Auroras desde el espacio: un espectáculo luminoso capturado por la EEI

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El inicio de abril trajo consigo increíbles postales del espacio. Una de las más destacadas fue registrada por el astronauta Don Pettit, quien capturó imágenes impresionantes de auroras mientras la Estación Espacial Internacional sobrevolaba la zona comprendida entre Australia y la Antártida.

Estos fenómenos, conocidos como auroras boreales o australes según el hemisferio en que ocurran, se manifiestan en las capas altas de la atmósfera terrestre y tienen lugar principalmente cerca de los polos. Surgen cuando partículas energéticas del viento solar interactúan con el campo magnético de nuestro planeta, generando destellos de luz en el cielo.

Desde la Tierra, estas luces suelen apreciarse como formas ondulantes en el cielo nocturno —arcos, bandas o cortinas de colores vibrantes—. No obstante, al observarlas desde la órbita terrestre, su estructura y comportamiento se aprecian con mayor amplitud y detalle, ofreciendo una perspectiva totalmente distinta de este fenómeno natural.

El astronauta compartió un video del evento el 4 de abril de 2025 a través de su cuenta en X (antes Twitter), en el que se puede observar cómo el resplandor verde característico de las auroras cambia gradualmente hacia tonos azulados y magenta conforme se acercan al horizonte.

¿Cuál es el origen de las auroras polares?

El Sol, en constante actividad, emite un flujo de partículas cargadas conocido como viento solar. Este viento se intensifica durante ciertos periodos, que forman parte de un ciclo solar de aproximadamente 11 años. Durante estas etapas, ocurren explosiones solares y eyecciones de masa coronal, liberando grandes cantidades de energía al espacio.

Al llegar a la Tierra, estas partículas impactan contra el campo magnético, que actúa como un escudo natural. Sin embargo, en las zonas cercanas a los polos, la protección es más débil, permitiendo que las partículas penetren hacia capas más profundas de la atmósfera.

Estas partículas, principalmente electrones y protones, colisionan con átomos de oxígeno y nitrógeno en la ionósfera, provocando su excitación. Al regresar a su estado original, los átomos liberan energía en forma de luz, lo que da lugar a las auroras.

El color que vemos depende de varios factores: el tipo de gas con el que interactúan las partículas, la altitud del encuentro y la energía involucrada. El oxígeno, por ejemplo, puede emitir luces verdes o amarillas, mientras que el nitrógeno puede producir tonos rojizos, azules o violetas. En ocasiones muy particulares, incluso se pueden ver auroras de color rosa.

La visión desde el espacio: una nueva dimensión del fenómeno

Desde la superficie terrestre, la visibilidad de las auroras depende de las condiciones atmosféricas y lumínicas. Pero desde el espacio, es posible apreciar su dimensión completa y su comportamiento dinámico en todo su esplendor.

A altitudes superiores a los 100 km, donde el aire es mucho más tenue, los colores se ven con mayor intensidad y claridad, gracias a la ausencia de obstáculos atmosféricos. El contraste con la oscuridad del espacio permite que los detalles y matices del fenómeno se resalten aún más.

Observar las auroras desde esta perspectiva también tiene un gran valor científico. Permite estudiar con mayor precisión la interacción entre el viento solar y la atmósfera terrestre, contribuyendo a un mejor entendimiento del clima espacial y su impacto en la tecnología y comunicaciones satelitales.

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