El Sol emitió una fortísima llamarada, la cuarta en menos de una semana, de una intensidad de X8,3, donde la letra “x” representa una clase de fulguraciones extremadamente, la más fuerte de las cinco clases existentes. Esta actividad solar derivó en una tormenta magnética, por lo que varias personas podrían haber sufrido malestar físico. La liberación de masa coronal de este tipo de llamaradas ‘queman’ el campo magnético de la Tierra.
¿Qué hizo que esta llamarada fuera tan «radiactiva»? Tiene que ver con la ubicación de AR2673 en el momento de la explosión. El miembro occidental del sol está magnéticamente bien conectado a la Tierra.
Los campos magnéticos volando en espiral desde el lugar de la explosión condujeron directamente a nuestro planeta, canalizando estos protones energéticos hacia la Tierra.
Normalmente, las tormentas de radiación solar se mantienen a raya por el campo magnético de nuestro planeta y la atmósfera superior. El 10 de septiembre, sin embargo, hubo un «evento a nivel del suelo» (GLE). Los monitores de neutrones en el Ártico, el Antártico y varios otros lugares de alta latitud detectaron una oleada de partículas que llegaban hasta la superficie de la Tierra:
(NASA)