En unos días se podrá a preciar al planeta y sus lunas sin ayuda de telescopio. Se considera como la máxima aproximación a la tierra después de muchos años.
Visto desde un telescopio parece papel jaspeado, con múltiples bandas paralelas oscuras sobre un fondo amarillento, nubes irregulares y manchas claras y oscuras que interrumpen la continuidad de las bandas. Estas características sugieren una gran agitación atmosférica. Una de estas turbulencias es la Gran Mancha Roja, una tormenta que forma parte de la envoltura gaseosa del planeta cuyo diámetro mide el doble del de la Tierra.
Júpiter tiene unos 50 satélites conocidos pero otros 17 cuerpos celestes están en espera de ser confirmados como satélites. Sus satélites más grandes son Ío, Europa, Ganímedes y Calisto, también llamados satélites galileanos en honor a su descubridor, Galileo Galilei.
Tiene un período de rotación sideral (duración de 1 día) muy rápido: 9.92496 horas o 0.41354 días. En términos terrestres, por supuesto. Realiza una órbita completa alrededor del Sol en unos 12 años terrestres, es decir, en 4,333 días.
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Su máxima aproximación
El lunes 26 de septiembre, Júpiter se verá más grande y brillante en el cielo nocturno. Primero, porque el planeta gigante alcanzará la oposición, lo que significa que estará en un punto opuesto al Sol desde nuestra perspectiva, un fenómeno que ocurre cada 13 meses. Pero además, porque Júpiter hará su máximo acercamiento a la Tierra en los últimos 59 años.
La máxima aproximación de Júpiter a la Tierra rara vez coincide con la oposición, lo que significa que las vistas de este año serán extraordinarias, según la NASA. El lunes estará a unos 590 millones de km de la Tierra, aproximadamente la misma distancia a la que estaba en 1963. En su punto más lejano, el enorme planeta se sitúa a 965 millones de km.
«Con buenos binoculares, las bandas (al menos la banda central) y tres o cuatro de los satélites galileanos (lunas) deberían ser visibles», asegura Adam Kobelski, astrofísico investigador del Marshall Space Flight Center de la NASA en Huntsville, Alabama (EE.UU.). «Es importante recordar que Galileo observó estas lunas con óptica del siglo XVII. Una de las necesidades clave será una montura estable para cualquier sistema que se utilice», señala.
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La Gran Mancha Roja de Júpiter
Kobelski recomienda un telescopio más grande para ver la famosa Gran Mancha Roja (una tormenta gigantesca, más grande que la Tierra, que perdura durante cientos de años) y las bandas de Júpiter con más detalle; un telescopio de 4 pulgadas o más grande y algunos filtros en el rango de verde a azul mejorarían la visibilidad de estas formaciones.
Según Kobelski, lo ideal para la observación es situarse en una gran elevación en un área oscura y seca. Unos días antes o después del lunes es igualmente válido. «Después de la Luna, Júpiter debería ser uno de los objetos más brillantes en el cielo nocturno, sino el más brillante», apunta. Además, con la ayuda de prismáticos o un telescopio deberían aparecer sus cuatro lunas más grandes -Io, Europa, Ganímedes y Calisto, los llamados satélites galileanos- como puntos brillantes a ambos lados del planeta.
En el espacio, la nave Juno de la NASA se dedica desde 2016 a escudriñar el planeta, proporcionando imágenes y datos increíbles sobre su atmósfera y su interior. Los científicos creen que el estudio de Júpiter puede conducir a descubrimientos revolucionarios sobre la formación del sistema solar.

En 2024, como muy tarde, la agencia espacial lanzará otra nave llamada Europa Clipper, que explorará una de sus lunas, Europa. Conocida por su capa helada y el vasto océano que se encuentra debajo de su superficie, los científicos de la NASA tienen como objetivo averiguar si es capaz de sustentar la vida.
Fuente: ABC
Con información de: https://www.geoenciclopedia.com/