Cuando las erupciones solares emiten menor cantidad de rayos cósmicos hacia la Tierra, se reduce la capa de nubes.
Los investigadores mantuvieron monitorizados los efectos de los rayos cósmicos en la atmósfera durante dos semanas. Gracias a sus observaciones, concluyeron que cuando las explosiones solares reducen el flujo de rayos cósmicos que luego llegan en menor cantidad a la Tierra, hay una producción más baja de pequeños aerosoles en la atmósfera terrestre. Los aerosoles son grupos de moléculas que se encuentran en el aire y que normalmente crecen para sembrar las gotas de agua que forman las nubes.
Los rayos cósmicos son partículas que llegan desde el espacio y bombardean constantemente la Tierra desde todas direcciones. La mayoría de estas partículas son protones o núcleos de átomos. Algunas de ellas son más energéticas que cualquier otra partícula observada en la naturaleza.
Los rayos cósmicos ultraenergéticos viajan a una velocidad cercana a la de la luz y tienen cientos de millones de veces más energía que las partículas producidas en el acelerador más potente construido por el ser humano.
Que la Tierra depende en gran medida de la energía que el Sol le destina día con día, es un hecho que ya se conocía y que incluso se ha explorado ampliamente. Sabemos que el Sol es la mayor fuente de energía con la que contamos y gracias a la cual, la vida misma ha emergido de las entrañas del planeta. Pero hasta ahora no se conoce mucho sobre la incidencia de la actividad solar, el balance energético de la Tierra y el clima.
Para comprender mejor esto, investigadores de la Universidad Técnica de Dinamarca (DTU) y de la Universidad Hebrea de Jerusalén, han rastreado las consecuencias de las erupciones solares sobre las nubes de la Tierra.
En consecuencia, cuando las erupciones solares emiten menor cantidad de rayos cósmicos hacia la Tierra, se reduce la capa de nubes. Es la primera vez que científicos sugieren que la actividad solar está intrínsecamente ligada con el clima terrestre, específicamente con la formación nubosa. Es decir que hay una correlación entre el presupuesto energético que recibe nuestro planeta, con el clima que se gesta dentro de su atmósfera.
“Ahora tenemos observaciones simultáneas de la disminución de los rayos cósmicos, aerosoles, nubes y el presupuesto de energía, lo cual es bastante sorprendente”, dijo el profesor Nir Shaviv, coautor de la investigación.
Una conexión más entre el Sol y la Tierra
Para llegar a esta conclusión, los expertos obtuvieron datos de observaciones detallas de los satélites Terra y Aqua de la NASA. Dispositivos que albergan al instrumento llamado CERES (abreviatura del inglés Sistema de Energía Radiante de la Tierra y las Nubes), que se encarga de medir la radiación solar que le llega a la Tierra, así como la emitida por esta. Los datos ayudaron a comprender cómo los rayos cósmicos ayudan a producir los aerosoles más importantes. Además de acelerar su crecimiento hasta formar núcleos de condensación de nubes y regalarnos cielos más nubosos.
Aunque cabe destacar que “los efectos solares en este estudio son demasiado breves para tener un efecto duradero en el clima”. Sin embargo, dramatizan el mecanismo de nubes de rayos cósmicos que funciona con más paciencia en escalas de tiempo más largas. En ese sentido, es sorprendente cómo el Sol y la Tierra están conectados en más de una forma y que la actividad solar incide en nuestro clima mucho más allá de lo aparente.