Cogemos una botella y metemos un embudo; sellamos con plastilina el espacio que quede entre ambos, para evitar que posteriormente pueda escaparse el aire; vertemos el agua que teníamos preparada y… ¡no cae a la botella!
En lugar de acceder al interior de esta, como ocurre con cualquier embudo normal, este ‘embudo mágico’ impide el paso del líquido y provoca su derramamiento. ¿Sabrías adivinar por qué sucede esto?
Para este experimento necesitamos: agua, una botella, plastilina y un embudo.
Una vez más, en nuestros workshops es la ciencia la que acude a ayudarnos con una explicación, en la que entran en juego la presión del aire y del agua. Al verter el agua con más caudal de lo que la boquilla del embudo puede asumir, el aire que estaba dentro de la botella queda atrapado. Debido al sellado que hemos realizado con la plastilina, el aire solo puede escapar por el estrecho espacio del embudo, donde la presión que ejerce impide que el agua entre.

Vía: fundacionaquae