Cada mes, la Luna vista desde la Tierra, experimenta un crecimiento y decrecimiento en su iluminación. Cada mes, la Luna atraviesa unas fases, menguando y creciendo en su transformación constante de luna nueva a luna llena y volviendo a empezar.
En parte, el ciclo lunar ocurre porque la Luna no produce su propia luz. El brillo plateado que observamos se debe al reflejo de la luz solar sobre la superficie monocromática de la Luna. Asimismo, la vista que tenemos de la Luna se rige por un capricho de la gravedad llamado acoplamiento de marea. En esencia, la Luna tarda casi el mismo tiempo en girar sobre su propio eje que en completar una órbita alrededor de la Tierra. Esto quiere decir que desde la Tierra siempre vemos la misma cara de la Luna, aunque ambos lados reciben luz a medida que la Luna orbita, así que nuestro satélite no tiene una cara perpetuamente oscura.
A medida que la Tierra, la Luna y el Sol realizan su danza orbital, la parte iluminada de la Luna se ve o se oculta, creando una serie de fases lunares predecibles. En un mes cualquiera vemos ocho fases diferentes de la Luna, definidas por la proporción del disco lunar que está iluminada desde nuestra perspectiva y de si la Luna está menguando o creciendo.
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Una danza celestial
El ciclo lunar se desprende de varios factores, pero el hecho más relevante para entender sus fases es que la Luna no tiene luz propia. Esta refleja la luz que le llega desde el Sol y con la danza celestial entre la Tierra y la Luna, los rayos no siempre le llegan de igual manera. Hay que recordar que la Luna se mueve alrededor de nuestro planeta, por lo tanto, habrá veces en que la luz le dará por completo cuando se coloque justo detrás de la Tierra y observaremos la su cara iluminada, lo que conocemos como Luna Llena.
Pero por el contrario, cuando la Luna se interpone entre el Sol y la Tierra, desde nuestra perspectiva no podemos observar la cara iluminada del satélite natural, sólo veremos una Luna llena de sombras. Una fase que conocemos como Luna Nueva, donde la Luna se aprecia en las penumbras por completo. Sin embargo, estas dos no son las únicas fases lunares, en un mes cualquiera del año desde la Tierra se pueden observar ocho fases lunares, que se definen principalmente por dos aspectos. El primero es qué tan iluminado parece estar el disco lunar desde la perspectiva terrestre y el segundo es si está menguando o creciendo. De estos dos aspectos se desprende el calendario lunar.
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Fases de la Luna
Luna nueva
También conocida como novilunio, ocurre cuando la Luna se posiciona entre la Tierra y el Sol. En este juego de luces y sombras, la cara iluminada de la Luna podría apreciarse desde el Sol, pero no desde la Tierra. Desde nuestra perspectiva, la mitad de la Luna que da hacia nosotros, no refleja la luz solar. Por lo tanto, observamos una luna completamente en las penumbras.
Luna creciente
Comienzan a verse los primeros reflejos de los rayos del Sol sobre la Luna, luego de dos días tras la luna nueva. Tiene una forma de C aunque se observa de lados distintos dependiendo del hemisferio. La franja de luz se ve creciendo desde el lado izquierdo para el hemisferio sur, mientras que en el hemisferio norte lo hace desde la parte derecha.
Cuarto creciente
El cuarto creciente a diferencia de la Luna creciente, se caracteriza por una iluminación más allá de sólo una franja en forma de C. En esta fase, la Luna se ve iluminada a la mitad, la luz ya cubre el 50% de la cara del satélite natural. Al igual que la Luna creciente, el hemisferio norte verá la iluminación del lado derecho, mientras que en el hemisferio sur el lado izquierdo será el iluminado.
Luna gibosa creciente
La iluminación continúa avanzando y se prepara para la Luna llena, sin embargo la iluminación todavía no alcanza el 100%. Los rayos del Sol cubren un 96% del disco lunar, por lo que veremos ahora una Luna con una pequeña porción incompleta. Y al igual que en las fases anteriores, el lado iluminado depende del hemisferio en el que se sitúe.
Luna llena
También llamada plenilunio, ocurre cuando la alineación Sol, Tierra, Luna, ha llegado. Desde nuestra perspectiva una de las caras lunares está iluminada por completo y la vemos brillar de noche en su máximo esplendor.
Luna gibosa menguante
El decrecimiento de la iluminación alcanzada en la Luna llena comienza y las sombras avanzan de nuevo. El satélite comienza a perder brillo en uno de sus lados dependiendo desde qué hemisferio se le observe. En el hemisferio norte la oscuridad avanza desde la derecha y hacia la izquierda, caso contrario en el hemisferio sur.
Cuarto menguante
La oscuridad y la luz llegan a un equilibrio, la Luna está iluminada por la mitad y presenta sombras en el otro porcentaje de su cara. Nuestro satélite se prepara para las últimas fases antes de volver a comenzar su ciclo de nuevo.
Luna menguante
La oscuridad sigue avanzando hasta casi permear sobre todo el disco solar, pero todavía es posible observar los últimos rayos del sol brillar sobre una pequeña porción. La Luna ahora sí está preparada para volver a comenzar su danza sempiterna de luces y sombras.
Con información de: https://www.nationalgeographic.es/ https://ecoosfera.com/