El análisis de este meteorito permite comprender cómo es que la Tierra obtuvo agua. Mirá la nota y sorpréndete con este increíble hallazgo.
Hace un tiempo, una serie de investigaciones con el apoyo de la NASA, el equipo analizó un fragmento del meteorito Murchison de Australia, el cual cayó en la Tierra hace cincuenta años. Después se llevó a cabo una serie de simulaciones de las condiciones climáticas existentes en un cinturón de asteroides en el interior de una máquina construida de manera especial para imitar las condiciones de la superficie de un asteroide.
En una tercera fase, el grupo de científicos utilizó electrones energizados, con el objetivo de simular vientos solares y láseres que imitaban pequeños meteoroides que chocaran con el asteroide. Durante el proceso, monitorearon los niveles de moléculas de agua que había en la superficie.
Así, comprobaron que los impactos de meteoritos iniciaban la reacción; después, los vientos solares hacían estallar la superficie permitiendo que los átomos de oxígeno e hidrógeno que no estaban unidos lo hiciesen, creando de este modo agua.
Nuevas evidencias con desde el meteorito de Winchcombe
Lo más prístino que se ha podido conseguir sin ir al espacio ha sido la recolección del meteorito de Winchcombe a tan sólo 12 horas de su caída en la Tierra. Debido a esta rápida recolección, el meteorito se encuentra casi inalterado por el medio ambiente del planeta, lo cual podrá decir mucho sobre como era la Tierra en su infancia, ya que contiene el tipo de hidrógeno similar al de la Tierra y explicaría el agua en ella.
Meteorito de Winchcombe
Haber recogido este meteorito a tan poco tiempo ha sido de gran ayuda para la comunidad científica que se encuentra estudiando la composición de hidrogeno de este visitante del espacio exterior que se estrelló en la Tierra el año pasado en el pueblo de Winchcombe en Inglaterra. Esto debido a que al apenas haber estado expuesto a los elementos de la Tierra, mantiene su prístina composición química.
El meteorito de Winchcombe es una contrita carbonosa, una clase rara de meteoritos que se cree que proceden de asteroides muy primitivos que migraron al cinturón principal de asteroides desde los bordes exteriores del sistema solar, y se piensa que su composición química ha cambiado muy poco desde la creación del sistema solar.
Se ha revelado que el meteorito debe haberse desprendido de su asteroide de origen hace tan solo 200,000 a 300,000 años. De acuerdo con los científicos, pasan millones de años en el espacio interplanetario antes de su trayectoria se cruce con la de la Tierra, y durante este tiempo son devastados por los rayos cósmicos y el viento solar.
El estudio más rápido de un meteorito que cayó a la Tierra
El análisis de este meteorito permite comprender cómo es que la Tierra obtuvo agua, la principal fuente de la vida en nuestro planeta, ya que parece respaldar la teoría de que el agua de la Tierra procede de los asteroides.
Según los científicos, la característica más espectacular de este meteorito es la proporción de isótopos de hidrógenos tan sorprendentemente similar a la del agua en la Tierra. Sus muestras son casi comparables con las muestras recogidas por sondas espaciales en asteroides en el espacio.
Los isótopos son variedades de los elementos químicos que se diferencian por el número de neutrones en sus núcleos atómicos. Anteriormente se ha descubierto que otras posibles fuentes de agua de la Tierra contienen agua con perfiles isotópicos diferentes.
Además de los tipos adecuados de hidrógeno, el meteorito también contiene material orgánico del tipo que podría haber dado lugar a la vida en la Tierra hace unos 3.5 billones de años, según con lo dicho por los científicos en un comunicado.
“Los investigadores seguían trabajando en esta pieza durante años, desvelando más secretos sobre los orígenes de nuestro sistema solar”, dijo el profesor de la Universidad de Glasgow, Luke Daly, autor del artículo publicado en Science Advances.
King, A., Daly L., Wilcock, R. The Winchcombe meteorite, a unique and pristine witness from the outer solar system. Science Advances, Vol 8, Issue 46 (2002). DOI
Con información de: https://ecoosfera.com/