Tradicionalmente se ha visto a los corales, cuyos esqueletos de carbonato de calcio constituyen la base de los arrecifes de coral, como organismos pasivos que dependen por completo de las corrientes oceánicas para que les lleguen las sustancias disueltas que necesitan, como por ejemplo nutrientes y oxígeno.
Pero ahora se ha descubierto que los corales están lejos de ser pasivos, ya que actúan sobre su entorno mediante movimientos pequeños pero hábiles que agitan el agua creando patrones turbulentos que mejoran en gran medida su capacidad para intercambiar nutrientes y gases disueltos con su entorno.
Los corales son pequeños animales traslúcidos que habitan en el fondo marino. Estas comunidades de organismos se extienden por cientos de kilómetros formando espectaculares arrecifes. Son reconocidos por sus colores extremadamente llamativos y su vaporoso movimiento.

Estas estructuras coralinas son en realidad exoesqueletos integrados por zooxantelas —microalgas— que producen los maravillosos tonos fluorescentes de su cuerpo. Los tentáculos que se mueven airosamente son sus armas para conseguir alimento. Basta con tener una roca marina disponible para que estos animales, llamados pólipos, se adhieran a ella para comenzar su reproducción. Una vez que un pólipo se fija a la roca, comienza a dividirse en miles de clones para dar vida a la comunidad.
Los corales forman uno de los ecosistemas más ricos del planeta, y lo más sorprendente es que les toma siglos crecer hasta convertirse en masivas criaturas del océano. Existen cientos de especies de coral con diferentes formas y colores (además de nombres preciosos): los corales cerebrales (por su parecido a este órgano humano), los corales abanicos (parecen árboles), los látigos, etc. Cada uno tiene características distintas de acuerdo con su tipo y ubicación.
Bajo el título Slow Life, el artista Daniel Stoupin nos muestra la vida de los corales en un time-lapse de 9 meses:
Los organismos más importantes que juegan funciones clave en la biósfera no parecen ser seres emocionantes bajo el enfoque motion. Plantas, fungi, esponjas, corales, plancton y microorganismos hacen la vida en la Tierra y son similares a todos los seres vivientes, son dinámicos, móviles y con propiedades fundamentalmente similares a las nuestras. Crecen, se reproducen, se expanden, se mueven hacia la energía y se alejan de condiciones no favorables. Sin embargo, su velocidad parece no estar en sincronía con nuestra percepción. Nuestros cerebros están conectados para comprender y seguir eventos rápidos y dinámicos, especialmente aquellos con una velocidad similar a la nuestra.