Al llegar el otoño, la planta debe recoger velas y prepararse para aguantar los rigores del invierno en un estado de mínima actividad. Las hojas ya no son necesarias, así que la planta deja de producir clorofila y recicla hacia su cuerpo leñoso todos los valiosos nutrientes de sus paneles solares.
La hoja muere; pero antes, la ausencia de clorofila deja al descubierto los colores amarillos de los carotenoides. Cuando la hoja se seca y cae del árbol, ya no es más que una cáscara vacía sin nada aprovechable.
Sin embargo, en los árboles americanos y asiáticos sucede algo insólito. Al llegar el otoño, los árboles comienzan a fabricar otro pigmento llamado antocianina, de color rojo.
Esto explica el porqué de la diferencia de colores. Otra cosa es entender con qué fin la planta invierte tanto empeño en producir un nuevo pigmento cuando la hoja está a punto de desecharse.
Fotografía: Monica Bonciu