Cada día la salida y puesta de Sol nos regala un espectáculo increíble. A veces parece que el cielo se ha incendiado o que un gran volcán arde en el horizonte, pero lo que ocurre en realidad es que la física está jugando con nuestra sensibilidad.
Muchas veces durante el ocaso el cielo y los componentes de la atmósfera se tiñen de un color rojo intensos, es cuando vemos las nubes rojas y naranjas, decimos que «el cielo está encendido o prendido fuego», este fenómeno tiene una explicación, aquí vamos a compartir una interesante nota con el desarrollo explicito del fenómeno, acompañado por algunas fotografías realmente increíbles.
Primero debemos entender que el ojo humano es capaz de ver los objetos cuando un rayo de luz incide en la retina. No obstante, esta luz no procede directamente del objeto en sí, sino de una fuente que refleja su luz en él. Es decir, cuando iluminamos con una linterna un objeto, lo que nosotros observamos es el rayo de luz que nace en linterna y que se refleja en el objeto para llegar a nuestro ojo.
Seguramente más de una vez hayáis escuchado la expresión: “vemos el cielo azul por los océanos”. Debo deciros que esa afirmación es falsa. La luz que procede del sol es lo que se conoce como luz blanca, es decir, no es de un color concreto sino de la composición de todos los colores que forman el arcoíris. Seguramente habréis experimentado la descomposición de la luz solar en varios colores utilizando un prisma o en su defecto un bolígrafo BIC.
Entonces, si la luz solar está compuesta por todos los colores, ¿por qué vemos el cielo azul? Al atravesar la atmósfera, los rayos de luz chocan con las moléculas de nitrógeno (el gas más abundante) y aunque éste dispersa la luz en todas las direcciones por igual, no lo hace del mismo modo con todos los colores, sino que tiene predilección por las tonalidades azules.
¿Qué ocurre entonces con las nubes? ¿Por qué al atardecer las vemos de color rojizo? Cuando el sol se pone por el horizonte, los rayos que atraviesan la atmósfera colisionan con las moléculas de nitrógeno. La luz de color azul se dispersa en todas las direcciones por igual y es la luz que nos llega a nosotros en la superficie. El resto de componentes, es decir la luz “menos azul”, continúan su camino e inciden en las nubes, iluminándolas por su parte inferior.
Al incidir estos rayos de luz en las nubes, la luz se refleja hacia la superficie terrestre y al atravesar de nuevo la atmósfera continúa perdiendo sus componente cercanas al azul. Cuánto más bajo esté el sol en el horizonte, más atmósfera atravesará en su recorrido y más se potenciará este fenómeno. De esta forma, conforme va atardeciendo, las nubes pasan de un color amarillo suave hasta un rojo intenso.
Vía: xatakaciencia.com
Fotografías: Chris Ratzlaff, Foto Bari, David Mancebo, Edna Bojórquez, Lourdes_Baéz, Mono Andes
2 Comments
Tomás Doran
La magia que se refleja en el cielo al momento de admirarlos deja una huella energética muy profunda en nuestro ser, la cual irá nutriendo nuestra alma y espíritu para ayudarnos a sentir más y a llenarnos de Amor.-
Kazatormentas
Tal cual querido Doran, la maravilla escénica que nos propone la naturaleza, un conjunto exquisito de distintos factores, todo para deslumbrarnos. Personalmente me veo identificado con este tipo de detalles, si bien para muchos pueden ser «mundano», para quienes disfrutamos de un atardecer, un amanecer o simplemente de observar el cielo, es una gloria. Muchas gracias por tu participación Tomas!