La NASA estima que alrededor del 15% de los asteroides más grandes que existen tienen algún satélite orbitándolos. Actualmente hay más de 350 descubiertos e identificados con uno o más satélites.
A este tipo de asteroides que cuentan con su propia luna se les conoce como asteroides binarios y, en realidad, son más comunes de lo que parece. La primera vez que descubrimos uno por el estilo fue gracias a la sonda espacial Galileo, que sobrevolando el asteroide Ida observó que tenía un satélite propio. Desde entonces se han descubierto numerosos asteroides binarios o con múltiples satélites.
No está del todo claro por qué y cómo se forman estos sistemas binarios de asteroides. Una de las teorías más simples indica que si un objeto impacta contra el asteroide, los trozos que se descomponen terminan orbitando a la roca más grande que queda. Por otra parte, también se puede dar el caso de que simplemente una objeto más pequeño se cruce en el camino del asteroide y quede atrapado en su área gravitacional. Y no tienen por qué ser siempre una roca grande y otra pequeña, pueden tener tamaños similares o ser varias.
El asteroide Ida y su luna Dactyl
La nave espacial robótica Galileo en ruta a Júpiter en 1993 encontró y fotografió dos asteroides durante su largo viaje interplanetario. Se descubrió inesperadamente que el segundo planeta menor que fotografió, Ida, tenía una luna. La pequeña luna, Dactyl, tiene solo unos 1,6 kilómetros de ancho y se ve como un pequeño punto a la derecha de la imagen destacada nítida.
Por el contrario, Ida en forma de patata es mucho más grande, mide unos 60 kilómetros de largo y 25 km de ancho. Dactyl la primera luna de un asteroide jamás descubierta; ahora se sabe que muchos asteroides tienen lunas. Los nombres Ida y Dactyl provienen de la mitología griega.
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