Se prevé que la cantidad de desechos plásticos que desemboca en el mar cada año casi se triplicará para 2040, ascendiendo a 29 millones de toneladas.
Está bien documentado que grandes cantidades de plástico ingresan a los océanos cada año, contaminando los mares, ensuciando las playas y poniendo en peligro la vida silvestre. Y esa contaminación de microplásticos se ha encontrado incluso en las regiones más remotas de la Tierra, como la Antártida o en las partes más profundas de nuestros océanos.
Pero se sabe relativamente poco sobre los niveles de plástico que se encuentran en el lecho marino y en los sedimentos de las profundidades marinas en el fondo de nuestro mundo.
Esa estadística inconmensurable ocupa el centro de un nuevo proyecto de investigación de dos años que ilustra el fracaso de las campañas internacionales para frenar la contaminación por plástico y recomienda un plan ambicioso para reducir cuántos residuos acaban en los mares.
Nadie conoce la cantidad exacta de plástico —que es prácticamente indestructible— que se ha acumulado en el océano. La mejor estimación, de 2015, calcula que son casi 150 millones de toneladas. Si la situación no cambia, el estudio estima que esa acumulación alcanzará los 600 millones de toneladas para 2040.
Un grupo de expertos ambientales con sede en Londres, exige la reconstrucción total de la industria de los plásticos a nivel global, pasando a una economía circular que reutilice y recicle. Suponiendo que se produzca tal transformación, los expertos de Pew afirman que el flujo anual de residuos plásticos en los océanos podría reducirse en un 80 por ciento en las dos próximas décadas, todo ello utilizando métodos y tecnologías que ya existen. Retrasar este cambio solo cinco años permitiría que se viertan al mar otros 80 millones de toneladas de residuos.
El coste de esta renovación asciende a 600 000 millones de dólares. Sería 70 000 millones de dólares más barata que no tomar medidas en las dos próximas décadas, principalmente por el menor uso de plástico virgen. «Los problemas sistémicos requieren cambios sistémicos», indica el informe de Pew.
La descripción pormenorizada del denominado «Systems Change Scenario» se incluye en un largo informe publicado por Pew en un artículo evaluado por expertos externos en la revista Science. Pew señala que alcanzar cero vertidos de residuos plásticos en el mar exigirá nueva tecnología, un gasto considerable y «ambiciones como las de pisar la Luna», entre otros factores.
Los libros blancos vienen y van. Lo que diferencia al informe de Pew es que llega en un momento crítico de la campaña para contener los residuos plásticos. En solo un lustro, la contaminación por plástico en el océano ha ascendido a la primera división de las causas medioambientales y ha desencadenado una miríada de campañas en casi todos los países del mundo para reducir el uso de plásticos desechables. Por otra parte, se calcula que la producción de plástico global aumentará un 40 por ciento para 2030 y se están invirtiendo cientos de miles de millones de dólares en nuevas plantas de producción de plástico, lo que mantiene el statu quo, según el informe.
Conforme el plástico llega al mar y se fabrica más plástico, también queda cada vez más claro que las campañas medioambientales no progresan lo suficiente. Pew descubrió que, si todos los compromisos industriales y gubernamentales para reducir los residuos plásticos se logran para 2040, es probable que solo reduzcan una pequeña fracción de los vertidos anuales.
«Nos encontramos en una encrucijada», afirma Nicholas Mallos, que supervisa el programa de desechos marinos de Ocean Conservancy y que no participó en el proyecto de Pew. «La industria ha dicho: “Vamos a mejorar”. Los gobiernos han tomado medidas. Para el mundo, esto será lo primero que esclarezca que las iniciativas actuales van a ser insuficientes. La trayectoria global va en la dirección equivocada. Es evidente que necesitamos un replanteamiento fundamental de nuestra relación con este material».
La búsqueda de datos económicos concretos
Pew puso en marcha la investigación en 2018 tras concluir que la pieza que faltaba en el movimiento de los plásticos eran datos económicos para guiar la toma de decisiones industriales, explica Simon Reddy, que dirige los programas de plásticos marinos y humedales costeros de Pew. Sin cifras concretas, no había suficientes evidencias ni información para que las empresas tomaran decisiones informadas. «Tenemos que decidir cómo queremos que sea el futuro del planeta», afirma Reddy. «Pero hemos descubierto que no había cifras. Nos faltaban datos».
Para hacerse una idea del panorama, el equipo utilizó un modelo económico nuevo creado por la Universidad de Oxford en el Reino Unido para elaborar cálculos y proyecciones. Reddy afirma que el modelo aporta una «hoja de ruta» para reducir los residuos plásticos en varios lugares. Ayer se publicó una versión digital del modelo, que permitirá que gobiernos y empresas introduzcan datos de desechos y evalúen los sacrificios y las soluciones de acuerdo con las condiciones locales.
Finalmente, el equipo contó con más de cien expertos e incluyó a colaboradores de la Universidad de Leeds, la Ellen MacArthur Foundation y Common Seas, todas ellas instituciones del Reino Unido.
El modelo analiza los costes y mide el vertido de plásticos en el mar aplicando diversas situaciones hipotéticas que implican el uso de plástico. Por ejemplo, la utilización de plástico puede reducirse un 47 por ciento si aumenta el uso de otras soluciones, entre ellas: la eliminación de plásticos innecesarios y la reutilización de recipientes (30 por ciento); el compostaje y la sustitución de materiales diferentes, como cambiar las bolsas de la compra por bolsas de papel (17 por ciento); y el reciclaje (20 por ciento).
«La suerte está echada. En realidad, tenemos que dejar el petróleo en el suelo y mantener el flujo de los polímeros existentes en el sistema e innovar», afirma Andrew Morlet, consejero delegado de la Ellen MacArthur Foundation, una organización sin ánimo de lucro que trabaja para que las industrias globales pasen a una economía en la que se reutilicen productos y materiales.
¿Por qué aumentan los residuos plásticos?
Aunque se desconoce la cantidad exacta de plástico que hay en los océanos, sí sabemos qué impulsa el aumento de los residuos plásticos. El crecimiento demográfico global y el aumento de la producción de plástico explican parte del problema. El uso per cápita está aumentando, sobre todo en países en vías de desarrollo —como la India— con una clase media que se expande y con índices bajos de recogida de basura. Finalmente, el plástico virgen barato permite el paso a la producción de cada vez más productos de plástico de poco valor que no son reciclables y que se suman al exceso de plásticos no recogidos.
Martin Stuchtey, cofundador y socio gerente de SYSTEMIQ, dice que espera que el proyecto aporte aclaraciones al debate internacional sobre las soluciones, que a menudo son contradictorias, inviables o insostenibles. Por ejemplo, la incineración y la quema a cielo abierto de plástico están aumentando y, si nada cambia, podría pasar de 49 millones de toneladas en 2016 a 133 millones en 2040.
El reciclaje es uno de los medios más eficaces para reducir el uso de plástico virgen, pero primero tienen que recogerse los residuos. Además, en la actualidad hay 2000 millones de personas sin acceso a sistemas de recogida de basuras, cifra se duplicará para 2040 hasta 4000 millones, la mayoría en zonas rurales y en países de ingresos bajos o medios. Pew determinó que, para cerrar la brecha de recogida y conectar a esas personas con un sistema de gestión de basuras, habría que conectar a 500 000 personas cada día entre hoy y 2040. Es un panorama inconcebible, pero se incluyó en el informe para evidenciar la enormidad de los problemas derivados de intentar contener los residuos a escala global.
«Buena suerte. Si eso no se hace realidad, la solución es diseñar un sistema más inteligente», dice Yoni Shiran, gestor de proyectos en SYSTEMIQ y uno de los coautores del artículo de Science.
Botellas de plástico en una planta de reciclaje de Valenzuela, Filipinas.FOTOGRAFÍA DE RANDY OLSON, NAT GEO IMAGE COLLECTION
La pandemia de coronavirus también ha contribuido al caos. La caída de los precios de crudo ha abaratado más que nunca la producción de plástico virgen. La demanda de bienes de consumo revestidos de plástico desechable de un solo uso se ha disparado, ya que los compradores quieren protegerse del virus. Con todo, Stuchtey ve un rayo de esperanza. Antes de la pandemia, los reacios de la industria sostenían que los cambios sistémicos eran demasiado grandes, difíciles, caros y lentos. La COVID-19 ha desmentido esos argumentos tras la confusión en los sistemas de abastecimiento y la coordinación del suministro que ha provocado la escasez de papel higiénico y otros artículos.
«Ahora sabemos lo rápido que pueden cambiarse y reconfigurarse las cadenas de suministro, y empezamos a convencer a los escépticos», dice Stuchtey.
¿Podrán hacer que todos cambien de opinión?
A Winnie Lau, alta directiva de Pew que ha supervisado el proyecto, le preocupa que los titanes de la industria muestren resistencia: «Independientemente de lo fantásticos que sean nuestros resultados, no creo que cambiemos la opinión de todo el mundo. Nuestra meta es que los actores clave cambien de idea y lideren y preparen el terreno para nuevos estándares de actividad empresarial, y desde ahí seguiremos avanzando».
Con ese fin, Alan Jope, consejero delegado de Unilever, fue uno de los asistentes a la celebración del fin del proyecto ayer en Londres. El año pasado, la empresa de bienes de consumo se comprometió a reducir en un 50 por ciento su uso de plásticos vírgenes y contribuyó a recoger y procesar más envases de plástico de los que vende. Es un comienzo.