Los astros siempre nos han causado fascinación y mucho más todavía cuando protagonizan eventos que, de acuerdo a sus propios ritmos y dimensiones, son más bien extraordinarios para nuestra escala de vida, danzas y coincidencias que ocurren sólo de tanto y tanto y que por lo mismo puede considerarse una fortuna que seamos capaces de atisbarlas.
Tal es el caso del suceso que hoy nos ocupa: el tránsito de Mercurio a través del Sol, algo que no sucedía desde hace casi 1 década y que consiste, grosso modo, en que Mercurio se encuentra entre la Tierra y el Sol, por lo que al observar nosotros hacia la estrella el planeta se interpone en dicha vista, con lo cual se le mira cruzar la superficie solar. Esta coincidencia de órbitas ocurre más o menos en 13 ocasiones cada siglo, por lo que se considera un suceso poco común.
La gota negra
Sin embargo, las turbulencias atmosféricas de nuestro planeta y la calidad de los telescopios crearán un curioso efecto: el de la gota negra. Tanto a la entrada como a la salida, la superficie del planeta quedará unida al disco solar como si fuera una gota de lava líquida en una lámpara.
Mercurio es el planeta más pequeño del Sistema Solar y al mismo tiempo el más rápido. Está tan próximo al tirón gravitatorio del Sol que su comportamiento resulta peculiar.
Está muy cerca astro rey y por eso sus temperaturas pueden ser muy altas, pero como no tiene atmósfera la parte en sombra es muy fría: como resultado, las temperaturas oscilan entre los -180 y los 400 grados centígrados. Si aún así, alguien se aventurarse a caminar por su superficie, por lo demás muy parecida en aspecto a la de la Luna, vería un disco solar tres veces más grande al que se ve desde la Tierra.
Fotografía: Janne, Ron Cottrell,Stephen Hodgson, Latent0Image Vía: abc.es/ciencia pijamasurf