Los investigadores dicen que las cabezas de pescado, las espinas, la piel y los órganos internos que terminan en el bote de basura pueden convertirse en materiales útiles que pueden reemplazar al poliuretano derivado del petróleo, que se puede encontrar en casi cualquier lugar: en zapatos, ropa, refrigeradores o edificios.
Materiales como el poliuretano es un plástico generalmente elaborado a partir de petróleo crudo no renovable, su síntesis es tóxica y tarda siglos en descomponerse cuando se desecha. El equipo de investigación dirigido por la profesora Francesca Kerton, profesora de química en la Universidad Memorial de Terranova, Canadá, utilizó desechos de pescado para crear un material biodegradable similar al poliuretano que podría no tener otro propósito. Si se puede realizar, el poliuretano a base de aceite de pescado puede satisfacer la enorme demanda de plásticos más sostenibles.
El equipo comenzó con el aceite extraído de los restos de salmón del Atlántico tras la preparación del pescado para su venta a los consumidores. Primero añadieron oxígeno al aceite insaturado de forma controlada para formar epóxidos, moléculas similares a las de la resina epoxi. Tras hacer reaccionar estos epóxidos con dióxido de carbono, unen las moléculas resultantes con aminas que contienen nitrógeno para formar el nuevo material.
El equipo señala que el nuevo poliuretano, más respetuoso con el medio ambiente, no huele a pescado. El equipo también ha examinado la facilidad con la que el nuevo material se descompondría una vez terminada su vida útil. Sumergieron trozos de nuevo plástico biodegradable en el agua y, para acelerar la degradación de algunos trozos, añadieron lipasa, una enzima capaz de descomponer grasas como las del aceite de pescado. Incluso cuando se empapó en agua corriente, el plástico empezó a mostrar rápidamente signos de crecimiento microbiano en todas las muestras, lo que debería conducir a la degradación.
