La próxima vez que mire hacia el cielo, sin estar aplastado ni cocido bajo un cielo claro y libre de hidrógeno, no le dé las gracias a las estrellas, déselas a Júpiter y a Saturno. En esta nota te explicamos el por qué.
A pesar de los muchos años de investigación, los científicos todavía no tienen una idea clara acerca del origen de la vida, pero sí de varios elementos que la hicieron posible.
Algunos de ellos son terrestres, como los niveles de oxígeno y la presencia de agua en estado líquido, pero otros factores esenciales para la vida en la Tierra provienen del espacio exterior.
Desde este punto de vista, realmente sería a Saturno a quien tendríamos que agradecer el hecho de estar aquí. La existencia de Saturno podría haber evitado que Júpiter se quedara más cerca del Sol, lo cual con licencia poética, nos lleva de nuevo a la mitología donde Saturno era el padre de Júpiter, así como el dios responsable de la riqueza, el placer y la abundancia en la Tierra.
Júpiter y Saturno, los dos gigantes gaseosos de nuestro sistema, protegieron a la Tierra y a otros mundos rocosos de los constantes choques con otros objetos grandes, que se mueven constantemente por el espacio.
La vida en la Tierra no sería posible sin ellos
En los últimos años se han descubierto miles de exoplanetas que orbitan otras estrellas, y se calcula que hay millones de ellos que son similares a la Tierra. Pero saber cuántos de ellos albergan vida es uno de los grandes misterios de la astronomía.
Los investigadores de la Universidad de Chicago en Illinois (EE UU) han creado un modelo informático con más de 147.000 sistemas planetarios simulados que les ha permitido calcular qué configuraciones planetarias podrían ser más favorables para la aparición de organismos vivos. Según el modelo, la existencia de pares de gigantes gaseosos, como Saturno y Júpiter en nuestro sistema solar, mejoran significativamente las condiciones para el desarrollo de la vida.
LOS SISTEMAS SOLARES ULTRAHABITABLES
Muchos de los sistemas solares calculados no permitían ningún tipo de vida porque no contenían ni un solo planeta similar a la Tierra en la llamada zona habitable, la zona en la que el planeta puede contener agua líquida sin evaporarse inmediatamente en el espacio por frío o por calor. Sin embargo, algunas de las simulaciones también produjeron escenarios «ultrahabitables», en los que las condiciones para la vida serían incluso mejores que en nuestro sistema solar.
En la simulación los investigadores utilizaron un modelo relativamente sencillo en el que cada sistema tenía un sol y dos gigantes gaseosos con un tamaño entre 0,1 y 10 veces el de Júpiter. A continuación, el equipo calculó si un planeta similar a la Tierra sobreviviría en este sistema o si se produciría una catástrofe, como que resultara tragado por la estrella central o colisionara con uno de los gigantes gaseosos. Estas simulaciones se realizaron cinco mil millones de veces.
Al final el sistema calculó la probabilidad de que hubiera vida en cada sistema solar. Un valor de 0 significaba que no había ninguna posibilidad, y un valor de 1 significaba que podría haber una segunda Tierra que albergara vida. Alrededor del 60% de los sistemas eran completamente hostiles a la vida, recibiendo un valor de 0. Otras ocho configuraciones con dos planetas gaseosos gigantes obtuvieron un valor entre 0 y 0,93. Sin embargo, también había 253 sistemas cuyo «índice de habitabilidad» era superior a 1.
El sistema absolutamente más habitable calculado era uno con planetas gigantes de masa relativamente baja, de una décima parte de la masa de Júpiter, que estaban relativamente lejos de la estrella y tenían órbitas casi circulares. Si tenemos que escapar de la Tierra algún día, estos son los sistemas solares que hay que buscar.