Mayo 2020 fue el más cálido jamás registrado

Una ola de calor sin precedentes en Siberia ha provocado que el pasado mes de mayo fuera el más cálido jamás registrado, al mismo tiempo que las concentraciones de CO2 en la atmósfera alcanzan su mayor cota mensual de siempre con 417,1 partes por millón.

A pesar del mes de junio primaveral que se está viviendo en muchos puntos de Europa, los datos parecen empeñados en demostrar que este 2020 va camino de batir todos los récords de temperatura. El Servicio de Cambio Climático de Copérnico (C3S), el sistema de observación satelital de la Unión Europea, acaba de desvelar que el mes que acaba de pasar fue el mayo más cálido jamás registrado. A nivel mundial, fue 0,63 grados centígrados más caluroso que el promedio de mayo entre 1981 y 2010.

El principal motivo de este récord es la ola de calor que ha recorrido Siberia a lo largo del pasado mes: en algunas zonas de la tundra rusa se registraron hasta 10ºC por encima del promedio. Una temperaturas sin precedentes que pueden tener preocupante repercursiones por la enorme cantidad de superficie helada que hay en el territorio siberiano, donde se encuentra gran parte del permafrost global. De hecho, el reciente vertido de diésel en un río de Siberia se ha relacionado con la desaparición paulatina de estos terrenos que permanecen completamente congelados durante años.

Sin embargo, las temperaturas también sobrepasaron holgadamente los valores normales en el oeste de Alaska, la zona de los Andes que separa Chile y Argentina, y las regiones de la Antártida occidental y oriental, zonas donde hay hielo permanente. Por lo demás, el mes de mayo fue algo más caluroso de lo normal en el oeste de América del Norte, el cono norte y el sur de Latinoamérica, el sudeste asiático y prácticamente la totalidad del continente africano.

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Diferencias de temperatura entre mayo de 2020 y la media de los últimos 40 años.

En Europa, aunque este mes hizo de media más frío de lo normal, Copérnico alerta de que en general las temperaturas de primavera estuvieron 0,7 grados por encima de la media de los últimos cuarenta años. También ha habido importantes diferencias regionales: aunque ha hecho calor muy por encima del promedio en el suroeste y el extremo noreste del continente, también ha hecho más frío de lo normal en una región que se extiende desde Escandinavia hasta los Balcanes y la costa norte del Mar Negro.

En general, la primavera boreal ha estado marcada esas temperaturas muy anómalas sobre Siberia, que alcanzaron cerca de 10 °C por encima del promedio de 1981-2010 en los tramos más bajos de los ríos Ob y Yenisei en el noroeste de la región. En estas zonas, ya se ha informado de la ruptura temprana del hielo de los ecosistemas fluviales.

En lo que respecta a las precipitaciones, el Reino Unido, el norte de Francia y el Benelux han tenido un mes de mayo mucho más seco que el promedio, una tendencia a la sequía que se ha repetido en toda Europa menos en la península Ibérica, que ha registrado un mayo más lluvioso de lo habitual.

Más CO2 que nunca

Más malas noticias para el medio ambiente. A pesar de la fuerte desaceleración económica mundial causada por la pandemia de coronavirus, la lectura mensual de gases de efecto invernadero de mayo es la más alta jamás registrada. El CO2 atmosférico, que se mide en el Observatorio Mauna Loa (Hawaii), un referente global, alcanzó un pico estacional de 417,1 partes por millón este mismo mayo, la lectura mensual más alta jamás registrada, según ha informado la NOAA y el Instituto de Oceanografía Scripps.

El valor pico de este año fue 2,4 partes por millón (ppm) más alto que el pico 2019, registrado en mayo de 2019. Los valores mensuales de dióxido de carbono (CO2) en Mauna Loa rompieron por primera vez el umbral de 400 ppm en 2014, y ahora están en niveles no experimentados por la atmósfera en varios millones de años.

“El progreso en la reducción de emisiones no es visible en el registro de CO2“, ha asegurado Pieter Tans, científico principal del Laboratorio de Monitoreo Global de NOAA. “Continuamos comprometiendo a nuestro planeta, durante siglos o más, con más calentamiento global, aumento del nivel del mar y eventos climáticos extremos cada año”. Estas cifras significan que, aunque los humanos dejasen de emitir CO2 repentinamente, el exceso de dióxido de carbono en la atmófera aún tardaría miles de años en ser absorbido por el océano y los bosques para volver a niveles preindustriales.

“La gente puede sorprenderse al escuchar que la respuesta al brote de coronavirus no ha hecho más para influir en los niveles de CO2“, explica el geoquímico Ralph Keeling, que dirige el programa de Oceanografía Scripps en Mauna Loa. “Pero la acumulación de CO2 es un poco como la basura en un vertedero. A medida que seguimos emitiendo, se sigue acumulando. La crisis ha ralentizado las emisiones, pero no lo suficiente como para aparecer perceptiblemente en Mauna Loa. Lo que importará mucho más es la trayectoria que tomamos al salir de esta situación”.

A pesar de que las plantas terrestres y el océano global absorben una cantidad de dióxido de carbono equivalente a aproximadamente la mitad de los 40.000 millones de toneladas de contaminación de CO2 emitidas por los humanos cada año, la tasa de aumento de CO2 en la atmósfera se ha acelerado constantemente. En la década de 1960, el crecimiento anual promedió alrededor de 0,8 ppm por año, para luego duplicarse a 1,6 ppm por año en la década de 1980 y se mantenerse estable a 1,5 ppm por año en la década de 1990. La tasa de crecimiento promedio nuevamente aumentó a 2,0 ppm por año en la década de 2000, y volvió a crecer 4 ppm por año durante la última década. “Hay pruebas abundantes y concluyentes de que la aceleración es causada por el aumento de las emisiones“, ha asegurado Tans.

Vía: Elagoradiario

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