Las bombas nucleares y los patrones de precipitación

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Las pruebas de las bombas nucleares durante la Guerra Fría pueden haber cambiado los patrones de lluvia a miles de kilómetros de los sitios de detonación, según revela una nueva investigación.

Los científicos de la Universidad de Reading han investigado cómo la carga eléctrica liberada por la radiación de las detonaciones de prueba, realizada principalmente por los Estados Unidos y la Unión Soviética en las décadas de 1950 y 1960, afectó a las nubes de lluvia en ese momento.

El estudio, publicado en Physical Review Letters, utilizó registros históricos entre 1962 y 1964 de una estación de investigación en Escocia. Los científicos compararon los días con alta y baja carga generada radiactívamente, descubriendo que las nubes eran visiblemente más gruesas, y había un 24% más de lluvia en promedio en los días con más radiactividad.

El profesor Giles Harrison, autor principal y profesor de Física Atmosférica de la Universidad de Reading, dijo: «Al estudiar la radioactividad liberada de las pruebas de armas de la Guerra Fría, los científicos en ese momento aprendieron sobre los patrones de circulación atmosférica. Ahora hemos reutilizado estos datos para examinar el efecto sobre la lluvia. La atmósfera políticamente cargada de la Guerra Fría condujo a una carrera armamentista nuclear y a la ansiedad mundial. Décadas más tarde, esa nube global arrojó un lado positivo, al darnos una forma única de estudiar cómo la carga eléctrica afecta la lluvia».

Durante mucho tiempo se pensó que la carga eléctrica modifica la forma en que las gotas de agua en las nubes chocan y se combinan, lo que podría afectar el tamaño de las gotas e influir en la lluvia, pero esto es difícil de observar en la atmósfera. Al combinar los datos de la prueba de bombas con los registros meteorológicos, los científicos pudieron investigar esto retrospectívamente.

Al aprender más sobre cómo la carga afecta a las nubes sin tormentas, se cree que los científicos ahora comprenderán mejor los procesos meteorológicos importantes.

La carrera por desarrollar armas nucleares fue una característica clave de la Guerra Fría, ya que las superpotencias mundiales intentaron demostrar sus capacidades militares durante las tensiones intensas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial.

Aunque las detonaciones se llevaron a cabo en partes remotas del mundo, como el desierto de Nevada en los EE. UU. y en las islas del Pacífico y el Ártico, la contaminación radiactiva se extendió ámpliamente por toda la atmósfera. La radioactividad ioniza el aire, liberando carga eléctrica.

Los investigadores, de las Universidades de Reading, Bath y Bristol, estudiaron registros de estaciones meteorológicas de investigación bien equipadas de la Met Office en Kew, cerca de Londres y Lerwick en las Islas Shetland.

Ubicado a 480 km al noroeste de Escocia, el sitio de Shetland no se vio afectado por otras fuentes de contaminación antropogénica. Esto lo hizo muy adecuado como sitio de prueba para observar los efectos de la lluvia que, aunque probablemente también ocurrieron en otros lugares, sería mucho más difícil de detectar.

La electricidad atmosférica se mide más fácilmente en días buenos, por lo que las mediciones de Kew se utilizaron para identificar casi 150 días en los que hubo una generación de carga alta o baja en el Reino Unido mientras estaba nublado en Lerwick. La lluvia de Shetland en estos días mostró diferencias que desaparecieron después de que terminó el episodio principal de radiactividad.

Los hallazgos pueden ser útiles para la investigación de geoingeniería relacionada con la nube, que está explorando cómo la carga eléctrica podría influir en la lluvia, aliviar las sequías o prevenir inundaciones, sin el uso de productos químicos.

El profesor Harrison está liderando un proyecto que investiga los efectos eléctricos en el polvo y las nubes en los Emiratos Árabes Unidos, como parte de su programa nacional en Rain Enhancement Science. Estos nuevos hallazgos ayudarán a mostrar las cargas típicas posibles en nubes naturales sin tormentas.

Vía: tiempo (revista RAM)

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