La ciudad de Vera, en la provincia de Santa Fe, vivió un episodio climático sin precedentes. En apenas seis horas, se registraron más de 400 milímetros de lluvia, una cantidad extraordinaria que provocó el colapso de gran parte de la localidad. Las consecuencias fueron inmediatas: calles inundadas, viviendas bajo el agua, suspensión de clases, una persona fallecida y más de un centenar de evacuados.
Desde la madrugada del martes, el municipio declaró la emergencia. La intendenta Paula Mitre describió la situación como “una catástrofe”, y subrayó que nunca se había registrado una cantidad tan elevada de precipitaciones en tan corto tiempo.
La tormenta comenzó en la tarde del lunes y se intensificó durante la noche, afectando a todos los barrios, especialmente San Martín de Porres y Martín Fierro, donde el agua alcanzó niveles críticos. Una mujer de edad avanzada perdió la vida a causa de un paro cardíaco en medio del caos, mientras otras personas debieron ser atendidas por problemas de salud vinculados al estrés y las condiciones del temporal. Incluso se atendió un parto de urgencia en condiciones extremas.
El hospital local también se vio afectado por la entrada de agua, lo que obligó a reubicar sectores clave para mantener la atención médica.
Diversos puntos de la ciudad fueron adaptados como centros de evacuación, entre ellos los clubes Huracán y Gimnasia, además de instituciones del barrio San Martín de Porres. Equipos de rescate, incluyendo bomberos de Reconquista y otras localidades cercanas, trabajaron intensamente para asistir a los damnificados.
Sin embargo, muchas familias decidieron permanecer en sus casas por temor a robos, dificultando aún más las tareas de rescate. En muchas viviendas, el agua alcanzó las rodillas durante la noche.
Varios automóviles quedaron varados al intentar transitar calles completamente anegadas, por lo que las autoridades pidieron evitar cualquier desplazamiento salvo en casos de extrema urgencia.
Además de la emergencia climática, surgieron críticas hacia el Gobierno nacional y a Vialidad Nacional por la falta de obras hídricas. La intendenta Mitre denunció que la Ruta Nacional 11 funcionó como un «muro de contención», impidiendo el escurrimiento del agua. Ya desde hace meses, el municipio venía solicitando la construcción de alcantarillas y sistemas de drenaje para evitar una situación como la que finalmente ocurrió. La saturación del suelo y el deterioro de los caminos rurales solo agravaron el panorama.