La universidad estadounidense de Washington llegó a la conclusión de que este fenómeno, denominado polinia, sucede por anomalías oceánicas.
Entre 2016 y 2017, la aparición de enormes e inexplicables agujeros en medio del hielo de la Antártida generó una gran conmoción e interrogantes en el mundo. Tras una investigación especial, se determinó que este fenómeno es producido por una serie de anomalías oceánicas.

El hielo de invierno en la superficie del mar de Weddell en la Antártida en ocasiones forma enormes agujeros. En agosto de 2016, una imagen satelital de la NASA reveló una brecha de 33.000 kilómetros cuadrados que se mantuvo tres semanas, y en 2017 surgió otro agujero de 50.000 km2. Para buscarle una explicación, la Universidad de Washington combinó imágenes satelitales de la cubierta de hielo marino con drifters robóticos e incluso focas equipadas con sensores para comprender mejor el fenómeno, denominado polinia (agujero en el hielo, en ruso), que sucede cuando el viento empuja el hielo cerca de la costa.

Las observaciones mostraron que se abrieron debido a una combinación de factores, “uno de ellos es la inusual situación del océano y el otro, una serie de tormentas muy intensas que se arremolinaron sobre el mar de Weddell con vientos casi huracanados”. El nuevo estudio utilizó observaciones del proyecto de modelización y observaciones del carbono y el clima en el océano sur, que emite instrumentos que derivan de las corrientes para monitorear las condiciones antárticas, y recolectó datos del programa de observación del océano Argo, elefantes marinos que transmiten datos a la costa, estaciones meteorológicas y décadas de imágenes satelitales. “Esta polinia es causada por una serie de factores que tienen que alinearse todos ellos para que ocurra”, explicó Stephen Riser, partícipe fundamental de la investigación.
Los vientos que rodean a la Antártida se acercan a la costa, promoviendo una mayor mezcla ascendente en el mar de Weddell oriental. Allí, una montaña submarina obliga a la densa agua que la rodea y deja un vórtice giratorio en la parte superior. Las fuertes tormentas de invierno pueden desencadenar un vuelco en la circulación: el agua más cálida y salada de las profundidades se agita en la superficie, donde el aire la enfría y la hace más densa que el agua de abajo. A medida esta se hunde, un agua profunda relativamente más cálida, a un grado centígrado, la reemplaza, creando un circuito de retroalimentación donde el hielo no puede reconstituirse.

Fuente: lmneuquen