Descubrieron que el aroma de este insecto podría combatir los pulgones que tanto amenazan a nuestras plantas. En esta nota te contamos de qué se trata la investigación realizada por especialistas de la Universidad Estatal de Pensilvania.
Los insectos herbívoros siempre fueron el dolor de cabeza de muchos jardineros y agricultores.
Los pulgones son una plaga altamente destructiva para una variedad de cultivos, y su gran número, la capacidad de transmitir patógenos de las plantas y su mayor resistencia a los insecticidas los convierten en un problema persistente para los productores. También resultan ser la comida favorita de las Vaquitas de San Antonio, que los jardineros acogen como una fuente de control sostenible de plagas. La investigación de Hermann ha demostrado que los pulgones y otros insectos herbívoros se mantendrán alejados de los campos y jardines si pueden oler a los depredadores cercanos. No solo eso, sino que la exposición a las señales de olor emitidas por las mariquitas también puede hacer que los pulgones disminuyan su tasa de reproducción y aumenten su capacidad para desarrollar alas, comportamientos diseñados para evitar amenazas.
En otras palabras, los depredadores que se alimentan de insectos herbívoros emiten olores que las plagas pueden percibir, según reveló un nuevo estudio a cargo de un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania.
Con estas observaciones en mente, el equipo de investigación se propuso determinar si las señales olfativas emitidas por las mariquitas podrían, por sí solas, controlar las plagas.
El nombre científico de las vaquitas de San Antonio es Coccinellidae. Es una familia de insectos del orden de los Coleópteros de la superfamilia Cucujoidea. Popularmente son llamadas de diferentes maneras, según el país. Mientras en Argentina y Uruguay son vaquitas de San Antonio, por ejemplo en España, Venezuela y Perú, entre otros, se la conoce como mariquita.
Con los insectos cada vez más resistentes a los pesticidas tradicionales, los investigadores ahora informan que han desarrollado una forma de embotellar el “olor del miedo” producido por los depredadores para repeler y perturbar a los insectos destructivos de forma natural sin la necesidad de sustancias agresivas.
Aparentemente un determinado comportamiento de las plagas al sentir el olor de sus depredadores cambia, y también se producen cambios en su fisiología.
¿Cuáles son esos cambios? Los olores que desprenden estos insectos indican a los pulgones que dejen de reproducirse y que le crezcan alas más grandes, ambos comportamientos para evitar amenazas.
Es por esto que se identificó cierto olor en las vaquitas de San Antonio, también conocidas como mariquitas, que podría ayudar a mantener alejadas las plagas del jardín. Estos insectos funcionan, de cierta manera, como difusor de un aroma especial que funciona como depredador natural de insectos hervíboros.
La investigadora principal y coautora del estudio, Sara Hermann afirma que “No es raro usar nuestros sentidos para evitar situaciones de riesgo. Si un edificio se incendiara, nosotros, como seres humanos, podríamos usar nuestros sentidos de la vista u olfato para detectar la amenaza. Existe evidencia de tales respuestas conductuales al riesgo en todos los taxones que sugieren que los organismos presa pueden detectar amenazas de depredación, pero los mecanismos de detección no se comprenden muy bien, especialmente con los insectos”.
El equipo de investigación identificó y extrajo el “olor volátil” de las vaquitas mediante cromatografía de gases, una técnica que separa los diferentes componentes de un olor. Luego, los pulgones se conectaron a una máquina electroantenograma (EAG) por sus antenas y se expusieron a cada componente individualmente para ver cuál tenía mayor reacción.
La fuerza de su respuesta se basó en la señal captada por la máquina EAG, que está diseñada específicamente para probar las reacciones de los insectos a los olores. De las muchas sustancias emitidas por las vaquitas de San Antonio, la respuesta más fuerte fue a la clase de compuestos químicos conocidos como metoxipirazinas. Específicamente, estos incluían isopropil metoxipirazina, isobutil metoxipirazina y sec-butil metoxipirazina. Estos se aprovecharon en una mezcla de olor especial, que se puede colocar en un difusor de aceite esencial y esparcirse en un jardín o en el campo.
Los investigadores ahora esperan probar sus difusores al aire libre para ver si producen los mismos resultados. También buscan medir el área de dispersión de los aromas que emitirán y ver si podrían aplicarse a otras plagas, depredadores y cultivos.
“Los insectos dependen de las señales olfativas para encontrar comida, parejas y lugares para vivir, por lo que esta es una gran oportunidad para investigar cómo usar estos olores para manipular su comportamiento”, concluyó la coautora del estudio, Jessica Kansman.
Vía: infobae.com