En la Biblia, no pocas veces los personajes enfrentan tormentas – y no estamos hablando solo en el sentido figurado. Hombres y mujeres de Dios tuvieron que pasar por grandes tempestades, que sirven de ejemplo hasta hoy cuando se trata de perseverancia. Otras veces, los temporales fueron artificios divinos.
“Tempestad” y “temporal” derivan del latín “tempus”, que da la idea de tiempo en el sentido cronológico, y no solo en lo climático. ¿Cómo surgió eso?
Los antiguos nombraron a las tormentas de esta manera porque algunas de ellas sucedían en los mismos períodos todos los años. Un huracán del Atlántico, por ejemplo, es común entre el verano y el otoño. Por lo tanto, en inglés hay dos palabras para las tempestades “tempest” para las que tienen períodos marcados y “storm” para las que no siguen un padrón. Con el tiempo, claro, casi no hay más distinción. Ambas palabras son usadas de la misma manera, independientemente de la temporada.
El Diluvio
La primera gran tempestad contada en la Palabra de Dios fue, obviamente, el Gran Diluvio, que inundó a toda la tierra por intención divina, para recomenzar. Para enfrentar la inundación, Dios ordenó al patriarca Noé que construyera su embarcación grande y famosa, a fin de preservar, como un archivo vivo, a las personas que creían en el aviso del Padre y a las especies de animales.
El naufrágio de Pablo
Muchos conocen varios sucesos concernientes a la conversión y a los grandes viajes misioneros de Pablo de Tarso. Un hecho menos conocido es el de cuando sobrevivió a un gran naufragio, y es en eso que entra la tercera gran tempestad citada en la Biblia.
Como está registrado en Hechos 27 y 28, el Imperio Romano ordenó la prisión del apóstol, que fue llevado a bordo de un navío militar que iba a Italia. Dios habló con Pablo sobre una gran tormenta, de la que lo libraría con vida, así como a los soldados y otros prisioneros. En el Mediterráneo, cuando el viaje estaba hasta ese momento muy tranquilo, en aguas calmas, fueron repentinamente sacudidos de un lado para el otro por el fuertísimo viento conocido como Euroclidón, que parte de Europa hacia el
Mediterráneo y puede llegar a la velocidad típica de un huracán, sucediendo típicamente en otoño o invierno. Por más de 10 días, el navío fue sacudido de un lado a otro por la porción mediterránea conocida como Mar Adriático (que baña la coste este italiana), sin control.
Vía: universal.org.ar