Hay mamíferos terrestres bastante grandes, pero para encontrar a los verdaderos gigantes de nuestro planeta tenemos que sumergirnos en el océano.
En un nuevo estudio, un equipo de científicos nos demuestran por qué. Los mamíferos marinos «tienen que encontrar un punto medio entre conseguir suficiente comida y producir suficiente calor corporal».
El primero es que estos mamíferos necesitan ser lo bastante grandes como para atrapar suficiente calor corporal. Los mamíferos más grandes también pierden menos calor en el agua circundante, lo que les proporciona una ventaja sobre sus homólogos de menor tamaño, según los modelos, publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Pero los animales más grandes necesitan más alimento para soportar su peso, lo que creaba un segundo factor. Los mamíferos grandes podrían atrapar el calor mejor, pero eso no importa si no pueden conseguir suficiente comida para impulsar su metabolismo. Pero recientes estudios apuntan específicamente a la genética de estos mamíferos colosales.
Un tema de genes
Un estudio reveló los genes que permitieron a las ballenas crecer hasta tamaños gigantescos en comparación con sus antepasados, según publicó la revista científica Scientific Reports.
Los hallazgos destacaron el papel de cuatro genes -GHSR, IGFBP7, NCAPG y PLAG1- y sugirieron que promueven grandes tamaños corporales a la vez que mitigan los efectos potencialmente negativos, como el aumento del riesgo de cáncer.
Las ballenas, delfines y marsopas (conocidos como cetáceos) evolucionaron a partir de pequeños antepasados terrestres hace unos 50 millones de años, pero algunas especies se encuentran ahora entre los animales más grandes que han existido, consignó la agencia DPA.
Sin embargo, detallaron que el gigantismo puede acarrear desventajas biológicas como un menor rendimiento productivo y mayores probabilidades de padecer enfermedades como el cáncer, aunque aún no ha quedado claro qué papel desempeñaron los distintos genes en el impulso del gigantismo en las ballenas.
En la Universidad de Campinas, Brasil, la investigadora Mariana Nery y sus colegas, realizaron un análisis molecular evolutivo de nueve genes -cinco genes del eje hormona de crecimiento, factor de crecimiento similar a la insulina- y cuatro genes asociados con el aumento del tamaño corporal en animales ungulados (que tienen las patas terminadas con pezuñas) como vacas y ovejas.
A continuación, evaluaron esos nueve genes en 19 especies de ballenas, entre ellas siete que tienen una longitud corporal de más de 10 metros y se consideran gigantes como el cachalote, la ballena de Groenlandia, la ballena gris, la ballena jorobada, la franca del Pacífico Norte, el rorcual común y la ballena azul.
En su evaluación, los autores hallaron una selección evolutiva positiva para algunos genes (GHSR e IGFBP7) en el eje hormona de crecimiento, factor de crecimiento similar a la insulina, y los genes NCAPG y PLAG1, lo que indica que estos cuatro genes estaban “probablemente implicados en el aumento del tamaño corporal de las ballenas gigantes”, detallaron.
También explicaron que el GHSR controla aspectos del ciclo celular y el IGFBP7 actúa como supresor en varios tipos de cáncer, lo que en conjunto podría contrarrestar algunas de las desventajas biológicas que conlleva el gran tamaño corporal de este tipo de cetáceos.
Con información de: https://noticiasambientales.com/ https://www.nationalgeographic.es/