Los bosques de África y el Amazonas pierden capacidad de retener CO2

Los bosques tropicales, un colchón del clima, están dejando de absorber CO2. Un estudio se ha llevado a cabo durante 30 años en más de 500 puntos de observación y se ha apreciado un cambio de tendencia desde los años 90.

Un estudio publicado en Nature revela que los bosques tropicales de África y el Amazonas están perdiendo su capacidad de retener CO2. Captan dióxido de carbono, pero también emiten más por el decaimiento vegetal provocado por el cambio climático. 

El CO2 es un elemento básico para las plantas porque es pieza clave en su nutrición. Toman dióxido de carbono de la atmósfera y, tras el proceso de fotosíntesis, descomponen la molécula gaseosa para abastecerse de energía, liberar oxígeno e incorporar átomos de carbono a sus tejidos.

Es por ello que el reino vegetal se ha convertido en un aliado principal contra el cambio climático. Los bosques del planeta actúan como un sumidero, secuestrando el CO2 del aire y fijando el carbono durante cientos de años en forma de madera. El carbono se liberará tras la muerte del árbol, cuando este empiece a descomponerse.

Los bosques no son por tanto un sumidero para toda la vida, sino solo un almacén temporal. Sin embargo, dada la actual situación de crisis climática y la necesidad de retirar de la atmósfera la gran cantidad de gases ya liberados, su función es clave para ejecer como colchón del clima.  La actividad vegetal tiene así un efecto modulador del calentamiento global al poner fuera de circulación un carbono que de estar libre haría aumentar las temperaturas de una forma todavía más acelerada.

Dada la importancia de las plantas como sumidero de CO2 resulta inquietante la investigación que acaba de presentar un equipo internacional de investigadores liderados por la Universidad de Leeds. Estos afirman que la capacidad de los bosques tropicales para eliminar el carbono de la atmósfera está disminuyendo hasta el punto de que están cerca de convertirse en una fuente y no un depósito de carbono.

Es una cuestión de balance, de equilibrio entre el CO2 que captan las plantas al crecer y el carbono que liberan al descomponerse o al arder.

Hasta ahora, los modelos climáticos, simulaciones de ordenador que ofrecen interpretaciones sobre cómo será el clima futuro de la Tierra usando los datos actuales, siempre han indicado que los bosques actuarán como un sumidero de carbono al menos durante todo el siglo XXI.

Sin embargo, el nuevo análisis, publicado en la revista Nature, ofrece una visión distinta. Basándose en la observación llevada a cabo durante tres décadas en 565 bosques tropicales bien conservados de África y América del Sur, los autores concluyen que la absorción general de carbono en esos ecosistemas alcanzó su punto máximo en la década de 1990.

En la década de 2010, por el contrario, la capacidad para absorber carbono de los bosques tropicales observados había disminuido en un tercio. Este cambio, asegura el estudio, se debe en gran medida a las pérdidas de carbono de los árboles que mueren.

Para realizar el estudio se ha puesto en coordinación a especialistas de 100 centros de investigación de todo el mundo.  Durante 30 años, han estado midiendo la altura y diámetro de cada ejemplar arbóreo de las áreas seleccionados para calcular así la cantidad de carbono almacenado en la madera del árbol. Al mismo tiempo, los científicos hacían una estimación del carbono liberado por los árboles muertos y en descomposición.

Tendencia a la baja

El estudio proporciona la primera evidencia a gran escala de que la absorción de carbono por parte de los bosques tropicales del mundo ya ha comenzado una tendencia a la baja.

En un comunicado, uno de los firmantes del trabajo, el doctor Wannes Hubau, afirma: “El dióxido de carbono adicional aumenta el crecimiento de los árboles, pero cada año este efecto se ve cada vez más contrarrestado por los impactos negativos de las temperaturas más altas y las sequías que retrasan el crecimiento y pueden matar árboles”. Según Hubau, sus modelos de predicción señalan que habrá una disminución a largo plazo en el sumidero de carbono de los bosques africanos y que el Amazonas se debilitará rápidamente. “Pronosticamos que se convertirá en una fuente de carbono a mediados de la década de 2030”, declara el investigador de la Universidad de Leeds y del Royal Museum for Central Africa de Bélgica.

Para hacerse una idea de lo que eso supone, en la década de 1990, los bosques tropicales intactos eliminaron aproximadamente 46.000 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalentes al 17 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de aquel momento. La cifra descendió a un volumen estimado de 25.000 millones de toneladas en la década de 2010, que representa un 6 % de las emisiones de entonces.

La reducción experimentada entre los años 90 y el 2010 es de 21.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, equivalente a las emisiones de CO2 de Alemania, Canadá, Francia y Reino Unido a la vez.

En general, los bosques tropicales intactos eliminaron el 17% de las emisiones de dióxido de carbono producidas por el hombre en la década de 1990, reduciéndose a solo el 6% en la década de 2010.

“Después de años de trabajo en las selvas tropicales del Congo y el Amazonas, hemos descubierto que uno de los impactos más preocupantes del cambio climático ya ha comenzado. Esto está décadas por delante incluso de los modelos climáticos más pesimistas. No hay tiempo que perder en términos de abordar el cambio climático”, afirma el profesor Simon Lewis, de la Escuela de Geografía de Leeds.

Los autores precisan que los bosques tropicales siguen siendo enormes reservas de carbono, que almacenan 250.000 millones de toneladas solo en sus árboles, sin tener en cuenta vegetación arbustiva ni el suelo, que es un gran reservorio también. Este almacenamiento equivale a 90 años de emisiones globales de combustibles fósiles.

Simon Lewis señala que las amenazas inmediatas para los bosques tropicales son la deforestación, la tala y los incendios, y que se requieren medidas urgentes para atajarlos. El científico aboga también por estabilizar el clima de la Tierra reduciendo las emisiones para lograr también el equilibrio de carbono de los bosques tropicales primigenios.

“Si consiguiéramos a un nivel de cero emisiones de CO2  sería posible evitar que los bosques tropicales se conviertan en una gran fuente de carbono para la atmósfera. Pero esa ventana de posibilidad se está cerrando rápidamente”, advierte el investigador.

Vía: elagoradiario

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