A causa del calor extremo en varias provincias Argentina, comenzó a correr el rumor de posibles sismos, ¿esto es real o simplemente una creencia?
Provincias Como San Juan, Santiago Del Estero y La Rioja, incluso Córdoba, en muchas ocasiones relacionaron los intensos eventos de calor con movimientos símicos, asociando al intenso calentamiento de la tierra, la sequedad del terreno a la libración de energía entre las placas tectónicas.
Según el especialista Mario Picazo, hace muchísimo tiempo que existe la creencia de que, en determinadas situaciones meteorológicas, es más probable que se produzcan terremotos. Ya el mismísimo Aristóteles, en el siglo 4 AC, creía que los terremotos los producía el viento atrapado en cuevas subterráneas de la tierra. Cuando aumentaba la presión del viento, se producían pequeños temblores, pero cuando rompían la superficie terrestre, se producía un terremoto de considerable magnitud. Esta teoría del ¨Tiempo Sísmico¨, llegó a ser a aceptada durante siglos. Incluso llegaron a relacionar las olas de calor con los terremotos.
Sin embargo, durante los últimos años, se desarrollaron distintos tipos de estudios que buscaban una relación de los terremotos con fuertes vientos, o incluso con periodos de intensa actividad solar. A pesar de esto, no hubieron resultados contundentes que puedan encadenar el comportamiento de la atmósfera o del sol, con el de la corteza terrestre.
¿Qué hay de cierto?
Sismos, temblores y terremotos son términos empleados para referirse a los movimientos de la corteza terrestre. Sin embargo, técnicamente, el nombre de sismo es más utilizado, pues terremoto casi siempre alude a movimientos de grandes dimensiones.
Los sismos se originan en el interior de la tierra y se propagan por ella en todas direcciones en forma de ondas. Son de corta duración e intensidad variable.
Y no solo en América Latina se tiene esa creencia. En muchos otros países del mundo asocian las altas temperaturas con ocurrencias de sismos.
Las altas temperaturas no influyen en la ocurrencia de los sismos.
“En realidad, la ocurrencia de los terremotos no tiene nada que ver con las altas temperaturas; el calor está vinculado al sol y al vapor de agua de la atmósfera. Si fuera así, no temblara en Alaska o en invierno”, explica el experto.
“El calor que sentimos en la atmósfera no penetra al interior de la tierra. La causa principal de los terremotos es el movimiento de las placas relacionadas con movimientos internos de la tierra y ese movimiento acumula energía y, cuando llega el límite elástico se rompe y ahí se genera un terremoto”.
“Cuando hacemos un análisis, no hay épocas con más sismos que otras, aunque grandes terremotos han pasado en invierno”.
Uno de los ejemplos de esta teoría es el terremoto ocurrido en 1964 en Anchorage, Alaska, una de las regiones más gélidas del planeta y ubicada a miles de kilómetros de distancia de América del Sur, el cual tuvo una magnitud de 8.6 grados.
Esto significa, según los estudiosos en la materia, que el calor es un fenómeno climático que no tiene absolutamente nada que ver con los sismos que afectan la corteza terrestre.
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