La luna de Saturno conocida como «la Estrella de la Muerte» alberga un océano subterráneo

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El informe divulgado por varios investigadores, provocó asombro entre la comunidad de científicos que llevan años estudiando los confines de esta misteriosa Luna del planeta Saturno.

 Mimas, la luna conocida principalmente por su parecido más que razonable con la “Estrella de la Muerte” de Star Wars. Al menos así es como ya se la conoce. Nuevos descubrimientos la ponen en el centro de la escena científica.  

Hace un tiempo, investigadores han hallado «evidencia convincente» de que Mimas, la pequeña luna de Saturno conocida como ‘la Estrella de la Muerte’ por su parecido a la estación imperial de Star Wars, esconde un océano bajo su helada superficie. De este modo, la luna más interior del planeta anillado, de casi 400 km de diámetro, se une a la lista de satélites de Saturno y Júpiter en los que podría haberse desarrollado la vida.

Según explican los científicos en un artículo publicado en Icarus, las primeras pistas de que Mimas podría ser un «mundo oceánico sigiloso» llegó hace años, cuando la sonda Cassini de la NASA detectó un ligero bamboleo en su rotación. El trabajo es realizado por un equipo de investigadores de las universidades de Arizona y Colorado en Boulder.

Una oscilación que podría deberse al movimiento de una gran masa de agua atrapada bajo la superficie helada de la pequeña luna. Si se confirma, dicen los investigadores, Mimas será un tipo de mundo totalmente nuevo, y podría significar que el agua, y por lo tanto la posibilidad de vida, puede ser mucho más común en el Sistema Solar de lo que se pensaba hasta ahora.

«Si Mimas tiene un océano -asegura Alyssa Rhoden, primera firmante del artículo- representa una nueva clase de pequeños mundos oceánicos ‘sigilosos’ con superficies que no revelan la existencia del océano».

Vivir sin fotosíntesis

Aquí, en la Tierra, la vida depende principalmente de la luz solar para sobrevivir, pero hay algunos lugares donde los organismos pueden prosperar en la oscuridad total. Un buen ejemplo es el fondo de los océanos, donde numerosos organismos se agrupan alrededor de fumarolas hidrotermales que liberan calor y nutrientes del interior del planeta.

En esos lugares, la vida no depende de la fotosíntesis, sino de la quimiosíntesis, aprovechando las reacciones químicas para sintetizar los alimentos. Un hecho relevante para nuestra búsqueda de vida fuera de la Tierra, en especial cuando se descubrió que la luna Europa de Júpiter y la luna Encélado de Saturno albergaban océanos líquidos bajo de sus cortezas heladas.

Uno de los mayores descubrimientos de la ciencia planetaria de los últimos 25 años, en efecto, es que en nuestro sistema planetario abundan los mundos con océanos ocultos bajo superficies de roca y hielo. Los ejemplos van desde los satélites helados de los planetas gigantes, como Europa, Titán y Encelado, a planetas tan distantes como Plutón.

El Sol no es necesario

Los mundos como la Tierra, con océanos en la superficie, deben por fuerza residir a determinadas distancias de sus estrellas para que sus temperaturas permitan la existencia de agua en estado líquido.

Pero los llamados ‘mundos oceánicos de agua interior’ (IWOW por sus siglas en inglés) se encuentran en un rango de distancias mucho mayor, lo que amplía enormemente la cantidad de lugares potencialmente habitables que existan en la galaxia. En esos mundos, la energía necesaria para mantener el agua líquida no viene del calor del Sol, sino de la gravedad de los planetas a los que orbitan.

Las mareas gravitatorias, en efecto, disipan la energía orbital y rotacional de las lunas en forma de calor. Y para que coincida con la estructura interior deducida del bamboleo de Mimas, el calentamiento de las mareas dentro de la luna debe ser lo suficientemente grande como para evitar que el océano se congele, pero lo suficientemente pequeño como para mantener una gruesa capa helada.

Luna de Saturno

Usando modelos de calentamiento de mareas, el equipo de científicos desarrolló métodos numéricos para crear la explicación más plausible para una capa de hielo en estado estacionario de entre 22 y 32 km de espesor sobre un océano líquido. Según Rhoden, «la evidencia de un océano interno simplemente surgió de los escenarios de estabilidad de la capa de hielo más realistas y de las oscilaciones observadas».

«Debido a que la superficie de Mimas tiene muchos cráteres -prosigue la investigadora- , pensamos que era solo un bloque de hielo congelado. Los IWOW, como Encélado y Europa, tienden a estar fracturados y muestran otros signos de actividad geológica. Pero resulta que la superficie de Mimas nos estaba engañando y nuestra nueva comprensión ha ampliado enormemente la definición de mundo potencialmente habitable en nuestro sistema solar y más allá».

Fuente: José Manuel Nieves / ABC, https://www.ambientum.com/

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