Alterar la biodiversidad eleva el riesgo de pandemias

El aumento de la población mundial y la lucha contra el hambre que desde hace décadas llevan a cabo organizaciones internacionales como la ONU podrían estar teniendo un efecto inesperado e indeseado sobre la salud humana. 

El aumento de la superficie cultivable en detrimento de terrenos salvajes está provocando cambios globales en el uso de la tierra están alterando el equilibrio de la fauna, lo que al parecer beneficia sobre todo a especies que portan enfermedades que se sabe que infectan al hombre, según un nuevo estudio dirigido por el University College de Londres (UCL). Pandemias como la del coronavirus serían tan solo la punta del iceberg de lo que nos podría esperar si seguimos destruyendo la biodiversidad terrestre.

Los hallazgos, publicados este jueves en la prestigiosa revista Nature, se basan en la evidencia de 6.801 comunidades ecológicas de seis continentes y sus conclusiones demuestran que, cuando se transforma la tierra para cultivarla, se favorece a especies “todoterreno” como ratones o murciélagos, que albergan más microorganismos que pueden provocar enfermedades a las personas.

Esto quiere decir, según los investigadores, que es posible que necesitemos alterar la forma en que usamos la tierra en todo el mundo para reducir el riesgo de pandemias. El autor principal, el doctorando Rory Gibb, del Centro de Investigación de Biodiversidad y Medio Ambiente del UCL, destaca que “la forma en que los humanos cambian los paisajes en todo el mundo, desde bosques naturales a tierras de cultivo, tiene un impacto constante en muchas especies de animales salvajes, lo que hace que algunos disminuyan mientras otros persisten o aumentan”.

“Nuestros hallazgos muestran que los animales que permanecen en entornos más dominados por los humanos son los que tienen más probabilidades de transmitir enfermedades infecciosas que pueden enfermar a las personas”, añade. Por tanto, las especies que albergan patógenos zoonóticos, aquellos que pueden saltar de animales a personas, constituyeron una mayor proporción de las especies animales que se encuentran en ambientes influenciados por humanos en comparación con las comunidades ecológicas en hábitats más salvajes.

La misma relación se observa para los animales que tienden a transportar más patógenos de cualquier tipo, ya sea que puedan afectar o no a los humanos. En comparación, la mayoría de las otras especies de animales salvajes se encuentran en menor cantidad en ambientes perturbados en comparación con los hábitats naturales. Los investigadores defienden que esto sugiere que factores similares pueden estar influyendo tanto en si una especie puede tolerar a los humanos como en la probabilidad de transmitir enfermedades potencialmente zoonóticas.

Brotes cada vez más comunes

David Redding, coautor del estudio y profesor del Instituto de Zoología ZSL y el Centro de Investigación de Biodiversidad y Medio Ambiente del UCL, recuerda que “otros estudios han encontrado que los brotes de enfermedades infecciosas zoonóticas emergentes parecen ser cada vez más comunes”. “Nuestros hallazgos pueden ayudar a explicar ese patrón, al aclarar los procesos de cambio ecológico subyacentes que interactúan para impulsar los riesgos de infección”, explica.

La autora principal, la profesora Kate Jones, del Centro de Investigación de Biodiversidad y Medio Ambiente de la UCL y el Instituto de Zoología ZSL, explica que “el cambio global del uso de la tierra se caracteriza principalmente por la conversión de paisajes naturales para la agricultura, particularmente para la producción de alimentos”. “Nuestros hallazgos subrayan la necesidad de gestionar paisajes agrícolas para proteger la salud de la población local de potenciales pandemias y al mismo tiempo garantizar su seguridad alimentaria”, apostilla.

Los investigadores aseguran que, si bien existen numerosos otros factores que influyen en los riesgos de enfermedades emergentes, su investigación sugiere estrategias de hábitats mixtos y rotación de tierras que podrían ayudar a mitigar el riesgo de nuevos brotes de pandemias comparables a la del COVID-19. También es necesario vigilar con mayor atención las zonas agrícolas en las que antes había monta por la mayor probabilidad de que se conviertan en el primer foco de una nueva enfermedad.

En palabras de la profesora Jones, “como se predice que las tierras agrícolas y urbanas continuarán expandiéndose en las próximas décadas, deberíamos fortalecer la vigilancia de enfermedades y la provisión de atención médica en aquellas áreas que están sufriendo muchos disturbios en la tierra, ya que es cada vez más probable que tengan animales que podrían albergar patógenos nocivos.

Por su parte, Redding agrega que estos hallazgos proporcionan un contexto para pensar sobre cómo gestionar los cambios en el uso de la tierra de manera más sostenible, “de manera que tengan en cuenta los riesgos potenciales no solo para la biodiversidad, sino también para la salud humana”.

Vía: Elagoradiario

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