El gobierno del gigante asiático ha anunciado a través de un comunicado que su sistema de control climático cubrirá el 60% de su territorio en tan solo cuatro años.
Con sus propias ventajas, China se ha convertido en una de las potencias tecnológicas más grandes del mundo. Tiene la capacidad de invertir y desarrollar los últimos elementos, haciendo de este gigante asiático un referente en este campo y destacar en proyectos de gran envergadura, como el tren maglev (velocidad hasta 800 km / h), el «Belt and Road «Silk Road 2.0-, Su misión Chang’e a la luna … ahora es su última idea: el control del clima.
Durante muchos años, muchos expertos han estado pensando que cuando China celebra eventos internacionales importantes (como celebrar el Año Nuevo o un tradicional desfile militar), los días siempre son soleados y la lluvia nunca ha sido un problema. La razón es simple: no es más que la semilla de las ideas de China sobre la mesa, y algunos países se han quejado de cómo les afectará.
En los últimos años, China ha puesto en práctica un proyecto para tratar de manejar el clima a su antojo, con el que han logrado desde evitar precipitaciones en días especiales a provocar lluvias gracias a la ‘siembra’ de nubes artificiales. Ahora, el gigante asiático ha informado a través de un comunicado oficial que este proyecto, que se estaba utilizando de manera muy local, será expandido de manera exponencial de cara a 2025. Y la polémica está servida.
«El área total de operación para la lluvia artificial superará los 5,5 millones de kilómetros cuadrados, mientras que para la supresión del granizo debería superar los 580.000 kilómetros cuadrados», explica en su comunicado. Tengamos en cuenta que China cuenta con 9,5 millones de kilómetros cuadrados, por lo que este ambicioso proyecto de control del clima cubrirá el 60% de su territorio. El problema es que no existen estudios para predecir las consecuencias de su implementación.
Su funcionamiento es relativamente sencillo. Se inyecta de manera artificial yoduro de plata en las nubes; cuando alcanzan un nivel óptimo de humedad, aumenta su condensación y descargan en forma de lluvia, consiguiendo precipitaciones provocadas. Pero, además, sirve para evitar que las lluvias lleguen a puntos o lugares donde se quieren evitar, logrando que las nubes se vacíen en puntos menos conflictivos y permitiendo tener un control sobre cómo y cuándo llueve.
China defiende la realización de estas prácticas al asegurar que logran controlar las siguientes situaciones: «La estimación de desastres como sequías y granizo, y trabajos relacionados en áreas de producción agrícola; planes de trabajo normalizados para regiones que necesitan protección y restauración ecológica; y respuestas de emergencia importantes para hacer frente a eventos como incendios forestales o de pastizales y altas temperaturas inusuales o sequías», explican.
Las quejas de India
Sin embargo, la polémica está servida, especialmente con la India. Las tensiones entre ambos países por el control de sus fronteras en el Himalaya han provocado varios enfrentamientos en los últimos años y, ahora, la creación de lluvia artificial no ha gustado lo más mínimo al país hindú. ¿El motivo? El ‘robo de lluvia’. Y es que el hecho de que China consiga controlar su clima puede generar que el de los países de su alrededor se vea diamentralmente afectado.
«Uno de los temores de que se aplique esta tecnología en China de manera masiva es si tendrá un impacto en el monzón de verano de India, que es también clave para toda la región. Uno de los factores impulsores del monzón es la diferencia de temperatura entre la meseta tibetana y el océano Índico. Así que, si realizaras cambios significativos en la meseta tibetana, podría tener efectos bastante drásticos», explica a BBC Dhanasree Jayaram, científica del estado de Karnataka.
El problema, en realidad, es que no existen demasiados estudios que analicen qué consecuencias pueden tener estos cambios en el clima, por lo que algunos países están pidiendo que se empiece a plantear la posibilidad de llevar a cabo una regulación mundial que ponga un marco firme al control meteorológico. Desconocemos las consecuencias que puede tener este plan, que en 2025 se pondrá en marcha. Quizá, jugar a ser dioses no sea algo al alcance del ser humano.
Vía: elconfidencial