Con la temperatura de la Tierra en aumento, parecería una buena idea que el núcleo se enfriara de manera natural para dar un aparente equilibrio; sin embargo, las consecuencias serían desastrosas.
Que el núcleo metálico sólido iría aumentando de tamaño, enfriándose también las partes que lo rodean. Esto frenaría la dinamo terrestre, responsable del campo magnético de nuestro planeta. Se ha especulado sobre este asunto, y hay estudios que aseguran que eso expondría la Tierra al bombardeo del viento solar y los rayos cósmicos, lo que cambiaría por completo el clima y provocaría un cataclismo global.
El centro de la Tierra también es bastante denso y la gravedad es tres veces mayor que en la superficie, lo cual ocasionó que los materiales pesados se concentraran al interior del planeta y los ligeros, como el aire o el agua, se elevaran a la corteza.
Quizá no somos conscientes de ello, pero el centro de nuestro planeta arde a temperaturas excesivamente altas justo en este momento. La cuestión es que desde su nacimiento hace unos 4 mil 500 millones de años, la Tierra se ha ido enfriando lentamente. Este dato ya era conocido por los expertos en geología, sin embargo, un nuevo estudio sugiere que el núcleo de la Tierra se está enfriando más rápido de lo previsto.

El núcleo de la Tierra es más que sólo metales calientes, en realidad se trata del corazón palpitante del planeta que se encarga de mantenerlo con vida. Gracias a él se eleva el escudo protector que conocemos como campo magnético que nos cubre de la radiación solar. Además, también gracias a él es que tenemos sistemas complejos de volcanes y actividad sísmica que se encargan de liberar energía y estabilizar las temperaturas globales y el ciclo del carbono. Es decir, sin un centro caliente esta burbuja biológica simplemente moriría lentamente.
Para determinar la velocidad a la que se enfría el núcleo de la Tierra, investigadores de la Universidad de Zúrich en Suiza analizaron un tipo de mineral que se encuentra entre el límite del núcleo exterior de hierro y níquel, y el manto inferior. A este tipo de mineral se le conoce como bridgmanita y es crucial, pues la rapidez con la que pierde calor es equivalente al calor que el núcleo deja escapar hacia el manto inferior.

La transición a una roca estéril
Determinar la velocidad no es simple, pues se requiere de una simulación de la conductividad térmica de la bridgmanita en condiciones similares de presión y temperatura del centro de la Tierra. Para superar esta dificultad, los investigadores irradiaron láseres pulsados para sobrecalentar la bridgmanita a más de 2000°C y llegar a una presión de 80 gigapascales.
“Este sistema de medición nos permite mostrar que la conductividad térmica de la bridgmanita es aproximadamente 1,5 veces más alta de lo que se suponía”, dice Murakami coautor de la investigación.
Esto significa que el flujo de calor del núcleo es 1,5 veces más rápido de lo que se pensaba con anterioridad. Lo que a su vez implica que el centro deja escapar 1,5 veces más velozmente el calor hacia el manto inferior. Además, también concluyen que el proceso podría estar acelerándose debido a que cuando la bridgmanita se enfría, produce otro tipo de mineral llamado post-perovskita, que es todavía más conductor térmico. En ese sentido, la tasa de pérdida de calor se elevaría aún más.
Desde luego que no se habla de un proceso que sea veloz tomando como referencia la perspectiva del paso del tiempo humano. Sino que se trata de un enfriamiento que tardaría millones de años, pero que sigue siendo relevante para los humanos pues ayuda a conocer cómo es que otros planetas terminaron enfriándose y convirtiéndose en rocas estériles, como Marte o Venus, un destino que al parecer le espera también a la Tierra.

Referencias: Murakami, M. Goncharov, A. Miyajima, N. Yamazaki, D. Holtgrewe, N. (2022). Radiative thermal conductivity of single-crystal bridgmanite at the core-mantle boundary with implications for thermal evolution of the Earth. Earth and Planetary Science Letters. DOI