El entorno medioambiental único de la Antártida merece ser tratado con cuidado y no caer en el descontrol en que parece estar sumido este flujo de turismo y que puede traer consecuencias desastrosas.
La evidencia de la degradación del ecosistema antártico debido al turismo aumenta. En los últimos 15 años la cifra de visitantes se ha multiplicado por 5, y los expertos en medio ambiente advierten de que estas llegadas masivas pueden afectar a los pingüinos e introducir plantas invasoras.
Debido a su gran tamaño, la industria de los cruceros ha creado un turismo masivo en nuevos lugares y un exceso de turismo en otros, generando niveles inaceptables de hacinamiento, alterando la vida de los residentes, reutilizando las culturas locales para actuaciones «exóticas», dañando el medio ambiente y aumentando las emisiones de combustibles fósiles.
Miles de visitantes llegan en barco o avión, y cada vez las facilidades en transporte y en coste económico son mayores, así que la tendencia parece al alza. Sin embargo, este hecho necesitará de un mayor control y cuidado si no queremos que la Antártida también se convierta en un destino turístico de urgencia.
Las expediciones antárticas consumen unos 6.000 litros de gasóleo diarios y producen 200 kilos de residuos al día. Yates privados que circulan sin control, generalización de deportes como el snowboard o el kayac, acondicionamiento de zonas para el baño de los turistas… son sólo algunas de las intervenciones perjudiciales que se hacen en el continente helado.
En la Antártida, el hacinamiento, el impacto ambiental y las emisiones son los problemas más apremiantes. Si bien 100.000 turistas al año es una cantidad mínima según los estándares del turismo mundial (París tuvo casi 20 millones en 2019), las visitas se concentran en áreas ecológicas altamente sensibles durante solo unos pocos meses al año. No hay residentes a los que molestar (aparte de la vida silvestre local), pero de la misma manera, no hay una comunidad anfitriona para protestar si el número de visitantes es demasiado alto.
Aun así, existen fuertes protecciones. De acuerdo con el Sistema del Tratado Antártico, el conjunto de acuerdos internacionales firmados por países con presencia o interés en la Antártida, los operadores turísticos con sede en esas naciones deben solicitar permisos y seguir estrictas regulaciones ambientales.
Para evitar la introducción de nuevas especies, los turistas deben seguir reglas como desinfectarse las botas y pasar la aspiradora por los bolsillos antes de poner un pie en el hielo, y mantener una distancia determinada de la vida silvestre.
Casi todos los propietarios de cruceros antárticos pertenecen a la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida, el principal organismo que gestiona el turismo antártico.
Por primera vez este año, los operadores deben informar su consumo total de combustible como parte de los esfuerzos de la IAATO para hacer que la industria sea más respetuosa con el medio ambiente. Algunos operadores están utilizando ahora embarcaciones híbridas que pueden funcionar parcialmente con propulsión eléctrica durante cortos períodos, lo que reduce las emisiones de dióxido de carbono.
Volviendo del hielo: el efecto embajador
El famoso escritor de viajes Pico Iyer escribió recientemente sobre su experiencia en el sur profundo del mundo. La visita, dijo, «te despierta a las preocupaciones ambientales del mundo… te vas a casa con preguntas importantes para tu conciencia, así como recuerdos radiantes».
Iyer no está solo. Esta respuesta es generalizada, conocida en la industria como embajador antártico. Como era de esperar, los operadores de turismo lo promueven fuertemente como algo positivo.
¿Es real? Eso es polémico. Los estudios sobre los vínculos entre los viajes polares y el comportamiento proambiental han arrojado resultados mixtos. Investigadores de la Universidad de Tasmania están trabajando con dos operadores para examinar la experiencia turística en la Antártida y considerar qué factores podrían contribuir a un duradero efecto de embajador.
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Si eres uno de los turistas que van a la Antártida este verano, disfruta de la experiencia, pero ve con cuidado. Ten en cuenta que ningún viaje al sur viene sin costo ambiental y utiliza este conocimiento para tomar decisiones claras sobre tus actividades tanto en la Antártida como una vez que estés seguro de regreso a casa.
Con información de: https://www.vistaalmar.es/