La Cueva de Naica, que yace entre las profundidades de México, en ella se alzan los cristales naturales más grandes del mundo.
La humedad que se respira allí dentro es de entre el 90 y el 100%. No en vano, los trabajadores solo pueden soportar unos 10 minutos de exposición continua ante estas circunstancias. La selenita no es otra cosa que una variedad del yeso que hace que adquiera la forma de cristal transparente.
Otra de las características de este mineral es su gigantesco tamaño. De ahí la imagen tan irreal y fotogénica que luce la cueva de Naica. Hasta el punto de que el enclave parece sacado de una película de ciencia ficción o del mismísimo planeta Krypton de Superman.
Se han descubierto miles de formaciones minerales que sorprenden por su gran belleza y es que cuando creemos que lo hemos visto todo, la naturaleza se encarga de demostrarnos que no es así. Quizá los monolitos o la geomorfología no tengan vida en sí mismos. No obstante, eso nos los abstiene de evolucionar hasta obtener un aspecto sumamente intrigante. Para prueba de ello están las fulguritas, las esculturas naturales labradas por los rayos. Pero debajo de la tierra también se esconden formaciones sorprendentes.
El descubrimiento de una maravilla subterránea
En 1974, tres mineros: Alejo Hernández, Pedro Ramos y Vicente Ruíz, descubrieron la primera veta a unos 130 kilómetros de la ciudad de Chihuahua. Más tarde, conforme la actividad minera avanzó, poco a poco se fue desvelando el camino hacia esta maravilla subterránea. En el año 2000 los espeleólogos Eloy y Javier Delgado, trabajaban con un taladro a 290 metros de profundidad. De repente la maravilla geológica quedó al descubierto y reveló una cámara donde se albergaba una serie de enormes cristales, que según sus cálculos debían pesar unas 55 toneladas.
Así, dieron con la Cueva de Naica en México, la cueva que posee los cristales más grandes que la humanidad jamás haya visto. También se le llama la Cueva de las Espadas y esto no es aleatorio, los enormes cristales en su interior, asemejan a espadas de gigantes salidos de un cuento de fantasía.
Los cristales son de un blanco resplandeciente, que parecen más bien un mundo de gigantes de hielo. Pero la realidad es que su composición es de selenita. Este es un mineral que forma cristales transparentes o de masas cristalinas, como es el caso de la Cueva de Naica.
Microorganismos de 50 mil años atrás
El descubrimiento representó un gran evento, que esta cueva y otras cavernas cercanas se designaron como zonas protegidas. Las grandes formaciones geológicas fungen como un laboratorio subterráneo para los investigadores científicos. En 2017, Penelope Boston, directora del Instituto de Astrobiología de la NASA, descubrió que al interior de los cristales se esconden pequeñas burbujas con microorganismos de hace más de 50 mil años.
Llegar hasta el interior de la caverna es muy dificultoso y resulta un peligro para sus visitantes. Con anterioridad se podía visitar la Cueva de las Espadas, pero conforme se dieron cuenta del peligro que esto represente, actualmente sólo investigadores pueden acceder a ella. Para los curiosos y amantes de las rocas, solo quedan las asombrosas imágenes que nos regalan sus afortunados visitantes.