Una gota de agua tarda 2.800 años en recorrer todos los océanos del planeta

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¿Alguna vez te pusiste a pensar cuánto tarda el agua en recorrer todos los océanos del planeta? Un nuevo estudio científico tiene la respuesta.

A la gente le encanta el agua “especial”. Desde cerveza elaborada con hielo canadiense de 25.000 años hasta las numerosas y caras aguas embotelladas y transportadas desde las partes más remotas del planeta. Sin embargo, parece que nos olvidamos de que toda el agua de la Tierra procede del mismo sitio y simplemente se mueve entre diferentes depósitos.

Deberíamos tener presente cómo funciona el ciclo del agua: un pequeño recordatorio de que todo está interconectado y que no deberíamos contaminar estas reservas limitadas.

A través de un modelo oceánico que simula la trayectoria de las aguas, los científicos pudieron concluir que una gota de agua en su recorrido más corto tarda unos 300 años, mientras que en el más largo y habitual, necesita de casi 3.000 para completarlo.

Si bien el mapa político mundial indica que el planeta cuenta con cinco grandes océanos, en la realidad, se trata de un único océano que cubre el 70% de la superficie de la Tierra cuyas aguas están interconectadas. Esto, en esencia, podría permitirle a una gota de agua dar una vuelta al mundo sin necesidad de acudir al ciclo hidrológico.

Los científicos Louise Rousselet, Paola Cessi y Gael Forget utilizaron un simulador digital, conocido como Estimación de la circulación y el clima del océano (ECCO) para calcular el tiempo que podría necesitar una gota de agua para su recorrido por el mundo.

ECCO es un modelo oceánico que funciona de manera similar que el utilizado para determinar los pronósticos meteorológicos para la atmósfera. Incorpora más de mil millones de datos recopilados de satélites, flotadores robóticos a la deriva en la red global Argo y otras fuentes que luego fusiona en una simulación.

En su simulación, los expertos siguieron los caminos del agua que se origina en lo que los oceanógrafos llaman la rama inferior de la Circulación Meridional Invertida del Atlántico (AMOC), un flujo importante de agua del Atlántico que modera las temperaturas entre el ecuador y los polos.

Los caminos del agua

Tomaron como referencia 65.000 paquetes de agua como corredores desde una puerta de salida en el Atlántico, al sur del ecuador. Después usaron ECCO para observar el camino del agua durante un periodo de 25 años y luego establecer un bucle de datos sobre la velocidad de las parcelas de agua. Esto les permitió comprobar qué posibles caminos podría tomar el agua durante otros 25 años, luego otros 25 y así durante milenios.

Según los datos arrojados por el simulador, los investigadores pudieron registrar que alrededor de un tercio de las parcelas abandonaron el Atlántico para seguir su viaje por los océanos Pacífico Índico y Austral. Un viaje que llevaría unos 300 años.

Alrededor del 20% del agua realizó ese viaje de 300 años, pero adentrándose en mayores profundidades y hacia el mar de Wedell, frente a la Antártida, necesitó 700 años para regresar al Atlántico.

La mayor cantidad de agua, casi la mitad de las parcelas necesitó 2.800 años para regresar, buceando durante aproximadamente 1.000 años en el abisal Océano Pacífico. Esta agua en concreto realizó su viaje alrededor del mundo visitando todas las cuencas de la Tierra.

Conclusiones del estudio y el cambio climático

En los tres casos, las propiedades de las parcelas de agua fueron variando a lo largo del viaje y esos cambios influyeron en su velocidad: “La interacción del agua con diferentes densidades en los océanos, junto con los vientos superficiales, es lo que determina la circulación oceánica a medida que el agua densa se hunde y el agua ligera se eleva, siguiendo caminos laberínticos”, explican los investigadores.

Las rutas simuladas permitieron a los investigadores registrar cuál era la temperatura y la salinidad en varios puntos de ruta del viaje. A partir de eso, llegaron a la conclusión de que el AMOC sirve como un conducto a través del cual se bombea la sal al Océano Atlántico.

Si esa circulación es un portador de salinidad, eso podría significar que la dinámica reciente inducida por el cambio climático en el Océano Atlántico Norte podría desestabilizar el AMOC. Varios investigadores han observado que el Océano Atlántico Norte se está volviendo más fresco a medida que se acelera el deshielo de los glaciares en Groenlandia y a medida que el agua relativamente dulce del Océano Ártico se vierte en el Atlántico.

Esto significa que las incursiones de agua dulce podrían interrumpir el AMOC, lo que podría desencadenar cambios climáticos extremos, no solo alrededor del Atlántico, sino eventualmente en todo el mundo.

Vía: http://Ecoportal.net

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