Al emitir el láser hacia el cielo, el equipo de Houard y Wolf logró crear un plasma (aire cargado de iones y electrones) que es parcialmente conductivo y que «se convierte así en un camino preferencial para el rayo.
El pronóstico del tiempo anticipa una leve probabilidad de tormenta eléctrica, pero mira hacia arriba y apenas puede ver algunas nubes blancas esponjosas. Así que, usted y su compañero de tenis, toman las raquetas y pelotas de tenis y se van hacia la cancha. Pasan unos minutos haciendo precalentamiento y entonces… ¡Espere! ¿Qué fue eso? ¿Se oyó un trueno? Esa luz, ¿fue un relámpago?
Aunque las probabilidades de que le caiga un rayo en un año dado son de menos de 1 millón, algunos factores lo pueden poner en mayor riesgo. Es más frecuente que les caiga un rayo a las personas que trabajan afuera o que practican actividades recreativas al aire libre. Otro factor que podría afectar su riesgo de que lo lesione un rayo son las diferencias entre las regiones y las estaciones.
Los rayos atmosféricos golpean el suelo terrestre entre 40 y 120 veces por segundo y cada año matan a más de 4.000 personas y causan pérdidas económicas por valor de miles de millones de dólares, señaló el trabajo. Hasta ahora, la principal protección es el pararrayos, el dispositivo inventado por el estadounidense Benjamin Franklin en 1749 que consiste en una barra metálica acabada en punta.
Preparados para desviar rayos
El equipo formado por expertos de seis instituciones distintas procuró lanzar incesantemente un impulso en forma de láser para «guiar» al rayo, en lugar de atraerlo simplemente, como hace la barra de metal.
«Queríamos ofrecer la primera demostración de que un láser puede influir en los rayos, y que lo más fácil es guiarlos», explicó a Aurélien Houard, físico del Laboratorio de Óptica Aplicada de la Escuela Politécnica de París y autor principal del proyecto que desarrolló durante dos décadas junto a Jean-Pierre Wolf, del grupo de Física Aplica de la universidad de Ginebra.
Un láser contra el cielo
El rayo es una descarga de electricidad estática acumulada entre dos nubes durante una tormenta, o entre esas nubes y la Tierra, mientras que el láser es una emisión inducida de radiación para generar un halo de luz.
Al emitir el láser hacia el cielo, el equipo de Houard y Wolf logró crear un plasma (aire cargado de iones y electrones) que es parcialmente conductivo y que «se convierte así en un camino preferencial para el rayo», explicó el físico.
En 2004, en Nueva México, los científicos intentaron un test experimental que falló por errores en el láser, y porque era difícil calcular dónde iba a caer el rayo. Pero en la cima de la montaña Santis, a 2.500 metros de altitud, en el noreste de Suiza, hallaron la solución.
En ese lugar hay una torre de telecomunicaciones de 124 metros de altura que recibe en torno a cien rayos cada año.
Durante dos años, los científicos construyeron dentro de un telescopio un potente láser, que por sus características puede concentrar la intensidad del haz luminoso en unos pocos centímetros.
En el verano de 2021 lograron atraer y guiar un rayo a lo largo de 50 metros, un experimento exitoso que pudo ser repetido tres veces.
El objetivo a largo plazo sería provocar y conducir esa chispa eléctrica, de gran potencia, y proteger así instalaciones estratégicas, como los aeropuertos, detallaron los investigadores.
Con información de: https://www.msn.com/ https://www.cdc.gov/