Lo más frecuente es verlas en las proximidades de los polos, pero a veces es posible verlas más cerca del ecuador. Se trata de las llamadas auroras boreales (en el hemisferio Norte) o australes (en el hemisferio Sur), uno de los fenómenos de la naturaleza más hermosos e impactantes, y que consiste en la aparición de extraños haces de luz de colores verdosos o rosáceos en el cielo.
Después de un viaje que puede durar hasta tres días, algunas partículas procedentes del Sol llegan a la Tierra y chocan contra el campo magnético terrestre. En los polos, donde este campo magnético «se adentra» hacia el planeta, estas partículas pueden interaccionar con la atmósfera.
En ese caso, y cuando chocan con átomos de oxígeno y de nitrógeno, se produce la liberación fotones y el ya conocido efecto de luminosidad.
Estas partículas, que pueden producirse de forma «tranquila» en el viento solar o de forma abrupta, en las gigantescas eyecciones de masa coronal del Sol, pueden convertirse en un «termómetro» del estado del Sol.
Esto resulta muy importante para los satélites, puesto que estar pastículas a las comunicaciones por radio, y también para la Tierra, puesto que pueden alterar al funcionamiento de la magnetosfera e incluso a los tendidos eléctricos de la superficie.
En la última noche, las auroras han llegado a zonas en las que no es tan frecuente verlas. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA ), compartió estas imágenes para saber hasta dónde llegaban:
Vía: abc.es/ciencia Fotografías: (EFE), Alan Dyer