El aumento del nivel del mar inducido por el cambio climático amenaza con hacer la vida aún más difícil a los residentes de esta isla que de a poco se hunde.
Dado que las casas ya se inundan periódicamente, los expertos dicen que el mar se tragará Carti Sugtupu y docenas de islas vecinas en la región de Guna Yala para finales de siglo.
Cuarenta y nueve de las islas están pobladas y se encuentran a sólo unos pocos pies (menos de un metro) sobre el nivel del mar.
Se trata de una pequeña isla caribeña, Carti Sugtupu, donde cientos de personas se están preparando para hacer las maletas y trasladarse para escapar de las crecientes aguas que amenazan con sepultar sus ya precarios hogares.
Cartí Sugdupu es una de las 365 islas del archipiélago de la comarca indígena de Guna Yala. Sus habitantes viven de la pesca, el turismo y la producción de yuca y plátano, que recogen en la zona continental.
La comunidad indígena de la isla, de menos de 2.000personas, sobrevive sin agua potable ni saneamiento.
Viven de la pesca, la recolección de cultivos ricos en almidón como la yuca y el plátano, la producción textil tradicional y un poco del turismo.
No es una vida fácil, con un calor intenso y una falta de servicios públicos que se suman a la incomodidad de las condiciones de hacinamiento en una isla del tamaño de cinco campos de fútbol.
«Hemos notado que la marea ha subido«, dijo la profesora Magdalena Martínez,»Creemos que nos vamos a hundir, sabemos que va a suceder«, dijo.
Martínez es uno de los cientos de habitantes de la isla que esperan mudarse pronto a un asentamiento en Panamá continental recién construido por el gobierno, una medida que puede salvar a los isleños, pero pone en riesgo su cultura y forma de vida.
En Carti Sugtupu no hay agua potable y los residentes tienen que salir en botes para recogerla de los ríos o comprarla en tierra firme.
Pocos tienen electricidad. La mayoría de los residentes reciben algunas horas de energía al día de un generador público. Unos pocos tienen paneles solares que alimentan sus casas construidas con zinc y madera, con pisos de tierra.
Ninguno tiene baños propios y los residentes tienen que visitar cubículos comunitarios en los extremos de los muelles donde tablas de madera colocadas sobre el mar sirven como letrinas.
«No hay espacio para ampliar las viviendas ni para que los niños jueguen«, afirmó Human Rights Watch en un informe reciente sobre la isla.
«Las inundaciones y tormentas han hecho la vida aún más difícil… afectando la vivienda, el agua, la salud y la educación. Se espera que este tipo de clima extremo se vuelva más común a medida que se acelera la crisis climática«, afirmó.
Después de años de promesas y retrasos, el gobierno ha anunciado que para finales de este año o principios de 2024 estará listo para trasladar a las familias al continente, a 15 minutos en barco, donde ha construido un nuevo barrio que incluye un escuela.
Con información de: https://www.tiempo.com/