Atlántico hasta llegar a Sudamérica. Allí, los materiales arrastrados, como el fósforo, alimentan la vegetación.

Sin embargo, esta nube originada al sur de África juega un vital papel a la hora de alimentar el plancton del océano ya que esos mismos nutrientes que sirven como sustento para la vegetación también lo son para estos seres que se presentan como el primer eslabón de la cadena alimentaria.

Vía: elagoradiario

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