Ayer, 11 de marzo de 2013, una marejada cubrió las calles principales de Comodoro Rivadavia, la ciudad más populosa de la Provincia de Chubut, el fenómeno sorprendió a los lugareños y varios autos fueron arrastrados por la corriente, mientras que otros quedaron tapados por el agua y se registraron pérdidas en cientos de hogares y negocios.
¿De qué se trata la marejada?
Al menos cinco procesos participan en la alteración de la marea durante una tormenta: los efectos de presión, el efecto directo del viento, el efecto de la rotación terrestre, el efecto de las olas y el efecto de la lluvia (Harris, 1963). En el océano abierto, la presión en un ciclón tropical provoca el aumento del nivel del agua en las regiones de baja presión y su disminución en las regiones de alta presión. La tensión del viento provoca un fenómeno cuyo efecto es que los niveles del mar en la costa tiendan a aumentar al disminuir éste, y viceversa. Este efecto es inversamente proporcional a la profundidad. En costa abierta, llegará a las bahías de la misma forma que sucedería si fuese una marejada astronómica.
La altura de las olas y de la marejada en costa dependen directamente de la configuración y batimetría del fondo oceánico. Una pequeña elevación, o un terreno escarpado en el litoral que se hunde antes de llegar a la costa y en consecuencia da lugar a aguas de gran profundidad cerca de la línea costera tenderá a producir menos marejada, pero olas más altas y potentes.
Las olas del mar son ondas sísmicas (es decir, movimientos de un medio material) de las llamadas superficiales, que son aquellas que se propagan por la interfaz, entre dos medios materiales. En este caso se trata del límite entre la atmósfera y el océano.
Cuando pasa una ola por aguas profundas (a una profundidad mayor a 1/20 de su longitud de onda), las moléculas de agua regresan casi al mismo sitio donde se encontraban. Se trata de un vaivén con una componente vertical, de arriba a abajo, y otra longitudinal, la dirección de propagación de la onda.
El fenómeno es provocado por el viento, cuya fricción con la superficie del agua produce un cierto arrastre, dando lugar primero a la formación de rizaduras (arrugas) en la superficie del agua, llamadas ondas u olas capilares, de sólo unos milímetros de altura y hasta 1,7 cm de longitud de onda. Cuando la superficie pierde su lisura, el efecto de fricción se intensifica y las pequeñas rizaduras iniciales dejan paso a olas de gravedad. Las fuerzas que tienden a restaurar la forma lisa de la superficie del agua, y que con ello provocan el avance de la deformación, son la tensión superficial y la gravedad. Las ondas capilares se mantienen esencialmente sólo por la tensión superficial, mientras que la gravedad es la fuerza que tensa y mueve las olas más grandes.

Por Kazatormentas
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