Así lo revelan recientes estudios, inclusive, que el dolor que sienten es similar al que los seres humanos pueden llegar a sentir.
Existe una posibilidad razonable de que los insectos tengan un cierto grado de consciencia y puedan experimentar sufrimiento. Dado el número de insectos que cada uno de nosotros puede dañar o ayudar según las decisiones que tomemos, la consideración del sufrimiento de los insectos debería jugar un rol significativo en nuestras acciones.
Por ejemplo, en general deberíamos evitar comprar seda y goma laca, evitar conducir especialmente cuando las carreteras están mojadas, y minimizar las caminatas por la hierba o por el bosque. La mayor parte del sufrimiento de los insectos se debe a causas naturales como la depredación, el parasitismo, los daños físicos y la deshidratación.
Deberíamos alentar la preocupación por el sufrimiento de los insectos salvajes e investigar las formas en las que las políticas medioambientales humanas pueden reducirlo. Nuestros descendientes deberían también pensarlo dos veces antes de fomentar la propagación de insectos y de otras criaturas parecidas a los insectos en nuevos ámbitos, lo cual podría multiplicar considerablemente el sufrimiento.
Tratar de entender el desarrollo de los animales en su ambiente se ha convertido en una de las tareas principales que se ha impuesto la ciencia, a comparación con las investigaciones que se han realizado sobre los mamíferos, el estudio de otras especies es poca. Una investigación reciente demostró que los insectos sienten dolor.
Aunque la respuesta puede ser obvia a través de la experiencia humana —sientes dolor cuando te pisan o aplastan—, la ciencia se encargó de encontrar la razón por la que los insectos experimentan este sentir cuando están expuestos a ciertos tipos de situaciones.
La revista Proceedings of the Royal Society de Londres, Inglaterra, publicó en julio pasado un estudio donde se reveló que los insectos sienten dolor debido a que poseen un control nervioso central parecido al de los seres humanos.
Este sistema conocido como nocicepción es el encargado de enviar la información a nuestro sistema nervioso central al momento de percibir sensaciones dolorosas en el cuerpo, de acuerdo con el diccionario de la Clínica Universidad de Navarra de Pamplona, España.
De acuerdo con el artículo, este sistema no se ha investigado a fondo en los insectos a diferencia de los mamíferos y el problema a esclarecer se encuentra en la forma de cómo lo sienten, si a través de la parte de su organismo que está lesionada o a través del sistema nervioso central.
¿En que cambia el dolor?
Matilda Gibbons, Sajedeh Sarlaky y Lars Chitka encargados de la investigación especificaron que “los insectos carecen de los péptidos, opioides, endógenos y sus receptores que contribuyen a los controles de la nocicepción descendente de los mamíferos”, es decir, que las proteínas que “ayudan” a reducir la percepción de dolor en el humano, están ausentes en los insectos.
Sin embargo, estos artrópodos son capaces de producir otro tipo de proteínas que podrían tener la misma función y prevén que tengan controles descendentes para la nocicepción.
El sistema nervioso central sería el encargado de controlar y reducir la percepción del dolor, debido a que su cerebro es el encargado de procesar esa información, de acuerdo con las conclusiones de la investigación.
Los especialistas aseguraron que este mecanismo nervioso presente en los insectos implica un gran debate ético para el futuro.
La alimentación del futuro
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) ha insistido en los últimos años el considerar el consumo de insectos en el ser humano, ante todo por lo insostenible que es el modelo actual de producción de alimentos a nivel mundial y calculan que para 2050 haya 10 mil millones de personas en todo el planeta.
“La cría de insectos emite considerablemente menos gases de efecto invernadero que la mayoría de las demás fuente de proteína animal y requiere sustancialmente menos agua que la cría de ganado”, comentó la FAO en su artículo “¿Por qué deberían interesarnos en los insectos comestibles?”, que fue publicado en su página oficial.
De igual manera, la ONU prevé que en los próximos años se registre una escasez de tierras agrícolas, agua y recursos naturales para sostener el modelo alimentario actual, por lo que desde el 2003 han comenzado a trabajar con diferentes naciones del mundo para investigar y tratar el tema de los insectos comestibles.
Por su parte, los especialistas que realizaron el estudio sobre el dolor de los insectos, aseguran que este descubrimiento implica un problema moral muy importante al momento de integrarlos en la dieta del futuro.
“Es moralmente importante, ya que los insectos están sujetos a estímulos potencialmente dolorosos en la investigación y la agricultura”, comentaron al respecto en su artículo.
Con información de: https://noticiasambientales.com/