El agua está en el centro del desarrollo sostenible y resulta fundamental para el desarrollo socio-económico, unos ecosistemas saludables y la supervivencia humana.
El agua resulta vital a la hora de reducir la carga mundial de enfermedades y para mejorar la salud, el bienestar y la productividad de las poblaciones así como para la producción y la preservación de una serie de beneficios y servicios de los que gozan las personas. El agua también está en el corazón de la adaptación al cambio climático, sirviendo de vínculo crucial entre el sistema climático, la sociedad humana y el medio ambiente.
En las comunidades rurales aisladas, este problema implica grandes riesgos a la seguridad alimentaria de las familias debido a que las poblaciones dependen en su mayor medida de la producción familiar, cultivos y cría de animales. La falta de agua repercute directamente en el acceso a una vida digna e influye en la decisión de permanencia o no de las familias en sus territorios.
Para acceder al agua, les pobladores pagan hasta ocho veces más que en las zonas urbanas y, cuando no disponen de los recursos económicos, las familias deben caminar hasta 6 horas diarias para conseguir el agua para consumo de fuentes no seguras.
La última década fue la más calurosa de la historia de la humanidad. Los incendios y las inundaciones, los ciclones y los huracanes son, cada vez más, la nueva normalidad, y las emisiones son un 62% más altas ahora que cuando comenzaron las negociaciones internacionales sobre el clima en 1990.
La evidencia es clara. Estamos en una carrera contrarreloj para adaptarnos a un clima que cambia rápidamente, una de las tres crisis planetarias que enfrentamos junto con la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
La industria de la construcción y los edificios, que representan el 38% del total mundial de emisiones de CO2 relacionadas con la energía , desempeñarán un papel importante en el logro de nuestro objetivo de limitar el calentamiento global muy por debajo de los 2°C. Según algunas estimaciones, invertir en una infraestructura más resistente también podría ahorrar a la humanidad la friolera de 4,2 billones de dólares de los daños causados ??por el cambio climático.
Un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Una guía práctica para edificios y comunidades resilientes al clima, muestra cómo se pueden construir edificios y espacios comunitarios para aumentar la resiliencia, especialmente en los países en desarrollo, donde los asentamientos son en gran parte autoconstruidos. El informe también demuestra cómo la combinación de soluciones de construcción ‘grises’ con soluciones basadas en la naturaleza ‘verdes’ puede tener resultados prometedores. Y en estas soluciones, la gestión del agua tiene mucho que decir.
1. Aumentar la resistencia a las olas de calor
Los estudios muestran que para 2050, 1.600 millones de personas que viven en más de 970 ciudades estarán expuestas regularmente a temperaturas extremadamente altas . Junto con el ‘efecto de isla de calor urbano’ que hace que las ciudades sean más cálidas que el área rural circundante, esto pone a los habitantes urbanos en alto riesgo.
Pero la naturaleza ofrece soluciones poderosas. Las comunidades pueden crear bosques urbanos y espacios verdes para reducir las olas de calor en las ciudades, ya que los árboles y otras plantas enfrían el medio ambiente circundante al ofrecer sombra y liberar agua a través de sus hojas.
Los diseños estructurales también pueden ayudar a reducir el calor dentro de los edificios. La orientación óptima, las grandes aberturas que mejoran la ventilación, las superficies reflectantes, la utilización de los sistemas de abastecimiento de agua para enfriar los edificios o los techos verdes, son algunas soluciones para reducir las temperaturas dentro y alrededor de los edificios.
En el diseño urbanístico, las fuentes para refrescar a la población y bajar la temperatura también suponen soluciones efectivas que se utilizan desde la antigüedad.
Aire acondicionado, ¿solución o problema?
El enfriamiento es particularmente importante en las ciudades que enfrentan temperaturas crecientes, agravadas por el ‘efecto isla de calor urbano’: los edificios y el asfalto absorben el poder del sol, lo irradian en forma de calor y mantienen la ciudad caliente mucho después del anochecer. El calor residual de los motores y otros equipos que consumen energía en el transporte, la industria y la refrigeración de espacios hacen que las ciudades sean aún más calientes.
A menudo, los vecindarios más pobres se ven más afectados ya que los residentes tienen menos acceso a aires acondicionados y espacios verdes ventilados, lo que pone a las personas vulnerables en mayor riesgo de complicaciones de salud relacionadas con el calor. Solo el 8% de los 2.800 millones de personas que viven en lugares con temperaturas medias diarias superiores a los 25 grados centígrados tienen aire acondicionado.
La solución estándar para el enfriamiento en las ciudades es agregar más aire acondicionado, pero esta apuesta trae consigo sus propios problemas. El enfriamiento que consume mucha energía impulsa aún más el calentamiento global. Se espera que el número de aparatos de refrigeración en uso aumente de 3.600 millones en la actualidad a 9.500 millones en 2050. Si se proporcionaran acondicionadores de aire a todos los que los necesitan, no solo a quienes pueden pagarlos, habría 14.000 millones de aparatos de refrigeración en uso por 2050. Las emisiones se dispararían.
2. Fomento de la resiliencia a la sequía
El cambio climático está afectando los patrones de lluvia en todo el mundo. Los sistemas de recolección y recarga de agua de lluvia que capturan el agua en los techos de los edificios se utilizan comúnmente para almacenar agua durante la sequía y reducir el riesgo de inundaciones durante las fuertes lluvias. El agua recolectada puede almacenarse en tanques y usarse dentro del edificio durante períodos de sequía.
Otra forma rentable y basada en la naturaleza de abordar las sequías y las inundaciones es plantar árboles u otra vegetación alrededor de los edificios. Las raíces de las plantas actúan como esponjas para recargar el agua subterránea, y durante las fuertes lluvias, las raíces permiten que el agua penetre en el suelo y reduzcan el riesgo de inundaciones .
3. Resiliencia ante las inundaciones y el aumento del nivel del mar
Los eventos meteorológicos extremos serán cada vez más frecuentes, con lluvias torrenciales que pueden provocar inundaciones que sobrepasen todas las previsiones. Las ciudades deben estar preparadas para estos eventos a través de tecnologías ya disponibles que mitigan los efectos de las avenidas de agua y además recuperan el recurso para su utilización posterior. Es el caso de los parques inundables, los tanques de tormenta, los pavimentos esponja y otras soluciones ‘grises’ que protegen las zonas urbanizadas más vulnerables.
Por otra parte, para 2025, 410 millones de personas en comunidades costeras podrían estar en riesgo de inundaciones costeras y aumento del nivel del mar. En Kerala, India, las casas resistentes a las inundaciones se construyen sobre pilares para permitir que el agua de la inundación fluya por debajo. En las costas de Malasia, los edificios elevados 2 metros sobre el suelo permiten que el flujo de agua y la vegetación de los humedales crezcan debajo, con casas y áreas públicas conectadas a través de pasajes elevados.
Un enfoque propuesto en Bangladesh es construir un edificio multipropósito flotante que descansa sobre pilares con tanques flotantes que lo elevan durante las inundaciones. El edificio funcionaría como un centro comunitario y también proporcionaría refugio de emergencia durante las inundaciones.
4. Fomento de la resiliencia ante ciclones y vientos fuertes
Se espera que los ciclones y huracanes sean más frecuentes y más fuertes con el cambio climático . Pueden afectar a los edificios de muchas formas, como volar techos y dañar las estructuras y los cimientos del edificio. Para mitigar este daño, las comunidades pueden construir casas de forma redonda y considerar una orientación aerodinámica óptima para reducir la fuerza de los vientos.
El diseño del techo también juega un papel importante. Las conexiones sólidas entre los cimientos y el techo son fundamentales para construir casas resistentes al viento. Los techos con múltiples pendientes pueden resistir bien los vientos fuertes, y la instalación de ejes centrales reduce la fuerza del viento y la presión sobre el techo al aspirar aire del exterior. Los techos que cubren balcones o patios también pueden diseñarse para romperse durante vientos fuertes para evitar daños estructurales adicionales a las partes esenciales de la casa. Esto se llama arquitectura frangible o enfoque de “planificación para daños”.
5. Fomento de la resiliencia al frío
Adaptarse a los climas fríos y templados requiere capturar el calor y minimizar la pérdida de calor. Los aislamientos en techos, paredes, techos y ventanas de doble acristalamiento ayudan a minimizar la pérdida de calor y conducen a edificios más eficientes energéticamente. Se plantean muchas soluciones también algunas relacionadas con el agua, como el aprovechamiento del calor residual del agua de las alcantarillas.
Vía: https://www.elagoradiario.com/