En las costas de todo el mundo nos podemos encontrar con cuevas inundadas caracterizadas por su color azul oscuro. Estas formaciones no han podido investigarse hasta la llegada de los tiempos modernos, donde las nuevas tecnologías han descubierto que se tratan en realidad de verdaderos reductos de biodiversidad.
Las antiguas civilizaciones conocían su existencia y creían que se trataban incluso del hogar de los mismos dioses. No es para menos, pues se presentan como uno de los caprichos de la naturaleza que más misterio suscitan que, hoy en día, continúan envueltos en el más profundo secretismo.
Los antiguos pescadores, que bien los conocían, los describían “como enormes agujeros en los mares”, zonas donde la tierra de la playa desaparecía misteriosamente para dar paso a un lugar oscuro y frío que parecía conectar la superficie del océano con el centro de la Tierra.
En la actualidad, estas formaciones son conocidas como “Blue Holes”, o agujeros azules, unas cuevas submarinas verticales que destacan por su llamativo color oscuro que se debe, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos, a su profundidad.
“Mientras que la entrada de las cuevas se encuentra a escasos metros por debajo del nivel del mar, la base de estas formaciones puede localizarse a decenas de metros de la superficie, en regiones donde la luz solar no alcanza penetrar, de ahí que permanezcan oscuras”, detalla la NOAA.
Su origen se remonta a las pasadas eras glaciares, hace unos 15.000 años, cuando el nivel del mar se situaba mucho más bajo que en la actualidad. En regiones con abundantes rocas calizas se empezaron dar procesos meteorización química que fueron tallando la roca lentamente hasta formar grandes cuevas.
Cuando el hielo se derritió, los niveles del océano volvieron a aumentar, inundando en el proceso estas cuevas que marcaron el paisaje a través de sus entradas azules.
“Expediciones con buceadores han descubierto estalactitas dentro de estas cuevas submarinas, algo que se solo se puede explicar si estas cuevas estuvieron libres de agua en el pasado”, informan desde la NOAA.
El agujero azul más profundo se descubrió hace pocos años cerca de las islas de Paracelso, en la China meridional. De acuerdo con las primeras mediciones, este socavón, bautizado como Sansha Yongle o el Agujero del Dragón, tiene una profundidad de 300 metros, 100 metros más que segundo más profundo ubicado en las Bahamas.
Prioridad de la ciencia
El problema que presentan estos agujeros marinos es el que recuerda la doctora Emily Hall, oceanógrafa: “Estas cuevas subterráneas son parecida a las que nos podemos encontrar en tierra firme muchas veces, por lo que están compuestas por galerías y entradas estrechas que dificultan mucho su estudio”, comenta en su blog.
“Además, estas cuevas pueden extenderse decenas de metros, por lo que las únicas personas capaces de adentrarse a estas formaciones son aquellos buceadores muy experimentados. De hecho, la mayoría de los informes de agujeros azules provienen de pescadores y buzos deportivos, no de científicos o cruceros de investigación, de ahí que apenas se sepa algo sobre estas formaciones”, añade Emily Hall.
Por suerte, la costa de Florida está compuesta por varios agujeros azules que pueden estudiarse con “relativa facilidad”, por lo que, en el 2019, un equipo de científicos, apoyados por la NOAA y entre los que se encontraba Emily, inició una misión en el Amberjack Hole dispuesto a desentrañar todos sus secretos.
“La expedición del 2019 fue la investigación más detallada de estos agujeros gracias, en parte, al equipo que utilizó en ella. Se desplegaron buzos e, incluso, un pequeño submarino de investigación equipado con distintos instrumentos científicos que tomaron muestras de este agujero de 107 metros de profundidad”, comenta Emily Hall.
Con los datos obtenidos pudieron descubrir que estos agujeros oceánicos se tratan, en realidad, de verdaderos reductos de biodiversidad, donde se puede encontrar desde esponjas hasta tiburones y corales, todos ellos separados por secciones acordes a la profundidad antes de llegar el suelo de la cueva, parecido a un paisaje árido.
“Si tienes la suerte de bucear en uno de estos agujeros, verás como la fauna nada contigo a tu alrededor. A medida que vayas adentrándote en la cavidad, la diversidad de las especies cambiará hasta que desaparece en con la llegada a la base de la cueva”, explica Emily Hall.
“Esto se debe a que el intercambio de agua es casi nulo, por lo que el oxígeno no se renueva y las especies mueren en lo más profundo. Prueba de ellos son los cangrejos muertos y la infinidad de otros crustáceos que hemos encontrado con vida allí”, añade.
La NOAA ha informado que esta es la primera de otras dos expediciones que pretenden realizar en estos agujeros durante el 2020 y el 2021 y que tendrán como objetivo no solo investigar la biodiversidad, sino también si estos agujeros realizan algún papel importante en la recarga de los acuíferos cercanos a la costa de Florida.
“Aún quedan muchos misterios por resolver acerca de estos agujeros. Nuestras investigaciones sugieren que los microbios y otros materiales que se encuentran en él pueden servir incluso de alimento para toda la fauna de alrededor ya que funcionan como suministradores de carbono. Nos queda por delante mucho trabajo que hacer”, concluye Emily.
Vía: Elagoradiario