Durante unos períodos de actividad más violenta de lo normal en el Sol, conocidos como tormentas solares, se emiten desde él partículas de alta energía.
Si una ráfaga lo bastante fuerte llega a la Tierra, puede perturbar o incluso dañar satélites, incluidos los de comunicaciones, además de numerosas infraestructuras electrónicas o eléctricas, así como suponer un riesgo de radiación para los astronautas y la gente a bordo de aviones en vuelo. En 1859, durante lo que se conoce como el Evento Carrington, una gran tormenta solar provocó el fallo de los sistemas telegráficos en toda Europa y América. Como el mundo moderno depende de las infraestructuras electrónicas y eléctricas mucho más que el de entonces, la amenaza es hoy mucho mayor.
Para minimizar el peligro de que un nuevo Evento Carrington paralice la civilización, los científicos tratan de averiguar cómo exactamente se generan estas ráfagas de partículas para poder predecir mejor cuándo pueden afectar a la Tierra.
Stephanie Yardley, del University College de Londres en el Reino Unido, y David Brooks, de la Universidad George Mason en Estados Unidos, analizaron la composición de partículas solares de alta energía que llegaron a la órbita terrestre y descubrieron que tenían la misma «huella dactilar» que el plasma situado en la parte baja de la corona solar, cerca de la región media de la atmósfera del Sol, la cromosfera.
En el estudio se ha determinado por vez primera de que zona concreta del Sol proceden sus partículas de alta energía. Lo descubierto respalda las teorías que según las cuales estas partículas se originan en el plasma que ha sido retenido en la parte baja de la atmósfera del Sol por fuertes campos magnéticos. Estas partículas de alta energía, una vez liberadas, son aceleradas por erupciones solares.
Esas partículas de alta energía pueden llegar a la Tierra muy rápidamente, en un plazo de horas, a veces incluso en menos de una hora. Las ráfagas pueden llegar a durar días. En la actualidad, solo es factible hacer previsiones sobre los efectos de estos eventos mientras la tormenta solar está en marcha, ya que es muy difícil predecir tales tormentas y su alcance antes de que ocurran. Conociendo mejor los procesos del Sol, será posible mejorar las previsiones para que, cuando se inicie una gran tormenta solar, las autoridades tengan tiempo de actuar para reducir los riesgos.
Una eyección de masa coronal, en plena erupción al espacio, el 31 de agosto de 2012. (Foto: NASA GSFC / SDO)
En el estudio, los investigadores se valieron de mediciones efectuadas por el satélite Wind de la NASA, situado entre el Sol y la Tierra, para analizar una serie de ráfagas de partículas solares de alta energía, cada una de las cuales duró al menos un día, en enero de 2014. Compararon estos datos con los de espectroscopia del satélite Hinode, dedicado a la observación del Sol. La del Hinode es una misión de la JAXA (la agencia espacial japonesa) con participación internacional. Un espectrómetro de la nave fue construido por el University College de Londres y de hecho Brooks es miembro del equipo de operaciones de la misión.
El estudio, titulado “The source of the major solar energetic particle events from super active region 11944”, se ha publicado en la revista académica Science Advances.
(Fuente: NCYT de Amazings)