Tras una década histórica de sequía, Chile se enfrenta a un severo verano

Cerrando el 2020 en medio del anuncio de la segunda ola de Covid 19, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) confirma la llegada del fenómeno de La Niña, augurando un verano seco para Chile y que, además, extenderá el alarmante registro de escasez hídrica.

El cambio climático nuevamente se hace presente con una serie de alteraciones al territorio de Chile. Tras una década histórica de falta de precipitaciones, afrontamos un verano marcado por la sequía, el calor excesivo y la falta de lluvias en muchas zonas del país.

En octubre de 2019 el río Maipo en Chile, principal cuenca que nutre de agua a todo Santiago y sus siete millones de habitantes, traía solo 27 m3/s promedio, cuando lo normal es 75 m3. Esta grave situación obligó a redistribuir las aguas del río, estableciendo que un 64% de su caudal disponible fuera destinado para el consumo del Gran Santiago (en épocas normales es menos del 30%) y lo que sobró, se prorrateó para el riego de 120.000 hectáreas.

Esto significó la pérdida de plantaciones, afectando principalmente a los medianos y pequeños agricultores de la zona sur poniente de la Región Metropolitana, pues no suelen tener tanques de acumulación ni pozos de respaldo. Hubo que seguir descargando aguas desde El Embalse El Yeso, ubicado en el Cajón del Maipo, para suplir el gasto.

Embalse del Yeso, sobre el río Maipo chileno.

A poco más de un año de este episodio, y cerrando el 2020 en medio del anuncio de la segunda ola de Covid 19, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) confirma la llegada del fenómeno de La Niña, augurando un verano seco para Chile y que, además, extenderá el alarmante registro de escasez hídrica.

¿Qué quiere decir esto?, ¿Estamos acaso en condiciones de vivir una crisis hídrica? La Junta de Vigilancia del Río Maipo, volcada en atender la situación, aclara que hay garantía de suministro, pero conviene tomar medidas a corto plazo, como la reducción del consumo, y a medio y largo plazo, basadas en una visión global y colaborativa entre todos los actores que permita afrontar los cambios climáticos y de régimen de lluvias que ya está experimentando Chile.

La Niña, lo bueno y lo malo

Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, explica que la temperatura superficial del océano tiene ciclos cuyas fases se conocen como El Niño y La Niña y que “durante El Niño, la temperatura del Pacífico Oriental (frente a Perú y Ecuador) está más cálida de lo normal y durante La Niña, la temperatura en la misma zona está más fría de lo normal”.

“Eso no significa que no tendremos un verano caluroso. Solo que, sin La Niña, el verano sería todavía más cálido”, señala el climatólogo.

Por su parte, Arnaldo Zúñiga, meteorólogo Encargado de Difusión Dirección Meteorológica de Chile (DMC), explica que desde el invierno se venía pronosticando que a inicios de primavera habría una alta probabilidad de pasar de la etapa neutra del Fenómeno del Niño a un estado del Fenómeno de la Niña, “y así ha sido, estamos en estos momentos con una Niña declarada dentro del rango moderada, por lo cual se inhiben las lluvias en el centro y centro sur del país, que podría ser una causa de este déficit hídrico”.

A pesar de este déficit, episodios como el expuesto al inicio de esta nota, estarían lejos de repetirse. Es lo que nos asegura Natalia Dasencich, encargada de Asuntos Legales de la Junta de Vigilancia del Río Maipo, quien indica que “este año está mejor aspectado, porque de verdad que las lluvias de junio fueron bastante buenas, fueron un alivio, pero no la solución, para que no se relaje la gente”.

Una imagen de los embalses que abastecen de agua a las ciudades chilenas, entre picos nevados.

En invierno “se acumularon varios mantos de nieve y eso nos ha permitido un escurrimiento bastante importante, así que logramos adelantar el cierre del Embalse El Yeso, porque nosotros lo cerramos todos los primeros de noviembre y lo volvemos a abrir los 31 de marzo, y esto es para poder acumular todas las aguas del deshielo que se producen precisamente en estos meses”, explica Natalia Dasencich.

“Estos cierres interanuales del Yeso se han hecho en los últimos nueve años más o menos, que son los que llevamos arrastrando la sequía y este año pudimos iniciar desde antes la operación de llenado, porque los volúmenes de deshielo estuvieron mejor. Los caudales del río Maipo se presentan bastante mejores, por lo que, en el corto plazo, al menos para este verano y el invierno, no estamos con riesgos de racionamiento”, enfatiza Dasencich.

Este llenado del cual habla Dasencich, es gestionado por la Junta de Vigilancia del Río Maipo, entidad privada, integrada por los usuarios titulares de derechos de agua en la primera sección del río y que se divide entres grupos: asociaciones de canalistas, empresas sanitarias y generadoras eléctricas.

Esta Junta de Vigilancia del Río Maipo presentó, a mediados de 2020, un estudio realizado por el Centro de Investigación Cetaqua, el cual indicó que hasta en un 75% disminuirá, en los próximos 30 años, el aporte de caudales de glaciares al río Maipo, lo que implica definir prontas acciones que permitan enfrentar los cambios que este suceso impondrá en la generación de agua para el uso y consumo humano.

“Una de las principales conclusiones que nosotros sacamos del estudio, es que estamos transitando de régimen hidrológico y eso es absolutamente relevante, porque siempre hemos sido una cuenca de tipo nivo-glacial. ¿Qué significa esto? Que todo lo que llueve y nieva queda congelado en la cordillera, a muy bajas temperaturas”, nos explica Natalia Dasencich, encargada de Asuntos Legales de la Junta de Vigilancia del Río Maipo.

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La experta en hidrología añade: “Nos estamos transformando en una cuenca más bien del norte, en que la isoterma cero se elevó bastante, congelando el agua a mucha mayor altura ahora y eso produce que cuando llueve, lo hace en forma líquida, y las nieves cuando precipitan se derriten apenas sube un poco la temperatura. Hemos perdido en esta cordillera la capacidad de almacenamiento de grandes volúmenes de agua y eso implica un cambio en gestión de la cuenca, porque nosotros estábamos adecuados al régimen hidrológico, y tenemos que empezar a pensar cómo nos vamos a adaptar a un régimen más bien pluvial, donde las excedencias se van a producir en meses distintos y van a escurrir apenas caigan, sin capacidad de almacenamiento y eso nos pone en una situación bastante vulnerable”.

En tanto, desde Aguas Andinas valoraron los resultados del estudio, “pues ratifica una vez más que los efectos del cambio climático tendrán un impacto en el largo plazo, por lo que son necesarias acciones con una visión global y colaborativa que nos permitan enfrentar de mejor manera este problema. Más allá de tomar conciencia en este sentido, con estos estudios buscamos contar con herramientas que nos permitan tomar decisiones anticipadas y compartidas con el resto de usuarios de la cuenca”, explicó Jonás De Miguel, director de Estrategia de la compañía.

Sensibilizando a la comunidad

Los resultados de este estudio que anticipan cambios en el clima y las precipitaciones y presiones como las de La Niña, obligan a asumir una actitud decidida y comunitaria para enfrentar estos sucesos. Para esto es fundamental sumar al Estado y a la comunidad, sobre todo de Santiago, a un trabajo que permita mirar el problema como algo que nos afecta a todos.

Si no, puede darse un suceso del cual habla Natalia Dasencich, al recordar la crisis de 2019 y fue que la escasez de agua no se notó en descenso de consumo: “Lo más dramático es que no se observaba una reducción en el consumo de la ciudad, sino que veíamos que esto se mantenía más o menos igual y no había una sensibilidad ni por parte de las autoridades ni de los consumidores, para bajar los consumos y ahí vemos que existe una desconexión de la ciudad con la cuenca que estamos tratando de revertir”.

Por ello la importancia de informar y educar, pero también de evaluar diversas alternativas que permitan disponer de agua, como usar baterías de pozos en el sector agrícola, lo cual está siendo estudiado por una mesa técnica. Otra posibilidad es reutilizar aguas servidas tratadas de Santiago, “devolviendo esas aguas a predios que normalmente se regaban con el río Maipo, o bien para uso de riego de parques, usos recreacionales con las correspondientes advertencias para la salud de las personas”.

Pero sobre todo, el llamado que hace la Junta de Vigilancia del Maipo, es no sólo a cuidar el agua, sino a informarse y derribar los mitos que existen en torno a su uso, y a poner la mirada también en que el clima y los recursos naturales, tal como los conocíamos, han cambiado y eso nos obliga a cambiar también nuestra relación con ellos.

Vía: elagoradiario.

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