Cuánto podría cambiar una costa debido al aumento del nivel del mar es una pregunta clave que afrontan los administradores costeros mientras planifican los crecientes impactos del cambio climático. Ahora la esperanza tiene como aliadas a las tormentas violentas.
De acuerdo con estudios, el incremento en el nivel del mar favorecerá a que las inundaciones costeras sean aún más frecuentes, “incluso en ausencia de tormentas o fuertes lluvias”. Por esto mismo, en 2050, las inundaciones “moderadas” serán unas diez veces más frecuentes que en la actualidad.
De esta manera, estos eventos ocurrirán varias veces al año, en vez de tener lugar cada dos o cinco años. Mientras tanto, las conocidas como “grandes” serán unas cinco veces más frecuentes y tendrán feroces consecuencias.
Conforme el Cambio Climático y sus efectos nocivos se hacen mas presentes, aumenta los niveles de los océanos en algunas partes del mundo, los científicos han advertido durante mucho tiempo que muchas áreas costeras bajas quedarán sumergidas en agua salada permanentemente.
Un nuevo estudio encuentra que a medida que aumenta el nivel del mar, fuertes tormentas costeras, olas y mareas altas podrán llegar al interior abarcando mayor territorio y poniendo a decenas de millones de personas y billones de dólares en todo el mundo en riesgo de inundaciones periódicas.
Las tormentas contrarrestarían el aumento del nivel de los mares
La naturaleza es a menudo sorprendente. Las tormentas extremas, cada vez más frecuentes debido al cambio climático, provocan daños en la costa, las dunas, las propiedades y las infraestructuras. Pero la ciencia acaba de descubrir su otra cara, la positiva: ayudan a proteger las playas del impacto del aumento del nivel del mar, al arrastrar arena nueva de aguas más profundas o de playas cercanas.
El estudio que ha posibilitado una nueva mirada a las tormentas extremas ha sido dirigido por Mitchell Harley del Laboratorio de Investigación del Agua de la Universidad de Nueva Gales del Sur y se ha publicado en ‘Nature Communications Earth & Environment’.
«Sabemos que las tormentas extremas causan una gran erosión costera y daños a las propiedades frente al mar. Pero por primera vez miramos no solo por encima del agua, donde los impactos de las tormentas extremas son fáciles de ver, sino también por debajo del agua», apunta Harley.
Lo que los investigadores encontraron fue que cientos de miles de metros cúbicos de arena ingresan a los sistemas de playa durante estos eventos, algo similar a la escala que usan los ingenieros para nutrir una playa artificialmente.
«Esto podría ser suficiente para compensar algunos de los impactos del aumento del nivel del mar causado por el cambio climático (estimado entre 0,63 y 1,01 metros para 2100), como el retroceso de las costas. Incluso a largo plazo. Es una nueva forma de ver las tormentas extremas», subraya Harley.
En colaboración con investigadores de la Universidad de Plymouth y la Universidad Autónoma de Baja California, el estudio examinó tres costas de Australia, el Reino Unido y México. Cada una de ellas estuvo sujeta a una secuencia de tormentas extremas o grupos de tormentas prolongados, seguidos de un período más suave de recuperación de la playa.
PÉRDIDAS MUY SIGNIFICATIVAS DE ARENA
En Australia, los investigadores estudiaron la playa de Narrabeen en Sydney a raíz de una tormenta de 2016 que, entre otros daños, arrancó una piscina de una propiedad privada con vista a la costa. Usando mediciones de alta resolución de la playa y el lecho marino, los científicos demostraron que las ganancias de sedimentos fueron «suficientes para compensar teóricamente décadas de retroceso proyectado de la costa».
«Por primera vez, pudimos movilizar equipos de monitoreo especializados para obtener mediciones precisas antes y después de una tormenta y averiguamos el volumen de arena que se movía en cada una de ellas», rememora Harley.
En el Reino Unido, los científicos analizaron la playa de Perranporth, en Cornualles, desde 2006. Allí, el impacto de los inviernos extremos de 2013/14 y 2015/16 provocó pérdidas muy significativas de arena de la playa intermareal y el sistema de dunas. Sin embargo, en 2018 la playa había ganado 420.000 metros cúbicos de arena.
«No estamos muy seguros de dónde procede esta arena adicional, si de playas cercanas, de aguas profundas o de ambas a la vez, pero ahora entendemos que las olas extremas pueden contribuir potencialmente de manera positiva a la cantidad de arena, a pesar de causar la erosión de las dunas y la playa superior», señala Gerd Masselink, participante en el estudio.
Una de las preguntas clave a la que se enfrentan los administradores costeros y los científicos es cuánto puede cambiar una costa debido al aumento del nivel del mar, mientras se planifica la respuesta a los crecientes impactos del cambio climático.
LA REGLA DE BRUUN, OBSOLETA
En el pasado, se estimaba utilizando un enfoque simple conocido como la ‘regla de Bruun‘, que establece que por un metro dado de aumento del nivel del mar, se espera que la costa retroceda entre 20 y 100 metros aproximadamente, dependiendo de la pendiente.
Usando la regla de Bruun, se ha proyectado que el aumento global del nivel del mar causado por el cambio climático provocará un gran retroceso o la pérdida de casi la mitad de las playas de arena del mundo para fines de este siglo.
«Sin embargo, la regla de Bruun ha sido criticada por su simplicidad, ya que no tiene en cuenta los muchos factores complejos sobre cómo las playas individuales responden al aumento del nivel del mar», matiza el profesor Masselink.
Uno de esos factores es la presencia de arena almacenada en aguas profundas situadas frente a la costa, y su potencial para movilizarse durante eventos climáticos extremos. Los autores del estudio creen que las tormentas extremas deben considerarse también en las proyecciones a largo plazo de los movimientos de sedimentos en las playas.
A partir de ahora, sostienen, habría que analizar playa por playa para estimar cómo cambiará cada una de ellas a medida que continúa el aumento del nivel del mar. Pero hay tan pocas mediciones del lecho marino inmediato a las costas que resulta difícil saber cuánta arena podría movilizarse potencialmente en el futuro, añaden.
«Solo estamos raspando la superficie. Necesitamos repetir este tipo de mediciones para más tormentas y diferentes entornos costeros bajo diversas condiciones. Solo así, sabremos la cantidad de arena almacenada frente a la costa que podría ayudar a amortiguar los impactos del aumento del nivel del mar, y una imagen más clara de cómo serán nuestras playas en 2100 y más allá», subraya Haley.
Con información de: https://www.elperiodico.com/