Las libélulas son depredadores muy efectivos, y atraerlas a jardines y espacios verdes para crear un buen ambiente es una tarea muy hermosa y beneficiosa. Además, se comen a los mosquitos.
Los mosquitos no son sólo una molestia de verano, transmiten serias enfermedades y con las alteraciones que sufre el ambiente, resultan incontrolables. En pequeñas y grandes ciudades se apela a toda clase de productos químicos para alejarlos, incluso fumigaciones de parques, plazas y calles.
Si bien para el control químico de los mosquitos se utilizan productos a base de piretrinas, supuestamente inofensivos para otros animales y humanos según argumentan los municipios y ayuntamientos, con el tiempo, los insectos generarán resistencias y deberá recurrirse a productos más tóxicos.
Quienes saben del cuidado del ambiente, alertan que las piretrinas son insecticidas que no discriminan lo que matan, y el las fumigaciones mueren otros insectos, beneficiosos, como las alas de encaje y mariquitas. Además, se desconocen los efectos acumulativos de este veneno.
La solución más inteligente, menos costosa y más efectiva a largo plazo es implementar el control biológico, fomentando la aparición de predadores naturales del mosquito como otros insectos, algunas golondrinas y murciélagos.
Un predador muy efectivo del mosquito, es la libélula, atraerlas al jardín y espacios verdes creando ambientes propicios puede ser una tarea muy bella y gratificante.
Un estudio encontró que las larvas de libélula podrían desempeñar un papel importante en la regulación de las poblaciones de mosquitos. Si bien son más efectivas en su etapa larvaria, las libélulas adultas aún pueden comer hasta 100, si no muchos más, mosquitos por día.
Además de controlar la acumulación de agua estancada, entre varias medidas culturales para frenar la proliferación de larvas de mosquitos, es posible, cultivando algunas plantas, atraer a las libélulas y que éstas se encarguen de controlar naturalmente a los mosquitos.
La vida de la libélula
Lo primero es crear un hábitat acorde a las necesidades de las libélulas. Ellas son insectos acuáticos, así que pensar en un pequeño estanque en el jardín, ayudará a que se instalen y estén cómodas. Las hembras de las libélulas ponen sus huevos en las hojas de las plantas que crecen al rededor de los estanques.
Cuando eclosionan los huevos, las larvas recién nacidas se convierten en depredadores acuáticos de huevos y larvas de mosquitos. Dependiendo la especie de libélula, el estado larval puede durar entre dos meses hasta cinco años.
Concluida esta etapa, la larva sale del agua y se posa sobre un tallo de una planta, una roca o cualquier otra estructura sólida que le proporcione una posible salida del estanque. Luego, buscan protección en el follaje cercano para pasar a una siguiente etapa y extender sus alas.
Ya adultas, las libélulas pasan los siguientes días lejos del agua, madurando y desarrollando colores hermosos. También en este estadío son grandes depredadoras de mosquitos. Cuando alcancen la madurez reproductiva, las hembras volverán al estanque para depositar sus huevos y continuar su ciclo de vida.
El hábitat ideal para las libélulas
Para alentar a las libélulas a que se acerquen e instalen en el jardín, habrá que construir un pequeño estanque con plantas alrededor. Hay muchos modelos, incluso puede ser una fuente, siempre con agua limpia, en movimiento y oxigenada.
Las libélulas prefieren un lugar soleado y las larvas deben recibir su calor para desarrollarse. Al menos el 70% del estanque debería recibir sol. El 30% restante debe cubrirse con plantas flotantes, por ejemplo nenúfares, para proporcionar refugio e inhibir el crecimiento de algas.
Es clave que tengan plantas cerca para poder cumplir con su ciclo de desarrollo completo. Habrá que plantar algunas flotantes y erectas acuáticas en el estanque y otras alrededor.
Las plantas flotantes como los nenúfares proporcionan un área donde los adultos se aparean. Un área con césped o arbustos cortos adyacente al estanque sirve como zona de seguridad para los adultos recién emergidos mientras se secan y extienden sus alas. También atrae a los pequeños insectos de los que se alimentan.
En algunos casos, si no hay una población cercana de libélulas, será necesario “implantarlas” en nuestro jardín. Para ello habrá que tomar una palada de tierra de algún estanque cercano en el que irán huevos y larvas de libélulas y colocarlas en nuestro estanque.
Es clave no tener peces en el estanque, porque se comerían las larvas de libélulas.
Vía: https://www.ecoportal.net/